Capítulo 15.

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No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cuando recobro el conocimiento, me encuentro en un lugar totalmente desconocido para mí.

Siento frío, y aún veo algo borroso, así que tanteo lo que debe ser el suelo, antes de conseguir ponerme de pié.
Tengo nauseas. Seguramente son efecto del viaje tan movido que hemos tenido, o por lo que sea que llevara el trozo de tela que el imbécil de Víctor me puso en la boca.
No puedo evitar que me dé una arcada y vomito un poco.

Por lo menos no estoy maniatado o algo por el estilo. Tampoco me ha cubierto la boca o los ojos con nada.

Me pregunto, porqué habrá hecho algo así. Él aparenta ser un hombre correcto, calmado y con un puesto respetable. ¿Acaso no le importa lo más mínimo meterse en un lío por un simple rechazo amoroso?
Soy un Stark, al fin y al cabo. Él lo sabe y me sorprende, que no haya pensado en como la prensa le destrozara si se enteran de esto.
¿Tan dolido está que no le importa?

Cuando consigo ponerme en pie y enfocar con mayor claridad, me doy cuenta de que ante mí, hay una reja. ¡Una maldita reja! Y detrás de ella, se encuentra Doom sentado en un cómodo sillón orejero, con apariencia totalmente relajada.

Trato de guardar el equilibrio, aún la cabeza me da vueltas gracias al puñetero veneno, cloroformo o lo que sea, y me doy cuenta, de que no estoy en ningún calabozo inmundo como los de las películas de terror que tanto me gusta ver, sino en una especie de salón sobrio, pero bastante elegante, de reja para afuera, claro.

Algo sale de la boca de mi captor. Humo, enfoco mejor aferrándome a los barrotes. Víctor está fumando tranquilamente, y cuando le miro, soy capaz de percibir como su típica sonrisa torcida, se va haciendo cada vez más grande en su cara.

— ¿Quieres una calada, cariño? — Arrastra esta última palabra, para darle más énfasis.

— No, yo. — Mi boca está pastosa. Necesito agua — ¿Se puede saber que te hice? ¿Por qué me has traído aquí?

— Bueno...Este no era el modo, pero si el lugar. Solo me hiciste adelantar un poco el viaje. — Miro a todos lados, buscando a que se refiere.

— ¿Era aquí donde me querías traer? ¡Ah! Ya entiendo, eres de esos que le dan al sado. ¿Pero eso no tiene que ser consensuado? Digo, siempre pensé que sí. — Víctor se levanta despacio del sillón y se acerca hasta mí con esa sonrisa arrogante adornando su cara, pero por desgracia, no avanza lo suficiente como para que pueda sacar mi brazo y alcanzarle. Se queda justo, a la distancia precisa para que no llegar hasta él, como si lo tuviera estudiado.

Ojalá pudiera alcanzarle, así le estrangularia con mis propias manos, hasta que aceptara sacarme de aquí.

— Vamos, déjame salir o entra conmigo. Aún lo podemos pasar bien. Visto de este modo, hasta me estoy poniendo caliente. —Doom chasquea la lengua con desagrado.

— ¿Estás loco? Ni con un palo te tocaría. Eres patético. — ¡A la mierda! Soy un imán para los desequilibrados mentales.

No os voy a negar, que sus palabras se han clavado en mí como un puñal, pero trato de hacer a un lado por un momento lo que acaba de decir, y el daño que ha hecho a mi ya maltrecha autoestima. Lo último que me apetece ahora, es que este malnacido, vea que me ha afectado con su comentario en lo más mínimo.

— Que yo recuerde. Fuiste tú quien me metió la lengua hasta el fondo en mi despacho. ¿O ya lo has olvidado, "cariño"? — trato de arrastrar la palabra, del mismo modo que él lo hizo antes, nada más por fastidiar.

— Sí, bueno. Las cosas que uno tiene que hacer. Aún me dan arcadas. — El muy asqueroso se mete los dedos en la garganta, y finge una delante de mí, haciendo que se me revuelva el estómago de nuevo.

CAÍDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora