•NUEVE•

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AMNESIA

— ¿No piensas responderme? —inquirí cuando veo que se da la vuelta y regresa al sofá de antes. El chico se encoje de hombros— ¿Por qué siento que todos acá guardan muchos secretos, Júpiter?

Sus ojos recorrieron mi rostro y una sonrisa ladina apareció para adornar el suyo. Cruzo una pierna sobre la otra para aportar un poco más de relajación a su postura, aunque claramente su mandíbula tensa delataba que no lo estaba.

—Porque así es, Amnesia—responde al fin.

Aquella oración fue suficiente para despertar todo esa curiosidad en mí, sabía que esto no era nada bueno. Es decir, ¿Por qué una niña de dieciséis años usaba un arma? ¿Dónde estaban sus padres? Y la más importante: ¿Qué era este lugar?¿Y la comendante? ¿Por qué todos tenían nombres tan extraños?

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El resto de la semana fue algo muy monótono, poco lograba salirme de la rutina que Júpiter ya había creado para mí: desayuno, visitar a Nashira para mi ropa, alguna que otra clase respecto a las reglas del lugar, visita a Cosmos, almorzar juntos, ir a practicar mi puntería, algo de ejercicio, ducharme y descansar antes de la cena para volver a vernos en aquella cabaña.

Me había podido relacionar un poco con Orión y a Nashira cuando nos reuníamos en la cabaña para la ropa en las mañanas, el chico siempre nos llevaba algo de café y entre prueba y prueba de ropa lograbamos hablar un poco acerca de temas como lo que solían hacer antes de que mi llegada o algún libro extraño que ambos hayan leído, y aunque nunca se toco el tema como tal descubrí algunas miradas bobas entre ambos, comentandole a Júpiter aquello solo recibí un "no es tu asunto" de su parte.

Por suerte Adhara y yo coincidíamos siempre en el entrenamiento, lo que suponía una charla de lo que pasaba en mis visitas a Cosmos y los planes para su fiesta de cumpleaños. Incluso los logre escuchar a ella y Júpiter hablar fránces, lo que hizo que ambos se comprometieran a darme una clase algún día.

—Mañana iremos a un lugar—suelta Júpiter al sentarse en el césped debajo del frondoso árbol. Lo miro extrañada—. Es una orden para que no comiences con tu interrogatorio, ¿sí?

Le pongo los ojos en blanco y me siento junto a él.

—Bien—murmuro de mala gana.

Acababamos de salir de la cabaña de entrenamiento, así que ambos decidimos descansar bajo la sombra del árbol. A pesar de pasar casi todo el día junto a él, Júpiter seguía con su humor de mil demonios y que a veces –bueno, siempre- suele ser muy pasivo/agresivo con sus comentarios. Con la únicas dos personas que lo había visto familiarizarse estrechamente eran Orión y Luna, incluso el peliblanco me menciono que  suelen compartir libros y turnarse para leerlos, me pareció algo muy lindo, pero Júpiter me seguía pareciendo algo misterioso, ocultaba algo, como todos acá.

—Listo—informa el chico al ponerse de pie—. Larguémonos de aquí.

—Me acabo de sentar—protesto.

El chico se encoje de hombros y mete las manos a sus bolsillos.

—Bien, yo me largo—suelta tajante comenzando a caminar.

Hubiese ido detrás de él si no se viera mi cabaña desde aquí, pero la veo, y mi orgullo al parecer es grande porque no pretendo moverme. De hecho me acomodo un poco sobre el césped y admiro la preciosa vista frente a mi: un atardecer que deja algo de sí sobre la superficie del lago. A pesar de que no era un día especialmente caluroso o había tenido un entrenamiento  agotador, si estaba lo suficientemente sudada como para querer ducharme cuanto antes.

AMNESIA © [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora