Capítulo 25

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Nota: Hubo un pequeño cambio sin importancia en el personaje de Natasha, todo sigue igual, pero he marcado su acento desde que apareció en la historia, perdón por el leve cambio pero creo que queda mejor así en esta ocasión. Ya sabéis, cosas de ir sin guión.

***

Tras poner nuestra mejor sonrisa, despedirnos y salir lenta y educadamente de la casa, la puerta se cierra a nuestras espaldas. Giro la cabeza y al comprobar que ya no hay nadie mirando, doy un tirón al brazo de mi futura cuñada y ambos corremos hacia el coche como si hubiéramos cometido una niñería.

—Esto es tan poco prrofesional. —dice ella ocultando fatal su sonrisa, mientras subimos al vehículo donde los demás nos esperan.

—¡Arranca Greg! —grito con la adrenalina a tope.

—¿Cogiste algo prestado? —Gira la cabeza hacia atrás, su mirada es claramente acusatoria.

—Sí, uno de sus maravillosos ceniceros. No te digo. Arranca y escóndete.

Mi hermano se pone en marcha tranquilamente, así, como si no hubiéramos dejado a un hombre electrocutado en un lugar lleno de señores extraños con capuchas.

—¿Señorita Romanoff? ¿Qué hizo mi hermano? —pronuncia sin despegar la vista de la carretera. ¡Qué formal! Señorita Romanoff dice, como si no hicieran cositas en la oficina. ¿La llamará así en esos momentos?

—Yo no fui, fue ella. —advierto por si acaso.

—Te salvé el culo, trraidor. —No os lo había dicho, pero se me hace raro cada vez que Natasha arrastra las erres ¿De dónde narices es, rusa? A mí de pequeño me costaba pronunciarlas, por eso me parece un derroche que alguien vaya tan sobrado.

—¿De qué le salvaste, si se puede saber?—Jolines, Steve como siempre, está atento a todo nada más cuando menos me interesa.

—De un ex muy mono.

Mi hermano desvía la vista hacia Natasha por tan solo unos segundos, pero lo hace. ¿Son celos?

—Sí, a ella Víctor también le parece mono —sentencio—, y eso me hace sentir menos miserable por haberme metido en este lío. ¿Quién no habría caído?

Para mi desgracia todos dicen "yo" al unísono, incluso la muy falsa de Pepper, que más de una vez me incitó a ir derechito a sus brazos.

—¿¡Te encontraste con Víctor y no me avisaste!? ¿En qué estabas pensando? —protesta Steve. Ya me va a caer un paquete. Lo veo.

—A ver, que tenía un pequeño problema en ese momento. Bueno, básicamente el problema era con su mano en mi cuello, y no estaba yo muy para dar voces. Además, ¿qué clase de ángel de la guarda eres tú que no está cuando me meto en problemas?

—¿Uno que ya no puede estar observando todo el rato desde arriba? ¡Te lo dije! ¡Te advertí que ya no puedo ver todo lo que te pasa, pero tú, no pierdes un momento para alejarte de mí, y justo en un lugar donde sabíamos que podía aparecer Doom! ¿Para qué te sueltas de mi mano? ¡Si es que no paras!

—¡Es que no soy un jodido niño para ir de tu mano todo el tiempo! ¡Que tenía que hacer pipí! ¿O es que ahora también vamos a ir de la mano al baño? —grito mientras veo como Steve aprieta la mandíbula y resopla furioso.

—¿Otra vez pipí?—interrumpe Rhodey—. A ver si vas a tener problemas de próstata, con eso de que ya no eres joven.

—¡Que tiene nuestra misma edad, no seas exagerado! —¿Pepper admitiendo su edad? Increíble.

CAÍDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora