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Fallon:

—Ya veo, tu eres hija de Luz.

Sonrio.

Así que es el.

El fue el gran amor de mi madre antes de papá.

Pero no entiendo porque.

Pongo los ojos en Etienne.

¿Por qué me mintió?

—El parecido es mucho, solo que ella era rubia.

También soy rubia.

Quiero decírselo, pero el me lo interrumpe.

—¿Y Luz.. —Me interrumpe. —¿Cómo está Luz? ¿Ella te ha hablado de mí? ¿Me recuerda?

Aprieto los labios.

—¿Ella me recuerda, cierto?

Siento un nudo en la garganta.

—Ella ya no está. —Pronuncio con un dolor en el pecho. —Murió  hace unos años.

Lo lamento.

Los ojos de ese hombre se ven destrozados, su mirada baja.

—Ya entiendo, ella murió.

—Lo siento.

Quiero decirle lo del diario

—No pude despedirme de ella.

El pecho se me oprime.

Y algo sucede.

El se lleva la mano al pecho y yo me alarmó.

—¡Papá!

¿Papá?

Ese hombre desvanece y Etienne reacciona de inmediato, lo sostiene por detrás y escucho la palabra “Mierda" salir de los labios de Alain detrás de mi, corre hacia el y lo ayuda a levantarse.

Me acerco e intento ayudar, pero terminó bloqueando las escaleras.

—Hazte a un lado. —Me pide Alain.

Lo hago y miro a Etienne.

—¿En qué puedo ayudar?

Sus ojos me miran como nunca en estos cinco días que llevo aquí.

—En nada, ya hiciste suficiente.

Siento dolor en mi pecho y me quedo ahí, de pie y sola mientras trasladan a ese hombre a una de las habitaciones de arriba.














(*)

















Espero fuera de la habitación, no dejo de dar vueltas de un lado a otro hasta que esa puerta se abre y es  Etienne quien sale después de que hace unos minutos salió Alain para decirme que no me preocupara y que no era mi culpa.

Etienne pone los ojos en mi

—¿Cómo está el?

—Sobrevivirá. —Es la primera palabra que me dice. —Pero sería considerado de tu parte que no le dieras noticias que crees podrían afectarlo de cierto modo.

Ahora me siento culpable.

—El corazón de mi padre es muy frágil.

—Lo siento, yo.

El pasa de largo.

Mi boca solo suelta la pregunta. —El es tu padre y dijiste que ya no estaba, creí.

—Dije que no estaba, no que estaba muerto.

—Apreciaría que fueras más claro la próxima vez.

—Y yo que seas honesta conmigo.

Abro los ojos.

—Es claro que no habías escogido este hotel para sentirte más “ comoda", viniste por algo más y ya veo que tenía razones para dudar, las chicas como tu.

—¿Las chicas como yo que?. —Lo detengo. —¿Intentas decirme que si no hubiera una razón detrás no hubiera pisado jamás este hotel?

—Dímelo tú.

—En estos días te he mostrado quien soy y es lo que piensas de mi.

El se me acerca.

—Ahora mismo mi padre se encuentra acostado en una cama, no me digas que no piense mal de ti.

—¿Me culpas?. —Pregunto con un dolor en el pecho.

—¿A quién debo culpar, Fallon?

Fallon, no Ma belle.

Justo cuando empezaba a gustarme que me llame así.

—Tu eres hija de esa mujer..

—Luz, se llama Luz y era mi madre.

—Pues esa tal Luz lastimó a mi padre marchándose de aquí y le dejó un vacío.

Bajo la mirada y la subo enseguida.

—Tuvo sus motivos.

—¿Y qué motivos?

No respondí y Etienne sonríe.

—Seguramente los mismos motivos que tuviste tu al no esperarme e irte a desayunar con Alain.

Mis ojos se abren.

—Se nota que eres su hija.

—No te permito...

—¿Acaso estoy equivocado?

Aprieto las manos. —Te esperé 40 minutos..

—Estaba recogiendo a mi padre, además no quedamos en desayunar hoy.

—Y exactamente por eso acepte la invitación de Alain, además si dices eso.  ¿Por qué reclamarle eso? ¿Por qué reclamarle en primer lugar? No somos..

Me callo enseguida, pero ya lo ha captado.

—Si, tienes razón, Fallon.

Trago saliva.

El me da una mirada y luego se marcha.

Mamá.. 

Pero.. ¿Qué paso realmente entre tú y ese hombre?

Luna de Miel en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora