Cap 22-Un presentimiento

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Punto de vista de Luna. 


Desperté cuando los rayos del sol en infiltraron por la pequeña ventana. Me puse de pie sintiéndome relajada, no había dormido tan bien en más de un mes. Me puse de pie y me di una ducha. La habitación era pequeña, pero me encantaba. Me vestí con la ropa que había traído y bajé las escaleras. 

-Mica se ha ido esta mañana- me dijo Victoria cuándo me senté a desayunar.

-A dónde?- se habrá ido por lo que yo le había dicho? No podía ser posible. 

-Se ha ido a ver a sus padres. Quiere conseguir información- me explicó ella. 

-Pero no es eso peligros? No son ellos los malos?- 

-Nada es peligroso para él, Luna. Podría vencer a un ejercito el solo- 

-Porqué es tan fuerte? Que lo hace más poderoso que el resto de los Silas?- pregunté. 

-Una profecía. Una Gea dijo antes del nacimiento de Mica que llegaría al mundo un Sila de sangre noble bendecido por el sol. Poco después nació Mica.- 

-Esto de las profecías es una locura- suspiré recordando la profecía que tenía que ver conmigo. 

-Las profecías son importantes para nuestro mundo, Luna. Es cuando la tierra nos habla. Es por eso que los Geas son tan importantes, solo ellos conocen nuestro destino.- 

-Cuando volverá Mica?-pregunte. No es que estuviese ansiosa por verlo ni nada, no se confundan. 

-Mañana en la mañana-me respondió Victoria. 

Terminamos de desayunar y me fui a mi habitación. Me quedé observando mis brazos. Porque no podían aparecer aquellos poderes para terminar con todo esto? Los tatuajes se dibujaron lentamente. Eran finos, como si alguien los hubiese trazado a mano. Los tatuajes estaban allí, pero donde se ocultaba aquel poder que todos aseguraban que escondía dentro de mí? Intenté concentrarme, pero no sabía en qué. Mi mente estaba agobiada y no podía dejar de pensar en que todo esto era un sueño y despertaría pronto en el orfanato.  De repente dejé de sentir la brisa que entraba por mi ventana y un horrible dolor inundó mi pecho. Entré en pánico, no podía respirar. Intenté gritar, no podía moverme. Que diablos ocurría? 

Un terrible presentimiento llenó mi mente. 

Mica. 

PUNTO DE VISTA DE MICA

Pasé la inmensa puerta para poder entrar al castillo. Aquel castillo en el que había pasado gran parte de mi vida, en el que había aprendido a pelear, en el que había pasado miles de horas encerrado en mi habitación tratando de luchar con la soledad y la amargura. Aquel castillo que nunca fue más que una cárcel para mí. 

Sabía que ellos ya me esperaban. Mis padres sabían que no me quedaría de brazos cruzados, yo aún era príncipe y defendería a mi pueblo de la guerra que los reyes querían desatar. 

-Su alteza lo espera, Príncipe-me anunció una mujer. Ya no conocía al personal, hacia mucho tiempo que no ponía un pie allí. 

Me dirigieron al salón de reuniones. Era la oficina de mi padre, donde armaba sus locas estrategias de venganza hacia los Nova, que en realidad no habían hecho nada más que ser más prósperos. 

Mi madre también estaba allí, vestida de pies a cabeza con la pedrería más cara, las telas más finas, la corona más grande. El lujo era una adicción para ella, lo único que llenaba su corazón.

Cuando entré, mi madre me miró de arriba abajo. Yo no llevaba ningún ridículo traje noble. Llevaba mi uniforme de soldado, porque eso era, un guardián.

-No me esperaba a que reaccionaras tan pronto-dijo mi padre sin mirarme. Su voz era fría como la como la mía. 

-Detén esto o lo detengo yo-amenacé. 

-Dónde llevaste a la chica?-preguntó entonces con interés. Claro que querían a Luna. Querían su poder, eso les aseguraría una victoria sin dificultades.

-Le pones un dedo encima y te aseguro que...-

-Eres un traidor, Micaiel-me cortó mi madre, que solo me llamaba por mi nombre completo.-le quitas el apoyo a tu familia por una chiquilla que no vale nada- Apreté mis puños con fuerza al escuchar eso. 

-Mi apoyo no lo han tenido nunca y nunca lo tendrán, y si Luna no valiera nada no estuviesen haciendo toda una persecución para encontrarla-recalqué. Cómo es que podían existir seres tan despreciables ?

-Esa chica es un arma, Mica. Entiéndelo- intervino mi padre esta vez despegando los ojos de sus documentos.

-Déjenla en paz. Olvidense de esta guerra o ayudaré a los Novas- 

-Te atreverías ir contra tu pueblo?-provocó mi madre. 

-Nunca contra mi pueblo, pero si contra sus reyes-

-Sabes Micaiel. A pesar de tu...actitud-dijo mi padre con disgusto-siempre he pensado que serías un buen rey. Mejor que Lans-continuó. 

Como Lans era el mayor, la corona iba directamente a él. 

-Qué estás diciendo?-pregunté deseando que se fuese al grano. Sabía lo manipuladores que podían llegar a ser mis padres. 

-Te entregaré el trono si me apoyas en esto. Entrégame a la chica, invadamos a los Novas y serás el rey más poderoso. Tendrás el imperio que..- 

-No- respondí de inmediato. Su propuesta me parecía absurda. No me interesaba aplastar a nadie. No me interesaba el poder. 

-Deberías pensar...-insistió mi madre. 

-Mi respuesta es no-dije elevando la voz. 

-Si no estás con nosotros, estás contra nosotros. Adiós, Micaiel.- 

Sentí un cosquilleo en mi cuello y un objeto de metal perforar mi piel. 

Un dardo. 

Antes de que pudiese arrancarlo y sabiendo lo que contenía, caí al suelo paralizado. En menos de unos segundos, perdí la conciencia. 



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