Capítulo 35.

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El temblor se ha detenido casi de golpe y ya no llueven cristales sobre nuestras cabezas, así que me atrevo a levantar la vista en busca de Doom. Al menos, quiero saber por dónde vendrá la paliza que va a tratar de darme.

En ese mismo instante, Valeria hace su aparición en la sala. Por su cara se ve que se ha llevado un buen susto, además, su cabello está revuelto y su vestido así como parte de su escote, se encuentran llenos de café.

Víctor se levanta del suelo con dificultad y va hacia ella con cara de preocupación. Definitivamente no me acostumbro a ver esa faceta en él, la de esposo enamorado. Estoy a la expectativa del estallido de Víctor, así que pronuncio una cuenta atrás en mi cabeza, mientras sujeto por la cintura a Steve, esperando primero; una muestra de preocupación por parte de Doom hacia su esposa y después, que nos echen de la casa, pero en cambio, sucede algo muy distinto.

Antes de que Víctor logre llegar hasta ella, Valeria echa un rápido vistazo a su alrededor y se percata del desastre. La lámpara esparcida por el suelo, la mancha de quemadura en el techo, la silla que golpeó a su esposo tirada en medio del salón. Bueno, todo un panorama.

Rápidamente se posiciona entre Doom y nosotros.

—¿Os envía mi padre? ¿Cuánto dinero os paga? ¡Os doy el doble!

Abre sus brazos como queriendo proteger a su esposo de nosotros, cosa que me deja sin palabras por miles de razones las cuales, no hace falta que os diga. Steve da un paso hacia delante y yo le sujeto para que no vuelva a hacer ninguna tontería.

—Valeria, nosotros no tenemos nada que ver con tu padre. —explica Steve.

Ella vuelve la vista hacia Víctor y él asiente con la cabeza indicándole que no mentimos. Después, traga saliva antes de mentirle, pues le indica que todo ha sido un accidente. Ella nos mira incrédula y después vuelve su atención hacia su esposo, el cual ladea la cabeza esperando una reacción.

—¡¿Otra vez?! ¿¡Pero cuantas veces te he dicho que no uses tus poderes dentro de casa?! —Ella estalla haciendo que mi adonis y yo, nos sobresaltemos — ¡Y mírate, estabas ahí tirado! ¿Pues no que te dolía todo? ¡Después no me vengas llorando, porque no te voy a creer más! ¡Es que siempre pasa igual, en cuanto me doy la vuelta me encuentro con estas cosas!

No os lo vais a creer, pero mientras ella grita y hace aspavientos, Víctor no le responde, no la golpea para hacerle callar, ni siquiera se defiende.

—¡Y mira mi maravillosa lámpara de araña! ¡Estaré encontrando cristales por años!

Ahora parece que la chica va a llorar y me siento un poco responsable, pero no digo nada porque uno no se mete en discusiones de pareja y porque estoy pendiente de que Steve no haga ni diga nada más.

—Cariño, esa lámpara nos la regaló tu madre y es horrorosa. —Víctor trata de bromear, una vez que ha terminado de acercarse a ella y sacudirse un poco—. ¿Estás bien?

—No, no estoy bien. Me caí, me golpeé la cabeza y todas las tazas de café terminaron sobre mí. —solloza como si fuera una niña.

La verdad, me recuerda un poco a mí cuando trato de buscar atención.

Víctor se acerca con cuidado, pero ella le da un manotazo para que no pueda abrazarla.

—¿Y ahora que se supone hago con ellos? ¡Te vieron y a saber que estarán pensando de nosotros! Al final, siempre me quedo sin amigos.

Golpea de nuevo a Doom para después, dejarse caer entre sus brazos y ocultar su rostro sollozando en su pecho. Él la abraza con cara de culpabilidad.

CAÍDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora