•EPÍLOGO•

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[EPILOGO]

— ¡No es justo! —chillo como por milésima vez en el trayecto del día de hoy. Comienzo a creer que ha sido muy mala idea dejarme guiar por él a través del parque mientras tengo los ojos vendados—. Confió en ti, pero siento que caeré—continuo balbuceando.

—..Riley—Me regaña él dándome un leve apretón en las manos.

—Bien, pero al menos dime que estamos cerca, ¿vale?

—Lo estamos.

Tomo una respiración y decido guardar silencio mientras me dejo guiar por el chico a donde sea que quiere que vayamos. Desde hace ya algunas semanas que me pidió tener el día libre en la cafetería para venir en bus al parque y darme una 'sorpresa'. Desde que llegamos a aquí solemos visitar muchos lugares, pero que yo recuerde nunca vinimos a este.

El mes próximo cumpliremos ya dos año en la comunidad Española, al principio las cosas no fueron muy fáciles pues yo no hablaba el idioma y me perdía con facilidad, pero gracias a aquel dinero que ganamos vendiendo gran parte de las cosas de la mudanza y el apartamento de Lucy, el chico y yo pudimos tomarnos un par de meses de descanso y así lograr enseñarme un poco más del idioma y la cultura del lugar. Ya harán seis meses desde que ambos comenzamos a trabajar para pagar nuestra pequeña casa en la ciudad, él consiguió trabajo como asistente de producción en una empresa de la ciudad que paga muy bien por su horario de lunes a viernes, mientras yo opte por elegir uno en la cafetería de la comunidad donde trabajaba todos los días en el turno de la mañana.

Aunque ya el dinero al parecer no era gran problema, si solo él trabajara aun nos sobraría para pagar los servicios y darnos ciertos lujos, pero no me agradaba quedarme sola en la pequeña pensión con Adhar -el pequeño cachorro que adoptamos-mientras sabía que podía hacer algo allá afuera, además del hecho de que cuando el chico se abrió la cuenta bancaria recibió un dinero de unos miles de euros en los que aún no sabemos que gastar, aquello nos sorprendió tanto que incluso tuvimos algo de miedo, pero de cierta forma Halley consiguió nuestra dirección al igual que la de otros, no teníamos contacto directo con ella ya que ella solo enviaba y nosotros recibíamos, no viceversa; pero eso basto para que un par de cartas después mencionara que fue Orión quien nos obsequió aquel dinero, yo dije que fue algo muy considerado, pero el castaño rebatió diciendo que eso se llamaba ser un gran amigo.

—Piedra—me informa al bajar la velocidad para que no caiga.

Durante los meses de descanso en que solo salíamos a la ciudad él chico cumplió su palabra de mostrarme todo los buenos lugares de España, él juro que no los olvidaría y eso no fue del todo cierto, porque recuerdos museos, clubes nocturnos, monumentos de historias y todo lo demás, pero no sus nombres ni nada referente a donde queda. Eso le dio pie a que se inventara que mi nombre sería Riley Amnesia La Sin Recuerdos, cosa que aún mantiene en pie gracias a que mis recuerdos vienen solo cuando así lo quieren.

Al menos hasta ahora sé que soy Riley, que no soy del todo huérfana y que aquel poema de los chubasqueros no tenía mucho de especial ya que solo era de un libro muy conocido en Canadá. Hasta ahora solo recordaba hasta poco antes de haber dañado a esos chicos, y aunque la culpa seguía intacta aprendí a vivir con ellos ya que aunque me arrepentía de eso, no lo hacía de lo demás, no me arrepentía de haber intentado dañar a Nashira, porque entonces no hubiese perdido la memoria y no hubiera conocido a Júpiter.

—Listo—me informa deteniéndose, me suelta de las manos para sostenerme de los hombros y así girarme hacia el lado contrario, comienza a desatarme la venda de los ojos—. Solo espero y te guste, ¿vale?

Este momento me recordó a aquella vez cuando nevó y Júpiter me llevo al punto más alto del lago donde se lograba ver todo el campamento. Aquel no solo fue el día en que ambos supimos el nombre del otro, sino también el día en que el castaño profetizo que estaríamos juntos cuando todo eso acabara. Cuando la venda se logró apartar note que en realidad estábamos en una parte muy extraña del parque, realmente estaba todo un poco oscuro.

—Aprecia esto—murmuro sonriente mientras me daba la vuelta con cuidado.

Y una vez más, el chico me sorprendía con las vistas.

Estábamos en algún punto alto del parque donde se podía ver la otra colina repleta de pinos, el inmenso lago azul que reflejaba la vista del suelo y un par de pinos que daban la alusión a que volabas sobre ellos justo ahora.

—Tomalo como regalo de cumpleaños—sugirió el castaño envolviéndome en un abrazo y encajando su barbilla en mi hombro.

— ¿Qué? —cuestione entre risas girándome para verle morder su labio inferior.

Realmente estaba extrañada, no tenía ni la mínima idea del día en que nací, y dudaba que él si lo supiera.

—Hoy hacen ya dos años desde que despertaste en la cabaña—contesto él. Soltó rápidamente mis manos y sostuvo mi rostro con suavidad—. Llamalo como quieras, yo le puse: 'el día en que todo comenzó'. Así que cuenta como tu nacimiento, ¿no?

—Realmente no sé qué decir—confesé.

—No tienes por qué hacerlo—sonrió y planto un beso rápido en mis labios haciéndome sonreír por el tibio contacto—. Solo debe gustarte, Amnesia.

Amnesia.

Hace mucho que no me llamaba así. Pero supongo que después de todo lo soy, ¿no?

La chica que perdió su pasado para poder encontrar su futuro.

AMNESIA © [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora