AMNESIA
Tomo el pomo frío y empujo la puerta, pero esta se detiene gracias a la interrupción del pie de Júpiter. ¿Alguna vez mencioné lo molesto que solía ser? Acá la insistencia era lo mío, pero el claro ejemplo era de su parte esta vez. Me limito a colocar los ojos en blanco y asomar mi rostro por el espacio entre la puerta y el umbral.
—Estoy bien—chillo de nuevo—. Ya te lo he dicho, solo estoy confundida, quiero descansar.
—... Bien...—Júpiter arrastra la palabra, como si en realidad no estuviese convencido, y no debía estarlo, no estaba bien—. Tomate el día de mañana como descanso ¿vale?
Asiento amable y cierro la puerta velozmente.
Esta fase nueva de Júpiter me agradaba en cierta forma, ya no era tan tajante y gruñón. Y permaneció durante muchos minutos si llamarme tonta o irritante. Pero, como todo lo bueno, tiene que haber algún sacrificio, y ese era soportar que se estuviera comportando amablemente irritante conmigo.
Enciendo la luz de la habitación para guiarme hasta la cama, pero cuando veo hasta ella solo alcanzo a notar un sobre de papel y un teléfono sobre esta. La piel se me eriza a la vez que tomo en cuenta el hecho de que otra vez alguien ha entrado a mi habitación. Y cuando Júpiter y yo entramos a la de Urano, me di cuenta de que no era muy difícil en realidad.
Dudosa me acerco hasta notar otra cosa más: una nota. Esta trae escrita la frase: 'Te gusta jugar con fuego'. Tomo el sobre y lo coloco en mi regazo a la vez que me siento en el orillo de la cama. El teléfono es algo viejo, ¿Cómo lo sé? Pues es de teclas gruesas, antena y una diminuta pantalla verdosa. Al encenderlo solo se nota dos iconos, agenda y llamadas. Reviso primero la agenda por instinto, notando que solo hay un número de contacto llamado 'Poh'.
Si fuese un chica normal y en circunstancias menos extrañas, quizá solo habría visto esto y lanzaría el teléfono al cesto de basura o lo llevaría con Cosmos para que estuviera alerta. Pero recalco, no soy una chica normal y estas son circunstancias muy extrañas. Así que marco al número del tal Poh.
—Creí que tardarías un poco más en llamar —atiende algo confianzuda la voz robótica.
— ¿Quién es usted? —Pregunto de prisa — ¿Por qué ha entrado a mi habitación?
En lugar de responder, el sujeto solo suelta una larga y cómoda risa, una que nota lo mucho que disfruta esto.
—Vamos, pelirroja que eso es de lo menos —asegura cuando deja su risilla. Lo escucho tomar un poco de aire antes de continuar —. Si has llamado es porque eres curiosa, y ha sido un gran honor para mí ser quien te de curiosidad. Pero vale, te responderé: soy un sujeto que sabe todo de ti y justo ahora también lo sé, sé que traes puesto y en donde está sentada ahora, así que sería de ayuda que no desconfiaras.
—Eso es acoso —le informo asqueada.
—Calma, que aún no concluyo, pequeña —protesta—. ¿Habías preguntado porque entre ahí, no? Bueno, debía ser yo quien te dejara eso Sobre en tu cama, de otra forma ¿Dónde estaría la emoción? —vuelve a reír. Miro el sobre de papel que traigo en las piernas —. Vamos, sé que quieres abrirlo, tienes derecho.
Aparto el móvil viejo de mi oído y tomo el sobre con cuida, temiendo un poco de su contenido, deslizo mi dedo índice por el filo de abertura antes de colocar el sobre de cabeza para que todo caiga en mis manos. Me sorprendo un poco al notar que solo son fotos, pero la impresión se convierte en miedo rápidamente.
Las fotos eran mías. Algunas las reconocía, pero solo por ser recientes, la mayoría de ellas eran desde mi estadía aquí en el campamento: aquella charla con Hale-Bopp debajo del árbol, el día en que desperté atada a esa silla, incluso cuando nos escabullíamos esta noche a la cabaña abandonada. Dejo las fotos a un lado de la cama y tomo nuevamente el teléfono.
— ¿Por qué tiene esas fotos? —pregunto intrigada y aterrorizada a la vez.
—Porque son las pruebas de que sé todo lo que haces. Aunque no me veas o sepas quien soy, siempre estoy allí, además son la garantía de que no solo sé de ti desde que estas aquí, Amnesia.
— ¿De qué habla?
—Hablo de que sé quién eres ahora y quien eras antes de perder la memoria—suelto el aire que había estado conteniendo desde mi pregunta—. Tu nombre, tu familia, incluso sé de dónde vienes y porque estás aquí. Puedo darte toda esa información si así lo deseas, Amnesia.
Vale, era una chica sin recuerdos, torpe, algo intensa y muy muy muy pero muy terca. Pero no era lo suficientemente tonta como para no saber que todo eso solo debía tener un fin: tener algo a cambio. Y algo la cosa no era facil de pensar, porque ¿que podrías tener de alguien que apenas y sabía donde estaba parada?
— ¿Qué debo hacer?
—Aparte de inteligente, peculiar... Veamos, quiero información.
— ¿Sobre qué? Realmente no se nada de...
—...Sobre lo que te pida—aclara lentamente—. Eres la chica nueva y sin recuerdos, dime, ¿Quién desconfiaría? ¿Aceptas o no?
Vale, solo alguien desesperado aceptaría este alocado trato. Pero, no todo estaba tan mal. Eran mis recuerdos, mi pasado, mi vida y toda yo. Podía rechazarlo, y de seguro esa sería la mejor decisión que habría tomado en mucho tiempo, pero, luego tendría dudas y me arrepentiría por rechazar esto.
Joder, estaba hablando de mis recuerdos, de quien era yo antes de caer en una incógnita que nadie –salvo yo- podía resolver. Volviendo la vista al pequeño montón de fotos junto a mí, pronuncio las típicas palabras de un desesperado:
—Acepto.
ESTÁS LEYENDO
AMNESIA © [COMPLETA] ✓
Teen Fiction❝somos producto de nuestro pasado, pero no hay razón para ser prisioneros❞ 〔🪐〕 ─ ❛ ◼◼◼◼◼ Una noche basto para que ella lo perdiera todo, para olvidar lo que había hecho. Ella querrá recordar, sin saber que mucho d...