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Fallon:

Tengo las piernas enrolladas en la cadera de Etienne y mi boca no se despega de la suya más que para el momento de que las puntas de mi pie toquen nuevamente el suelo, dejo que mis talones caigan y cierro los ojos cuando vuelve a besarme, Etienne Allard me coge de las mejillas con ambas manos, sus dedos presionandose  sobre la piel de mis ya calientes mejillas, retrocedemos en el poco espacio que nos lleva hasta la cama.

Jadeo sobre sus labios y mis manos bajan a su pecho, siento el calor del ambiente y mi cabeza no deja de dar vueltas.

Los dos nos miramos a los ojos mientras buscamos respiración.

Etienne me sonríe, dios, es una sonrisa preciosa.

—Eres preciosa cuando estás excitada, Ma belle.

Esto hombre sigue diciendo cosas que me hacen sonrojar.

Me coge de la nuca y regresa a mis labios, su boca moviéndose con precisión sobre la mía, reclamando mis besos y agotandome la respiración, pero cuando creo que ya no es suficiente, necesito más y luego más.

No me basta con besos, con esa única frase ya estoy subiendo le la camiseta igual como el hace lo mismo conmigo, pero en lugar de ir esas manos duras y varoniles a mi ropa, van directo a mi trasero, Etienne me aprieta y siento su dura erección apretándome, jadeo excitada y con ganas de sentirla más
Mi mano va directo a su entrepierna y el sonríe en medio del beso.

Esto es lo que quiero, lo que deseo, no puedo esperar más.

Jugueteo con el botón de sus vaqueros y lo que inicio como un juego hace par de minutos acaba con sus vaqueros por debajo de las rodillas y con mis dedos deslizándose por su erección.

Etienne se deshace de las últimas prendas que quedan y conmigo va despacio.

Estoy acostada sobre la cama, con la ropa arrugada mientras hay un perfecto Adonis desnudo delante de mi.

Admiro su belleza mientras el se apoya con las rodilla sobre el colchón, mis manos se sujetan de sus sábanas blancas y empieza, me tortura besándome el cuello  y a su vez desabrochando cada botón de mi blusa hasta dejar mis pechos al descubierto en una apretado sujetador.

Los ojos de Etienne admiran mi pecho y desliza mi blusa por mis hombros, lleva sus labios a mi cuello y echo la cabeza hacia atrás, enseguida siento como esos dedos pasan de presionar mis los dedos sobre mi abdomen plano y bajan hasta ubicarse en mi monte de Venus haciendo a un lado el botón.
Mi interior quema y la misma sensación la obtengo justo en el abdomen al momento de introducir los dedos dentro, me dejo caer apoyando la cabeza en el colchon y muy lento siento la parte fría de mis muslos desnudas.

Me quedo en bragas y sujetador, que el mismo se encarga de quitar empezando por las bragas, Etienne se deshace de ellas y tira de mi cuerpo como si se tratara de una muñeca.

Ambos reinos en ese instante, me muerdo los labios y observo como me separa las piernas para ubicarse entre mis piernas.

La cabeza para ser clara.

La misma quemazón la vuelvo a sentir repartiéndose por mi sistema, el francés lleva los labios a mis muslos e inicia un recorrido ascendente hasta mi entrepierna.

Aprieto las sábanas y como al sentir el primer contacto de sus labios sobre mi clitoris.

—Etienne..

—Tan húmeda, Ma belle.

De por sí Ma bella ya me calentaba, ahora escucharlo decir eso, me pone en circunstancias más críticas si así podría describirlo.

Tengo que sujetarme de las sábanas con fuerza mientras la embestida de su lengua no me permiten mantener los ojos cerrados mucho tiempo, separo los labios y como, mi cuerpo se retuerce en cuanto Etienne sigue probando de mi hasta dejarme literalmente seca.

Su mano se desliza por mi vientre, me acaricia con los pulgares y sube hacia mi pecho, los amasa haciendo círculos  con ambas manos.

Me toca tan bien, tan perfecto y hábil que podría correrme aquí mismo, pero lo que hago es detener mi orgasmo y justo el se aparta para mirarme.

Se pasa la lengua por los labios y sonríe acomodándose encima de mi.

Nos besamos otra vez, me muevo de costado y el aprovecha para quitarme el sujetador.
Finalmente desnudos los dos.

Y no quiero una posición donde solo yo disfrute que me den, sino también quiero dejarle un buen recuerdo a el, así que no dejo que me haga caer y me subo encima suyo.

—Ma belle.. ¿Deseas ir arriba?

—Déjame la primera vez a mi.

El sonríe encantado con la idea, pero lo que más le encantó fue. —¿Primera vez, eh?
Si no estuviera de por si ya tan sonrojar, notaria un nuevo sonrojo en mi.

Me ubico y levanto el trasero, llevo su erección ya dura y lista para mi y me siento en un rebote que hace sonar nuestras caderas.

El rostro del francés me excita.

Mi interior está mojado y eso que hace poco prácticamente me secó, pero es un alivio, por lo húmeda que he estado lo e sentido más delicioso y menos doloroso cuando a entrado en mi.

Las manos de Etienne van a mis caderas y obtengo una fricción en que nuestros roces nos complazca a ambos.

—Cielos, Ma belle.

Me coge del trasero y me la mete más, tengo que sujetarme de su cabeza mientras el apega su cuerpo ya sudoroso contra el mío.

—Dios mío.

Me muevo sin contenerme, justo como disfruto del sexo y ambos terminamos poniendo de su parte cada uno, saltó y caigo, brinco como un conejo endemoniado.

Vaya comparación.

—Ma belle…

La respiración de Etienne se acorta, su rostro se pega al mío y nos besamos sin dejar de movernos.

Dios...
Dios…

Es esplendido.

Mi cabeza da vueltas y todo mi cuerpo tiembla y se llena de calor, me cuesta mantener la respiración y creo que he ido muy rápido, Etienne me derriba y se sube encima, hace el trabajo por si mismo mientras enrolla una de mis piernas alrededor de su cadera, su erección entra y sale mientras yo permanezco recibiendo cada embestida que en su momento se vuelve más rítmica.

El deseo en los dos es intenso y lo descargamos todo esa misma noche.

Nos entregamos hasta no poder más y explotamos en una ola de placer que nos revuelca a ambos.

Luna de Miel en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora