Punto de vista de Mica
Supe que estaba cerca antes siquiera de que llegara. Tenía suficiente tiempo para huir, para desaparecer y dejarla hundirse en mi mentira. Pude haberla dejado encontrar la casa vacía y hacer que se olvidara de mí completamente.
Pero no pude.
No pude resistir las ganas de verla, de escuchar su voz. Aún tenía la esperanza de que aquella Luna de la que me había enamorado siguiese allí dentro de ella. Por eso me quedé inmóvil cuando la vi aparecer frente a mí. Me miró como si no pudiese creerlo, como si yo fuese un espejismo o un fantasma.
-Mica...-llamó extendiendo su brazo para tocar mi piel y comprobar así que era real. Estábamos uno frente al otro, y ninguno de los dos podíamos creerlo. Quité su mano de inmediato, más por reflejo que por rechazo.
-Debes guardar el secreto-fue lo único que encontré para responder, y vi como en su mirada se dibujaba la confusión pura.
-Pero...Porqué? Porqué hiciste todo esto? Porqué...?-
-De verdad me lo preguntas?-le corté irónicamente. Vestía diferente. Mucho más elegante. Su cabello también había crecido.-Lo hice porque prefería huir fingiendo mi muerte, que vivir muriendo al ver como te perdía.-
Me arrepentí inmediatamente de mis palabras una vez salieron de mi boca. Había sido demasiado honesto y había divulgado una verdad que me dolía como los mil infiernos.
-Pero aún podemos arreglarlo! Podemos...-se exclamó casi en desesperación, y yo solo me preguntaba si era esa otra mentira. Me torturaba escuchar aquella esperanza inventada.
-No Luna, no podemos-respondí gravemente y me arrepentí de inmediato en haberme quedado frente a ella y no huir. A veces olvidaba lo mucho que pesaba su mirada sobre la mía.
-Podemos huir! Tú y yo. Podemos irnos lejos, sin que nadie sepa dónde estamos, sin que...- propuso. A mí también, me gustaría creer que esa era una posibilidad. Me gustaría creer que aún teníamos tiempo para volver atrás y reconstruir lo que fuimos. Me gustaría poder engañarme y pensar que el destino podía estar a nuestro favor.
-No, Luna.-la detuve.-Eres reina ahora. Estás casada con mi hermano. No puedes dejar a tu pueblo.-respondí sin siquiera entender cómo podía pensar en eso.
-Y yo te necesito a ti!-gritó mientras una lágrima corría por su rostro. Me hubiese encantado caer en esa mentira abismal y aceptar cualquier trato que nos permitiese estar juntos, pero le había perdido la esperanza al amor, y ahora que mi corazón estaba roto, se negaba a reconstruirse de palabras vacías. Pero porque parecía su llanto tan real? Porqué pareciera como si estuviese diciendo la verdad? Que ganaba ella fingiendo tal sufrimiento?
-Debiste pensar eso antes-respondí amargamente sin saber a dónde nos llevaría esta conversación.
-Déjame salvarte-susurró finalmente en un hilo de voz.-Por favor déjame hacerlo-
Me quedé en silencio y me senté en la arena. Estaba fría y el viento era fuerte, pero solo podía mirar a la luna mientras que ella me contaba cómo soñaba con mi salvación cada noche.
-Y dónde está ese lago?-pregunté cuando terminó.
"Un lago en el que siempre hay sol". Mientras más lo pensaba, más me parecía absurdo.
-Creo saber dónde es. Déjame llevarte-respondió convencida. Su deseo de salvarme parecía tan honesto, y durante un segundo olvidé el pasado y me concentré en mirar sus labios. Quería besarlos, hacerla mía. Y luego empecé a preguntarme cuántas veces se había entregado a mi hermano.
-No quiero que vengas conmigo. No sé si es peligroso-respondí desviando la mirada hacia el mar.
-Y porqué te importaría ponerme en peligro, si al final no somos nada?-
Aquel había sido un buen punto, y es que mis palabras se contradecían constantemente. Le dije que no era nada para mí, que no sentía nada, pero aún así la cuidaba como si lo sintiese todo.
-Nos vamos mañana-contesté en un suspiro.
-Tengo que decirle a Lans-
-No puede saber que estoy vivo-respondí firmemente. No podía dejar que nadie se enterara. No por ahora.
-Inventaré algo-me aseguró.
PUNTO DE VISTA DE LUNA.
Cuando llegué de vuelta al castillo me alegré al ver que todo seguía en silencio. Subí a mi habitación y me senté en el suelo frío. Cada parte del mi cuerpo temblaba de alegría, de esperanza, de alivio. Saber que Mica estaba vivo me hacia volver a la vida a mí también, y pensar que la clave de su profecía estaba en mis manos, me daba luz. Esperé a que el sol saliera para vestirme. Decidí arreglarme como a Lans le gusta.
Aunque yo nunca podría enamorarme de él, sabía lo mucho que me quería y lo apreciaba mucho por ello.
-Cariño-saludé dejando un beso en su mejilla para sentarme luego frente a él. Me sirvieron el desayuno como cada mañana. Quién diría que la Luna huérfana que comía dos veces al día terminaría teniendo tales banquetes?
-Los reyes Novas me han invitado a sus tierras. El rey Archer me ha perdonado, y ahora que no tengo mis poderes, quiere conocer a su hija- mentí esperando que me creyese. Por desgracia Lans me conocía muy bien, pero no pareció percibir nada.
-Es una buena idea, pero no podré ir contigo. Tengo las reuniones y...-
-Por eso no te preocupes. Después de todo estaré con mi padre. Será una manera de conocer mejor a mi familia. Puedo ir sola.-contesté intentando sonar segura. Lans me miró unos largo segundos. Sabía que no le gustaba dejarme sola. Siempre me cuidaba.
-Si tú sientes que debes ir, pues adelante- concordó. Me gustaba que Lans fuese un hombre justo. No intentaba controlarme y me dejaba toda la libertad que yo quisiera. En los demás reinos, las reinas eran solo mujeres bonitas que servían de adorno y que no tenían ningún poder. Su amabilidad me hacia sentir aún más culpable por querer a otro.
-Te llamaré cada día-me despedí.
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Sin Mirar Atrás
FantasyLuna. Un nombre que desató desgracia en un mundo que no es el nuestro. En su sangre había algo funesto. En su mirada había pura vida. Hija de luz y sombras. Entre el bien y el mal. Condena y salvación. Poder. Traición. Secretos. Amor. Y dos prof...