•UNO•

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El chirrido de una puerta abrirse me despierta.

Ya la luz no es fuerte y molesta como cuando me desperté por primera vez, pero el dolor de cabeza ha aumentado mucho. Giro la cabeza sobre mi hombro para ver algún movimiento, para ver algo, a alguien. Pero mi posición en esta habitación no es de ayuda para mí, solo logro escuchar voces, susurros. Y como van las cosas no me sorprendería que fuesen alucinaciones, o que solo estuviera soñando.

—..Comandante—logro escuchar al fin, es la voz de una chica, una voz joven—. ¿Y qué tal si vuelve a pasar?

La otra persona suspira.

—Nashira, no volverá a pasar—esta voz es de una mujer, la voz es delicada, incluso dulce, pero hay algo que la hace firme—. No volverás a cuidar a una Jager in Bearbeitung. Me ha quedado claro que no eres para esto.

Pasos de tacones.

La mujer se acerca.

—Veo que estas despierta—dice la mujer rodeando la silla y plantándose frente a mí, segando su rostro para mí por estar a contra luz, junta sus manos en su espalda—. ¿Ya lo has aceptado?

Hundo las cejas.

— ¿Ah?

— ¿Qué si has aceptado que lo que hiciste estuvo mal? —aclara.

Pero aun así no entiendo de lo que habla. La mujer ladea un poco la cabeza y acerca su mano derecha a mi rostro, intento golpearle la mano para apartarla, pero solo siento el roce de las cuerdas en mis muñecas. Aparto mi rostro.

— ¿Qué está haciendo? ¡No me toque! —protesto molesta.

La señora regresa su mano a su lugar y alza la vista a lo que sea que esté detrás de mí.

—Está sangrando por la herida—informa ella—. Avísale a Venus y a Cosmos, creo que la herida ha sido peor de lo que creíamos.

Escucho los pasos de alguien que corre por los pasillos. Dudo sobre si la señora habrá dicho la verdad o solo quería deshacerse del público. Pero mi dolor de cabeza me obliga a creerle, estoy herida. Nos quedamos por un tiempo en un silencio incómodo, en el cual me permito advertirme que la mujer lleva un vestido rojo muy elegante que le resalta en la cintura pequeña y las anchas caderas, el vestido y su cabello con hondas la hace ver tan pulcra y elegante en un lugar como este de paredes y piso mugriento. Aun no logro descifrar bien su rostro, pero su cabello es rubio y su piel es muy clara en los puntos que logro ver. Así que concluyo que es una mujer atractiva y con cierto poder en este lugar a juzgar con el aire que transmite.

—Gracias por venir—dice la señora al apartarse.

Una nueva chica toma su lugar, una que se acunclilla frente a mí para acomodar su maletín en el suelo. Gracias a su ubicación logro ver que es otra rubia, pero ella no esta tan elegante como la primera. Trae toda su cabellera rubia amarrada en una coleta impecable, lleva una bata blanca que me hace saber que ella es la doctora. Cuando ya ha sacado vendas, alcohol, y guantes de su maletín, alza la vista a mi cabeza, dejando ver sus grandes y resaltantes ojos verdes, su rostro es lindo, luce casi angelical con esas mejillas sonrojadas y esos labios gruesos.

Debió ser modelo y no médico.

En movimientos rápidos se coloca los guantes y acerca ambas manos a mi rostro. Me aparto por instinto.

— ¿Quieres dejar de moverte? —Me pregunta en un tono seco—. Intento ayudarte, ¿o que no lo ves? —le lanzo una mirada asesina antes de acomodarme un poco en la silla y quedarme inmóvil para complacerla. Ella empieza a mover algo en mi cabeza, tardo en darme cuenta de que se trata de vendas, pero no me las está colocando, me las está quitando—. Si, tenía razón—murmura la chica lanzando los vendajes a un lado—. No es nada grave, solo me preocupa el riesgo de infección por estar en este lugar—regresa a su lugar y moja una bolita de algodón con el alcohol—, y el hecho de que desde ayer no despertara, eso puede traer riesgos en su hipocampo, lo que afectaría la memoria.

AMNESIA © [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora