• VEINTISIETE•

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AMNESIA

En cuanto me dieron la llave de mi cuarto de hotel, me tire en la inmensa cama para lograr descansar unos minutos. Al parecer solo a mí me pareció incomodo el vuelo, Adhara y Júpiter se la pasaron escuchando música, leyendo o durmiendo, mientras que a mí el mínimo movimiento extraño me hacía palidecer del susto. Ya eran las diez de la noche acá en España, Júpiter dijo que mañana a la mañana un auto azul vendría a buscarnos como parte del camino hacia la nueva estadía, al parecer el abuelo Bob sabía muy bien de que iba todo esto como para contactar a personas en otro país.

De camino Júpiter y yo hablamos de tantas cosas que no podría decir una exactamente, sin embargo, menciono que debemos ser igual de malos para graduar las cosas en el universo, y lo recuerdo a la perfección porque pensé que, quizá se refería al hecho de que ellos han hecho cosas malas y por eso el hecho de que la comandante los entregará estaba bien, era como una justicia poética. Pero, yo sabía que no era así, yo había cometido un error, tal vez uno grande o pequeño, depende de quien lo viera y como pensara, pero sabía muy bien que por pequeños errores pueden perderse grandes personas. Por eso era importante medir cada movimiento desde ahora, ver y pensar muy bien en lo que haría.

Despedirnos de Orión para que regresará el Jet a su lugar donde esperarían el resto a por sus destinos fue algo que me dolió un poco, más por la pesadez de la mirada de Júpiter que por mi abrazo con él. Entendía que realmente se llevaban bien, pero cuando se abrazo se prolongo tanto que los ojos de Orión amenzaban con llorar, entendí que si eran realmente unidos.

A la mañana siguiente Júpiter vino a despertarme a las siete treinta, al parecer debíamos estar listos para cuando viniesen a por nosotros. Estaba agotada, quizá el cambio de horario o la pesadez en mi cabeza, de igual forma los chicos lo notaron.

— ¿Estas bien? —pregunto Adhara al acercarse.

Asentí sonriente mientras bajaba los hombros y dejaba descansar mis brazos del peso de la maleta.

—Sólo estoy algo cansada—confesé.

—Tienes que sonreír—me regaño Júpiter plantándose junto a mí, estábamos esperando al vehículo frente al hotel—. Es cierto, al perder a Poh también perdiste tus recuerdos; pero no te dejes que te quiten esa sonrisa, no te la podrán quitar si tu no lo permites.

La frase en ironía me hizo sonreír un poco. Solo esperamos unos cuantos minutos hasta que el auto azul se detuvo frente a nosotros, el sujeto moreno de bigote chistoso bajo el vidrio de su ventana para hacerse ver, detrás de la oreja traía un tatuaje de cinco estrellas, al parecer eso era una señal porque con solo verlo Júpiter y Adhara comenzaron a guardar su equipaje.

Copie su acción y subí al auto, en cuanto todos estábamos allí el sujeto emprendió su viaje de al menos de una hora, aunque a mí me parecieron solo minutos al ir distraída por la ventana, terminado el recorrido el auto nos dejó en un edifico privado con las instrucciones de mostrar unas identificaciones a la rubia y subir en el ascensor hasta el piso 18, obedeciendo en todo entramos a una inmensa oficina de vidríales largos y con todas las paredes blancas que reflejaban la luz de entrada. Tres sujetos más esperaban allí en la habitación, estos, al igual que el chofer de hace minutos, traían trajes negros y gafas de aviador. El tatuaje de las cinco estrellas volvió a hacerse presente pero solo en dos de ellos, uno estaba de pie y el otro detrás del escritorio.

—Plan Lyra, ¿no es así? —pregunto el sujeto detrás del escritorio. Júpiter asintió y dejo una tarjeta roja en la mesa, éste tomo la tarjeta y la observo por unos segundos para dársela al sujeto sin tatuaje de estrellas—. Deberán subir al piso 20, pero die Franzosen bleiben.

AMNESIA © [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora