Capítulo 13.

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Hacía demasiado tiempo que no lloraba de esta manera. En lo único que pienso ahora es en que no quiero salir de la cama, ni de mi casa en lo que me resta de vida. Me da igual mi trabajo, me da igual Víctor y me da igual todo. No sé por qué, pero nunca me había sentido tan solo, tan desamparado como me siento ahora.

Me pregunto cual fue el momento exacto, la hora, el minuto, el segundo; en que me convencí a mí mismo de que si no estaba con Steve, era única y exclusivamente porque yo no quería. Porque no estaría bien relacionarme con alguien en tal estado de precariedad mental. En pocos momentos me plantee la posibilidad de que él pudiera rechazarme. Bueno, en realidad sí lo hice, pero luego recordaba las veces que me había mirado con esa carita de cachorrito desvalido, o cuando al llegar el primer día, me contemplaba como si yo fuera lo más maravilloso que hubiera visto en su vida. ¿O fui yo quien imaginé que era eso lo que sus ojos me decían? ¿Fui yo quien tenía los delirios y no él?

No lo sé, pero el darme cuenta de que de verdad, nunca habrá nada entre nosotros, deja en la nada cualquier decepción, cualquier desengaño que haya podido sufrir en el pasado. ¿No es irónico que justo me pase esto con él? ¿Con alguien que nunca me prometió nada, ni me juró amor? ¿Con quien ni siquiera he tenido una cita, ni me ha regalado flores?

Abrazado a la almohada, miro hacia la puerta, la cual he cerrado con llave desde dentro, y agradezco no escuchar nada al otro lado. Sería demasiado incómodo comprobar, como me rechazan de nuevo a través de la madera. Sé que a lo mejor, no estoy pensando con claridad en este momento, ya que aún estoy ebrio y dolido, pero decido, que tal vez debería tomar alguna pastilla para dormir, de las que hace tiempo me recetó un doctor y que nunca llegué a tomar, más que nada, porque no me molestaban mis desvelos, lo cuales aprovechaba para trabajar, o hacer chapuzas, y porque en realidad, no creo que sea buena idea tomarlas si he bebido, y la verdad, es que casi siempre hay alcohol en mi organismo.

Abro el bote de las pastillas entre sollozos, pero mis manos, aún tiemblan al ritmo de las sacudidas que me ha dejado el llanto y sin querer, terminan cayendo todas al suelo, justo en el espacio que queda, entre la cama y la mesilla de noche. ¿Es que nada me puede salir nunca bien? ¡No quiero levantarme y recogerlas! ¡No es justo!

Me quedo mirándolas fijamente, enviándoles mil maldiciones mientras aprieto fuerte la almohada, y recordando mi anécdota de esta mañana en la cafetería.

Sin pensarlo demasiado, y para terminar de burlarme de mí mismo y de mi suerte, les pido mentalmente que suban hasta donde estoy, pero obviamente no lo hacen, así que como ya me he abandonado a mis desvaríos; les lanzo la almohada frustrado.

Bien. Ahora, no tengo almohada, ni tampoco pastillas, así que lanzo un grito de frustración, que tal vez, se ha escuchado en la planta baja, así que me cubro la boca con la mano y les amenazo, con un tono de voz muy bajo, diciéndoles que las mataré si no suben hasta donde estoy.

No os lo vais a creer, pero como si esto fuera un truco de Houdiny, o mejor dicho, de Dynamo, las pastillas responden y comienzan a desfilar una tras otra, levitando hasta donde estoy. Lo hacen despacio, como con miedo a que realmente cumpla mi amenaza y las asesine.

Apunten: 20 de junio del año 2000. Tony Stark, primero de su promoción, graduado con honores y poseedor de dos carreras y tres doctorados, perdió todo lo que le importaba, incluida la cordura.

Embobado sigo con la vista la trayectoria de las pastillas, todas suben en hilera. No ha habido ni una, que se haya atrevido a negarse a mi exigencia. Solo el bote, permanece tirado en el suelo. Me apetecería ordenarle que subiera también, pero si me enfoco en él, es probable, que todo lo demás caiga sin remedio.

Se me ocurre, que podría escapar por la ventana y enrolarme en algún circo ambulante. Allí nadie me conocería, no tendría que volver a verle la cara a Adonis, y yo... A quien voy a engañar, seguiría sintiéndome como una basura sin él, pero al menos no tendría problemas para conseguir que me contrataran dada mi nueva habilidad de levantar cositas redondas y pequeñas.

CAÍDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora