Capítulo 10.

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Dicen que los terremotos son poco frecuentes en la ciudad de Nueva York, aunque de vez en cuando, si contamos con temblores apenas imperceptibles y os puedo asegurar que este, ha sido un poco más fuerte de lo habitual y más sostenido en el tiempo.

Gregory ha tenido que marcharse a su casa para cambiarse de ropa, ya que su maravilloso traje se arruinó, y bueno... estaba enfadado, pero tampoco es que pudiera pagarla con nadie, pues nadie tiene la culpa de que la tierra tiemble.

Por otro lado, si hubiera estado más atento, seguro que habría podido sostener su taza como lo hicieron los demás.

Para mí ha sido confuso. De un momento a otro estaba enfocado en Steve, ya que me preocupaba que no pudiera controlarse y terminara golpeando a mi hermano; para después pasar a preocuparme por si estaba asustado, cosa que por cierto, no sucedió, pero es que nunca sé cómo va a reaccionar ante las cosas.

En cambio, mi Adonis particular debía estar tan concentrado en su enojo, que ni cuenta se dio de que todo temblaba; solo miraba a Gregory con cara de "cómo te sigas riendo te arranco la cabeza". Ni tan siquiera se inmutó cuando me agarré de su brazo para tranquilizarle. Bueno, de acuerdo; en realidad me aferré a su brazo porque me asusté un poco, pero de lo que me sirvió, porque ni caso me hizo hasta que no cesó el temblor. Ahora, os digo una cosa, mereció la pena solo por comprobar lo duro y firme que es su antebrazo.

Después he tratado de hacer como que nada había pasado entre nosotros, pero aun así, Adonis es tan transparente, que sé que sigue molesto con migo, y eso me duele, porque después de lo de ayer, pensé que a partir de ahora, todo sería paz y amor entre nosotros.

Yo no tengo la culpa de lo que le ha dicho Gregory. Bueno, quizás un poco sí, porque era la verdad, yo había dicho eso de Steve, pero en mi favor os diré, que primero: era la verdad, y segundo, es ese tipo de cosas que aunque digas a alguien, se sobreentiende que no tienes que trasmitir al implicado.

Una vez que todos hemos estado listos y desayunados, nos dirigimos al trabajo de nuevo.
Sí, lo siento pero así es nuestra vida de lunes a viernes. Trabajo y más trabajo. Pepper y Rhodey suben en el coche de este último, y Steve y yo en el mío. El camino ha sido un poco tenso porque ni él ni yo nos dirigimos la palabra, y eso hace que yo también me sienta cada vez más frustrado.

No quise decirle que está loco. De hecho, daría mi vida por no tener que decirlo, ¿pero qué quiere que haga si en verdad lo está? Lo guapo, lo cachas, y que yo haya perdido ridículamente la cabeza por él, no hace que deje de estarlo. De vez en cuando le miro de reojo, y él, ni siquiera se inmuta. Encima ha vuelto a colocarse la gorra que le regalé y las gafas de sol, que sumados a su semblante serio, me hacen sentir un muro entre nosotros. De vez en cuando incluso he carraspeado, pero él, ni caso me ha hecho. Sigue mirando hacia el cielo, ignorándome seguramente a cosa hecha.

Cuando llegamos a la fundación, decido que ya estoy harto, que necesito darme una alegría, así que ignorando si está enfadado o no, le digo que si va a venir a trabajar conmigo, tendrá que hacer algo útil, así que aunque me da rabia ser el primero en dar el paso para volver a hablarnos, lo hago y le convenzo de que me ayudaría muchísimo, si controlara los turnos de los usuarios. Le digo que él es un chico muy amable, pero que sabe imponerse y bla, bla, bla... Vamos, que le hago la pelota, y le dejo a cargo de eso tras comprobar embobado durante unos minutos, que en realidad, si se le da excepcionalmente bien la gente. Después, finjo ir a trabajar a mi despacho, cuando en realidad, lo que hago es que agarro el busca de la fundación por si acaso, y me escapo con una carpeta bajo el brazo la cual, ni siquiera sé que lleva en su interior, y es que se me acaba de ocurrir una idea genial para mejorar mi día.

El ayuntamiento no queda lejos. Digamos que a unos diez minutos de la fundación, yendo a paso ligero y he pensado que esta vez quiero ser yo quien le haga una visita a quien desde ahora he decidido será mi concejal favorito. No me juzguéis, no soy bipolar ni nada de eso. Ya sé que he dicho que me he colgado de Steve, pero eso es como enamorarse de una vaca, a la que no le falta ni el cencerro. No tiene sentido. Al fin y al cabo, Víctor me besó, y eso hace que sienta, que no estoy tomando ninguna decisión fuera de lugar.

CAÍDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora