La promesa de Aly

Capítulo 35.

CAPÍTULO FINAL.

Quise aplazar la conversación con Lucas por más tiempo, pero ya no podía, era algo inminente. Los señores Rathbone llegarían en la mañana y supuse que ya les darían las buenas nuevas a sus hijos. Seguramente Katherine mencionaría que sería el momento de irme, así que decidí ser yo quien le contase a Lucas antes de que otra persona se me adelantara.

A las casi once de la noche bajé con mi cesto de ropa y entré al cuarto de aseo. Los tres menores de la familia ya dormían en sus respectivas habitaciones y Lucas estaba pronto a llegar pues había salido un rato con Jacob.

Mientras esperaba que la lavadora completara el primer ciclo de lavado jugué en mi celular y después llamé a Camille.

—Cam.

—Hola, Aly. ¿Cómo va todo?

—Le diré esta noche...

—¿Está decidido? ¿Te irás?

—Aun no estoy del todo segura, pero creo que sí. Supongo que me iré mañana después de que lleguen sus padres.

—Oh... —dijo con voz átona— te voy a extrañar muchísimo ¿puedo verte mañana?

—¿Aly? —escuché la voz de Lucas desde la entrada principal.

—Aquí en el cuarto de aseo. —le avisé— Cam, —bajé mi tono de voz— te veo mañana, debo colgar.

—Buenas noches... —dijo Lucas abriendo la puerta con cuidado.

—Hola —le sonreí.

Él entró y cerró la puerta— ¿Cómo estás, preciosa? —preguntó para luego dejar un tierno y delicado beso en mi sien.

—Bien, ¿qué tal la salida con Jacob?

—Terminé siendo un mal tercio entre Lili y él. —se encogió de hombros— Fue la excusa perfecta para regresar a casa.

—Por suerte llegaste. Te estaba esperando, necesitamos hablar.

Con su pulgar acaricio mi barbilla e hizo que levantara la cabeza— Dime —dijo, mirándome fijamente con sus hermosos y brillantes ojos.

—Me he enterado de que tu padre está en New York con tu madre, así que los dos llegarán mañana.

—Lo sé.

—Bueno... —dije observando como llevaba su mano a mi cadera y se acercaba a mí— hay algo... —su otra mano empezó a recorrer mi brazo y mi cuerpo se estremeció cuando sus yemas pasaron con sumo cuidado por mi clavícula — algo que... —él empezó a acercar su rostro al mío. 

¡Disculpa! ¡hay alguien tratando de hablar! 

—Deberías... —la mente se me nubló cuando su cálido aliento llegó a mi cuello.

—¿Hay algo que deberías...? —preguntó mientras empezaba a dejar pequeños besos en mí— Continua —dijo llegando a mis labios.

Los corrientazo que pasaban por mí me dificultaban el si quiera armar una oración completa— Podemos hablarlo mañana.

—Bien —esbozó una sonrisa y me besó.

Mientras continuaba besándome me tomó por los muslos y me dejó sobre la lavadora. El beso subía de nivel en cuanto el tiempo pasaba. Los hilos de saliva se hacían presentes cuando separábamos nuestros labios en busca de aire. Sus manos se deslizaron por debajo de mi vestido mientras los míos iban recorriendo desde su torso hasta su pelo. Bajé una mano a su nuca y lo pegué más a mí, él continuaba mordiendo, lamiendo y besando la zona desde mis labios hasta el extremo de mi hombro.