Solo podía escuchar voces confundidas, mi vista estaba turbia y no podía discernir las palabras que entraban por mis oídos. Mi cabeza dolía, pero era mi piel, la que me torturaba. Sentía como si me estuviesen quemando viva. Intenté enfocar, pero veía todo blanco. Estaba en el infierno? Pero si había lavado los platos! O tal vez me había quedado ciega?
Intenté sentarme, pero mi cuerpo no se movía. Fue entonces cuando me invadió la angustia. Qué diablos estaba pasándome? Dónde estaba?
-Tranquila-susurro una voz feminina delicada. Sentí una mano acariciar mi cabello, pero su tacto me hizo sobresaltar.
-Dónde estoy?-pregunté a duras penas. Poco a poco, mi vista volvió y pude al fin respirar.
Definitivamente esto no era el orfanato.
Era una habitación espaciosa y pintada de blanco. No había mucho en ella, pero lo suficiente para que entendiese que se trataba de una especie de enfermería. Lo que primero llamó mi atención fue una repisa en caoba antigua sobre la que descansaban pequeños frascos con toda clase de líquidos de colores. Parecieran pintura.
La mujer que estaba sentada a mi lado debía tener unos 40 años. Estaba vestida con un elegante vestido negro que cubría todo su cuerpo y una especie de manto de los que no se compraban en tiendas. Su cabello negro estaba trenzado y caía sobre uno de sus hombros.
-Quién es usted?- pregunté sintiéndome en peligro. Mire rapidamente a mi al rededor para buscar con que defenderme en caso de que me atacara.
-Soy Kaliste- respondió ella tranquila. Su mirada era suave, casi maternal.
-Dónde estoy?- antes de que pudiese responderme, la puerta de la habitación se abrió de golpe.
-Lamento interrumpir, pero hay una emergencia- dijo una chica de más o menos mi edad.
-Dónde esta Mica?- pregunto Kaliste.
-Dormido, como siempre- refunfuñó la chica rodando los ojos.
Kaliste suspiró y me lanzó una última mirada antes de salir de la habitación y dejarme sola.
Ahora sí, tenía que huir.
Me senté en la cama sintiendo un ligero mareo y creí que me desmayaría cuando vi mis brazos.
Estaban...tatuados.
Un fuerte grito de espanto salió de mi garganta mientras mis ojos miraban con miedo mi piel. Que diablos me había ocurrido? Retiré la sabana de golpe para darme cuenta que los mismo tatuajes color oro se extendían hasta mis piernas.
Mi respiración se aceleró y la desesperación invadió mi cabeza con violencia.
Que me habían hecho? Me puse de pie con prisa y me acerqué de una de las ventanas con el fin de salir de allí y volver al orfanato.
Pero el paisaje que me brindaba, no era el paisaje de Londres.
Tan solo se veía un inmenso bosque.
Cerré los ojos con fuerza y volví a abrirlos tratando de convencerme de que debía ser un sueño. O más bien una de esas tantas pesadillas que maldecían mis noches.
Estaba en un segundo piso, por lo que sí saltaba probablemente saldría herida. Así que simplemente, decidí salir por la puerta.
El pasillo era amplio, incluso demasiado, y estaba repleto de puertas idénticas con números. Caminé rápidamente rozando las paredes, rogándole a todos los dioses existentes porque nadie me viese. Cuando al final del pasillo vi a Kaliste hablando con un par de personas, no lo pensé un segundo y abrí la puerta más cercana a mí.
Era una habitación diferente a la anterior. Todo estaba oscuro y hacia mucho frío. Aún así pude ver una cama y un escritorio. Me relajé al no notar la presencia de nadie. Abrí la puerta ligeramente para poder ver al exterior teniendo cuidado en que no me vieran. Mi cuerpo dolía y no me sentía capas de poder salir corriendo si me perseguían. Nunca en toda mi vida había sentido tanto espanto. Me sentía como una presa en el medio de la nada y tenía que buscar un plan de escape.
Respiré profundamente un par de veces intentando calmarme, pero mi corazón se detuvo cuando sentí a alguien detrás de mí. "Ahora sí moriré", pensé.
Era un chico alto, mucho más alto que yo. No podía ver exactamente sus rasgos en la oscuridad, lo único que sabía con certitud era que no le ganaría una pelea.
-Quién eres tú y que haces aquí?- dijo hastiado. Lo vi moverse hacia una mesa y encender la luz dejándome ver a un chico de cabello castaño y ojos color miel. Lo más extraño de todo es que estaba en pijama. Estaba dormido?
Achiqué los ojos sin poder sentirme más confundida y aterrada. Lucia estar muy tranquilo para ser otro secuestrado. Revolvió su cabello y se sentó en su cama.
-Te hice una pregunta- dijo de mala manera.
-Yo..-
-Eres Luna, no?- me preguntó fijando mis tatuajes.
Como diablos sabía él quien yo era? Y si el había participado en mi secuestro? Lucia muy joven como para ser un criminal.
-S..si- tartamudeé.
El chico suspiró como si tuviese frente a él a una retrasada.
-Tienes que ayudarme a salir de aquí- dije casi en una suplica, lo que pareció confundirlo.
-Y porqué haría eso? Estás en casa.-
-En casa?-
Esto se estaba poniendo más raro de la cuenta.
-No has hablado con Kaliste? Estás en Meria, la tierra de los vampiros chupa sangre-
Aunque la situación era aterradora para mí, no pude evitar estallar en risas cuando escuché eso.
Era lo más ridículo que me habían dicho. Luego lo consideré al recordar los extraños tatuajes que decoraban mi piel.
Oh por dios.
Era cierto.
Toda mi vida había deseado ser Bella de Crepúsculo. Donde está mi Edward?
La situación me era tan confusa que empecé a marearme. Sentía que mi cerebro explotaría.
Al ver mi cara de espanto, fue esta vez el chico quien estalló en risas.
-Es un chiste. Estás en Aria.-
-Aria?- repetí.
Segundo Cap!
Que les está pareciendo la historia hasta ahora?
Que les parece el personaje de Luna?
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Los quiero un mundo
DD
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Sin Mirar Atrás
FantasiaLuna. Un nombre que desató desgracia en un mundo que no es el nuestro. En su sangre había algo funesto. En su mirada había pura vida. Hija de luz y sombras. Entre el bien y el mal. Condena y salvación. Poder. Traición. Secretos. Amor. Y dos prof...