•CINCO•

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AMNESIA

— ¿...De? —pregunto cuando deja la frase en el aire.

Júpiter desvía sus lindos ojos grises de los míos y se aparta de la isla para sentarse a la mesa. Lejos de mí.

El chico definitivamente es extraño.

Tomo el plato con el sándwich y me voy hacia la mesa donde está el chico, me siento en la silla frente a él. Lo escucho suspirar, pero no protesta en lo absoluto por mi presencia y prefiero guardar silencio, así que nos permitimos terminar de comer sin molestias. Cuando termino de comer Júpiter se levanta y toma mi plato para lavarlo, suponiendo su mal genio supuse que refutaria o algo, así que me sorprendió que lo hiciera incluso tarareando una canción. Afuera todo esta nublado y opaco, no sé en donde estamos o que época es, pero si noto que es normal el clima frio aquí, o al menos en esta época. Pasan solo segundos cuando pequeñas gotas comienzan a golpear el vidrio de la ventana, con rapidez se vuelven grandes y pesadas haciendo un ruido algo relajante en el espacio.

Lluvia.

La sensación de paz del momento me hace pensar que quizá, cuando recuerde, me enteré de que amo la lluvia.

Me permito voltear a ver a Júpiter, él se encuentra sentado en la isla mirando la misma ventana que yo, observando como toda la vista se torna borrosa a través del cristal. En un breve momento me permito observarlo, mirar como su cabello cae rebelde sobre su frente, haciendo el contraste perfecto entre su piel y sus ojos grises. Júpiter tiene cambios de humor complicados, en un momentos es amigable, al otro todo lo contrario. Luego es lejano y callado –como justo ahora-, y hace solo minutos parecía que de verdad quería hablar.

Me pregunto si su cabeza será un torbellino como la mía.

— ¿Tú me conocías antes? —pregunto para llenar el vacío. Él niega con la cabeza—. ¿Y mi nombre?

Silencio de su parte.

Me levanto de la silla y camino para plantarme frente a él. Al parecer la cercanía le incomoda, porque se acomoda en la isla para retroceder. Me cruzo de brazos y clavo mis ojos en los suyos.

— ¿Cómo llegaste aquí? —pregunto.

Júpiter hunde las cejas.

Vale, acepto que no fue el tono adecuado para comenzar una conversación.

—No es asunto tuyo—contesta molesto—. Soy tu guía, no tu amigo. Que no se te olvide ¿sí?

Júpiter se baja de la isla y se marcha de la cabaña sin importarle  lluvia.

Tal vez no sepa lo que paso en mi pasado, pero es evidente que todos aquí tienen uno del que no están orgullosos, la comandante menciono algo acerca de eso, y me lamento como nadie al no prestarle demasiada atención como se suponía debía hacer en el momento. Pero algo si sabía y era que la curiosidad ya comenzaba a picarme por saber que sucede con exactitud en este lugar y porque hay personas tan extrañas, porque necesitan armas o sesiones luego de un ataque. Algo en mi cabeza repite que lo ignore, pero yo soy el gato, y aceptaré morir por curiosidad.

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No sé cuánto tiempo pasa hasta que deja de llover, pero deduzco ya es la hora de la cena, porque veo como Adhara y Nashira entran al comedor seguidas por Orión. Pero no tengo hambre, durante mi tiempo en la cocina me prepare otros tres sándwiches para pasar el rato. Con la leve impresión de que esto no le agradara a Júpiter, camino hacia la cabaña de estadía y entro a mi habitación. Veo en la cama una bolsa de regalo amarilla con franjas negras, inevitablemente pienso en un abejorro. Hay una nota en la bolsa:

"Para que dejes de vestirte como una chica de debajo de un puente. Sé que te gustaran. P.D: Hay zapatos de tu talla en el clóset –Nashira 💙 "

Nashira es la chica de la ropa, o eso me han dicho. Coloco la nota a un lado y saco el primer vestido, uno muy bonito de flores de colores, aunque lo corto es algo cuestionable. Lo segundo son un par de shorts de bluyíng con una flor bordada en una de los bolsillos de atrás. Luego están dos blusas muy lindas. Un suéter negro con unos dos corazones bordados en blanco en el lado derecho del pecho. Y por último, dos pares de medias largas de color negro. Nashira de veras es amigable y considerada con esto de ser la nueva. Cierro las cortinas extrañamente abiertas y la puerta con seguro para irme a dar un baño, dejo todo en la cesta de ropa sucia y tomo la toalla, pero no alcanzo a entrar por completo, mis pies no me lo permiten.

"Recuerda a quien le perteneces"

La frase está escrita con algo rojo en el espejo del lavamanos. Y aunque la duda de si es sangre rondea en mi cabeza me niego a confirmarlo

AMNESIA © [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora