A la mañana siguiente volví a portar aquella pesada corona que me hundía. Lans había lanzado un plan de reconstrucción después de la guerra, y era momento de accelerarlo. Había tanto que quería hacer, tanto que quería cambiar. Ser reina por fin cobraría sentido, y mientras pasaban los días más ganas tenía de concentrarme solo en aquel pueblo que estuvo abandonado y que tanto sufrió por mi culpa. Descubrí lo que era la responsabilidad y la valentía, me dediqué día y noche a construir una mejor vida para aquellos que me habían puesto en el trono, y si, me costó ser aceptada, pero todo el esfuerzo valió la pena y terminé por sentirme en casa entre aquellos que eran luz.
Una mañana también decidí que era momento de aceptar mi otra mitad. Le escribí una carta al Rey Archer, mi padre, y le dije que me interesaba conocer a mi hermanos.
Eran dos, Dante y Alec, ambos mayores que yo. Aunque sabía que no estaban a mi favor, quería al menos intentarlo. La familia no me sobraba, y ahora que mi alma se encontraba en calma, era momento de unir la sangre. Me alegré al ver que recibí una pronta respuesta que me invitaba junto a Lans a sus tierras. Mi corazón se hizo liviano y empaqué mis cosas. Lans estaba conmigo, y eso me daba tranquilidad, aunque también me causaba indiferencia.
Las tierras novas eran preciosas, el clima era mucho más frío pero se sentía agradable pisar la nieve blanca. El castillo quedaba en una colina y era completamente diferente al castillo Sila. Sus paredes eran de colores fríos y las puertas llevaban grabadas la forma de la luna, el astro al que le rendían tributo. Nos recibieron los reyes y los príncipes, todos vestidos impecablemente en telas de seda y lino blanco. Mi padre lucia mucho mayor que la última vez que lo habita visto, más cerca de la muerte que de la vida. Era un rey con muy buena reputación, conocido por ser particularmente justo y siempre ayudar a los más empobrecidos. Su esposa, la reina, nos miraba con una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Ya la había conocido antes y me había mostrado su desprecio. Siempre había tenido miedo de que pudiese quitarle el trono a sus hijos. Después de la guerra, sugirió incluso mi encarcelamiento, pero mi padre se negó a pedir tal cosa. Alec, que era el mayor, saludó con reticencia, como si me considerase una amenaza. Fisicamente no éramos muy parecidos, su cabello era muy oscuro y sus ojos eran de un gris profundo. Su hermano Dante, que tan solo me llevaba un año, era el único que lucia relajado entre tanta tensión.
-Es un placer conocerla, reina-dijo, y pude notar sinceridad.
Luego de que mi padre y Lans intercambiaran puras cordialidades, nos guiaron a la que sería nuestra habitación por los próximos días, y estando muy cansados por el viaje, quedamos en reunirnos con ellos para el banquete de la noche.
-No sé si esto haya sido una buena idea-le confesé a mi esposo mientras me recostaba ligeramente. De tan solo pensar en aquella prohibida que unía a Lans a mí me hacia sentir como una completa extraña. Estaba agotada y mi mente no dejaba de hacer preguntas que yo no podía contestar, como si viviese una vida que era la mía, pero que me era tan desconocida como un pasillo oscuro interminable.
-Nunca es mala idea intentar hacer las cosas bien. Simplemente no podemos confiar demasiado rápido-dijo sabiamente mientras revolvía su cabello. Podría no estar enamorada de él, pero apreciaba sus consejos y su apoyo.
Cuando llegó el momento, me vistieron con un vestido azul delicado y poca joyas. No me gustaban esa clase de lujos. No se necesita llenar el cuerpo de oro si la riqueza estaba en el alma. Bajé las escaleras antes de la cena para poder ir al jardín y dejar que el aire helado me guardara. La arquitectura era antigua y no perdía la majestuosidad de un templo romano. En el centro, una fuente de al menos tres metros de alto descansaba. En ella estaban esculpidas tres mujeres que extendían sus manos hacia la luna en signo de adoración. Por haber pasado tanto tiempo en territorio Sila, el sol se había convertido en mi principal aliado, pero estando allí observando a aquella luna en toda su gloria, me daba cuenta de que éramos más parecidas de lo que creía. Por algo portaba su nombre.
-Disfruta la vista, reina?-
Me giré suavemente y vi detrás de mí al príncipe Alec. Su presencia me era inquietante. Tenía de esas miradas que gritaban peligro.
-Es sin duda maravillosa-respondí tranquilamente.-Si está de acuerdo, príncipe, me parecería correcto llamarnos por nuestros nombres.-dije ya harta de tanta formalidad.
-Como prefieras, Luna- agregó él con una sonrisa que no había visto antes. Se notaba que era un chico astuto, la malicia se desprendía de su aura.
-Muchas gracias por habernos invitado-dije para no dejar que se instalase el silencio. Veía cómo observaba cada uno de mis movimientos y bebía cada una de mis palabras.
-El placer es todo nuestro. Después de todo, es importante tener a la familia cerca, hermanita-
Sonreí sin sentirlo esperando ya a que mostrara cuales eran sus intenciones en todo esto, y como todo buen príncipe, no tardó en poner las cosas claras.
-La realidad, Luna, es que se me hace intrigante tenerte de frente. He escuchado tanto sobre ti, y nada parece coincidir con la hermosa chica que estoy viendo ahora-
-Te han contado mentiras, entonces-respondí fríamente.
-Pero has sido tú, quien ha empezado la guerra. Has sido tú quien has matado a muchos. Has sido quien has traicion...-
-Qué es lo que quieres?-le corté de inmediato, y mi tono de voz pareció sorprenderle. Se quedó pensando unos segundos aunque yo ya sabía que su respuesta tenía meses en su mente.
-Que no vuelvas nunca. El rey, mi padre, ha sido el que ha insistido en tu visita. Quiero que sepas que no eres bienvenida aquí. Eres solo la traidora que...-
Podía ver como su mirada se incendiaba en odio, y detrás de ella pude ver...miedo.
-Tienes miedo-dije de inmediato, haciendo que detuviese su discurso malévolo. Frunció el ceño ligeramente como si esa palabra no perteneciese a su vocabulario.
-Yo no...-
-Tienes miedo de que nuestro padre termine por aceptarme y quiera dividir el trono. Eres el mayor, por lo que legítimamente, te tocaría a ti, pero sabes que nuestro padre podría cambiar de opinión. El rey quiere asegurar la paz, y que mejor manera de hacerlo que de nombrar reina de los novas aquella que también es la de los Silas? Soy la única mixta. Puedo tener ambos tronos.-provoqué.
Sabía que estaba jugando con fuego y podía ver la ira recorrer su cuerpo como fuego inagotable. Si algo podía ver que teníamos en común, era aquella determinación enfermiza por obtener lo que queremos.
-Eres una...-
-Una descarada? Una desgraciada...? Podré ser lo que quieras, pero al menos no soy una cobarde. Si tanto quieres el trono, gánatelo-espeté, para luego adentrarme a la casa y encontrarme con mi padre.
Al fin tenemos a una Luna que muestra lo que es ser una reina de verdad.
Que les ha parecido el cap?
Gracias por todo el apoyo,
Los quiero un mundo Diamante <3
DD
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Sin Mirar Atrás
FantasyLuna. Un nombre que desató desgracia en un mundo que no es el nuestro. En su sangre había algo funesto. En su mirada había pura vida. Hija de luz y sombras. Entre el bien y el mal. Condena y salvación. Poder. Traición. Secretos. Amor. Y dos prof...