AMNESIA © [COMPLETA] ✓

•SIETE•

AMNESIA

— ¿Por qué todos saben de mí y no me dicen nada? —pregunto ignorando el comentario de Júpiter.

Él entrecierra esos ojos grises para descifrar mi expresión. Pero no responde, solo apoya el silencio entre ambos. Y me agrada, este silencio me agrada. No es incómodo o molesto, es solo silencio.

— ¿Todos? —Dice al fin—. ¿Quiénes somos todos?

Su pregunta es extraña.

—Ayer a la noche debía de tomarme una pastilla y fui a la cocina—le explico—. Allí estaba Urano, él menciono que mi nombre real era más lindo... o algo así.

La expresión de Júpiter se vuelve fría, indescifrable.

Mil preguntas se comenzaron a formar en mi cabeza. Pero a la vez estaba en blanco. Aquella frase de 'yo te elegí'. El cuadro de fotos. Mi herida. La nota en el espejo. Es cierto que no se ni qué edad tengo, pero mi poca conciencia encendía alarmas al juntar todo aquello. Y yo estaba de acuerdo: aquello no era casualidad.

—Urano elijé a las Jäger—comenta en un tono no muy convencido—. Eso ha sido todo.

— ¿Jäger?

—Eso es alemán, y creo que debiste preguntar que era antes de aceptar ser una—informa volviendo la vista al cielo nocturno—. Significa 'Cazador'. Y tú ibas a ser una. O... serás si no te retractas.

Retractarme. ¿Cómo puedo retractarme de algo que no conozco? La comandante no fue muy explicativa la verdad, solo menciono que aquí todos son una especie de 'salvadores', que a la vez, fueron salvados de sus pasados. Y yo acepte, como la tonta que soy, acepte. ¿Por qué? Porque no tenía más opción. No tenía pasado, y tenía un presente vacío acompañado de un futuro muy desconocido. Y admitamos que la idea de formar parte de algo desconocido es atrayente.

— ¿Sabes qué edad tengo?

Él se ríe.

—Eres la primera persona que me hace ese tipo de preguntas—sonrió—. No puedo decirte, Amnesia.

— ¿Supones? —él se vuelve para mirarme confundido—. Solo suponiendo—aclaro—. ¿Qué edad me dirías?

—21—contesta sonriente.

— ¿Cuándo llegue aquí?

—Hipoteticamente, hace unos días.

— ¿Por qué desperté en ese cuarto? Tú lo llamaste...

—...Aislamiento—concluye él—. Estabas allí porque hiciste algo que no debías.

Algo muy malo. Lo sé. Ayer no logre dormir bien haciéndome esa pregunta: ¿Qué hice? Fue algo malo para acabar con una herida tan grave. Debió de haber sido algo grande. Algo que merece un castigo. Pero, ¿Qué? ¿Que hice? Y cuando al fin logre encontrar el sueño, llega Júpiter molestándome. Creí que si lo ignoraba se iría, pero solo conseguí que me llenara la cara de agua con sabor a fresa.

Descubrí que Júpiter puede ser horrible. Alguien muy horrible, que cambia de emociones muy constante. Ha de ser bipolar. Y si no, su cabeza debe de ser un desastre peor que el mío.

— ¿Qué ibas a decir esta tarde? —Pregunto—.. Antes de que te fueras de la cocina.

—Nada importante—dice levantándose. Y ahí está. Ha regresado el frío y distanciado chico—.Ya vamos adentro, el clima nos hará daño.

Como si le hubiese atinado al clima, una gota gruesa cae en medio de ambos. Le sigue una que cae en mi frente y luego dos y tres se vuelven incontables, Júpiter me ayuda a levantarme y ambos entramos a la habitación. Incluso cierra la ventana por el viento que lleva a la lluvia de acá para allá. Me siento en el sofá y Júpiter tumba al suelo uno de las colchas para sentarse en él. Un minuto de silencio se convirtió en muchos, deduzco una hora, y la lluvia ni siquiera ha disminuido un poco.