Cap 48-Sola

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Escuchen la canción mientras leen<3

Nos marchamos del castillo Nova a la mañana siguiente y emprendimos nuestro viaje de vuelta a nuestro reino. Mientras más avanzábamos por el camino a casa, más sentía que me derrumbaba en un sentimiento de impotencia y desesperación. No podía soportarlo, y estaba condenada a ahogarme por siempre en aquel dolor que llevaba su nombre.

Durante las pesadas horas Lans no me dirigió la palabra. Sabía que le dolía ver cómo sufría por otro, y como a pesar del tiempo y sus esfuerzos, Mica seguía en mi mente como un fantasma que rechaza irse de una casa abandonada. 

-Estás segura?-preguntó cuando llegamos al castillo, y yo supe inmediatamente a lo que se refería. 

-Porqué no lo estaría? Es tu hermano. Debes ir a su boda, y como tu esposa debo ir contigo.-respondí tratando de calmar el huracán que desataban esas palabras en mí. 

-No hagas esto por mí. No necesito ver como mi esposa desea ser la novia- 

Sus palabras fueron duras, y fue la primera vez que escuché un reproche de su parte. 

-Te equivocas- mentí midiendo el tono de mi voz. No quería una pelea. 

-Quisiera equivocarme, pero aún lo veo claro. Quieres a Mica- sus últimas palabras se cerraron en un lamento, y me sentí culpable al ver una sombra de dolor infinito aparecer en sus ojos verdes.

-Yo...- 

-Lo intenté. De verdad lo intenté. Dime, Luna, que hice mal?- una lágrima se deslizó por su mejilla mientras yo retenía mi respiración. Era como si pudiese escuchar su corazón partirse, y me sentí como un monstruo por hacerle daño a quien no lo merecía. Lans siempre había sido tan fuerte, siempre había cuidado de mí, y ahora se desvanecía frente a mis ojos sin que yo pudiese evitarlo.

-Nada, Lans.- respondí limpiando su lágrima con mi mano. Cuanto me gustaría estar enamorada de él, cuanto me gustaría haber caído en sus brazos como caí en los de Mica, y odiaba a mi corazón por aferrarse tanto a lo imposible. Ahora ambos éramos infelices por amor, y todo era mi culpa. 

Lans quitó mi mano de su rostro suavemente, y entendí que no había remedio para una herida tan profunda.

-Ve-susurró para luego darme la espalda y perderse por el pasillo que daba a nuestra habitación.  Y yo me quedé allí.

Sola. 

Otra vez. 

Siempre...sola. 

Me derrumbé en el suelo y sentí mi pecho apretarse. Porqué lo perdía todo?  Había perdido a mi familia, a mis amigos, y ahora perdía a la única persona que me había apoyado desde el principio. Cuando todos me habían visto como un arma oscura y letal, Lans había buscado luz en mí. Era como si estuviese destinada a que todo a mí alrededor se esfumara en una lágrima. 

Lo había perdido todo por Mica, y a él también, lo había perdido. 

Que me queda ahora? 

Me puse de pie y salí por la inmensa puerta de metal dorado. Aquel castillo que me había convertido en quien era, aquel lugar que nunca se sintió como mi hogar pero que lo hubiese sido si Mica no se hubiese cruzado en mi camino. 

Fuí al jardín por última vez y tomé una de esas tantas rosas que admiraba cada noche desde mi ventana, deseando ser tan fuerte como ellas cuando llega el invierno. Nunca me había sentido tan vacía, y de repente sentí la necesidad de encontrar quien era antes de que el destino me condenara miserablemente en un castillo de diamantes. Miré al cielo y vi como el sol brillaba con fuerza, pero sin llegar a cegarme. Buscaba una respuesta entre tanta luz, aunque mis deseos de desvanecerme, de abandonarme a la muerte, empezaban a apoderarse lentamente de mí. 

Quién me extrañaría, si yo solo había hecho daño ?

Salí del castillo y me hundí en aquel bosque sintiéndome inservible, tan solo un alma maldita entre un campo de ira. 

Caminé por horas sin ningún rumbo en especifico hasta que llegué a un lugar que se me hacia familiar, pero en el que nunca había estado antes : 

Un campo de rosas blancas.

El viento azotaba con fuerza, y me pareció extraño encontrar ese tipo de paisaje en medio de un bosque. Por puro instinto puse mi mano en mi vientre, y como una bala de plata atravesando mi corazón, recordé aquel extraño sueño que había tenido unas semanas. 

Un campo de rosas blancas, un bebe... sangre. 

Caí al suelo sintiendo como el aire se escapaba de mis pulmones, y entendí que no había sido un sueño. 

Había sido una premonición. 

La luna intentaba decirme que estaba...

No. 

No podía  siquiera decirlo. Aquella palabra no podía salir de mis labios, y la única respuesta era aquella noche que había vivido con Mica cuando emprendimos el viaje al lago de oro para cambiar su profecía. 

Una lágrima corrió por mi mejilla y grité de frustración sintiendo como moría por dentro. 

Y luego, todo fue oscuridad. 



Sin Mirar AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora