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|||NARRADOR|||

  Ya era una nueva mañana, la cual había llegado con los primeros aires helados de la temporada, si bien dentro de aquel diminuto cuarto, estaban tendidos cuatro chicos juntos en aquella cama matrimonial todos cubiertos por cobijas luchando desesperadamente por no moverse de su lugar y tirar a alguno de la cama hacia el piso helado. Después de todo tres de aquellos muchachos vivían en sonas usualmente cálidas,  el frío les calaba en los huesos, por otro lado el chico de brillantes ojos amarillos estaba acostumbrado a cambiar de ambiente bruscamente durante el transcurso de cada año.

El pelinegro comenzó a levantarse, arrepintiendose inmediatamente después de que la cobija dejó de cubrir sus hombros.

- diablos, ase un frío que te cagas... - las amatistas de el pelinegro se centraron en ver a sus compañeros, el albino y el más  bajo estaban temblando tentados a abrazarse y el castaño dormía plácidamente a la otra orilla de la cama. Con cuidado toco con la planta de sus pies el frío piso de madera de la habitación, un escalofrío le recorrió la espalda, quitándole importancia, camino en dirección a donde se encontraban las cosas y botas de sus compañeros, y mientras buscaba su par, fue analizando cada una de las botas de sus amigos.

" Guillermo tiene la misma talla de sapatos que yo.."

Pensó, después le preguntaría.

"las de Fargan tienen mucha lana en el interior, tal vez es de una zona fría de el mapa..."

Eso explicaba porque parecía que no le afectaba el frío en lo más mínimo.

" y las de Alex, son pequeñitas..."

El pelinegro río con ternura y algo de burla, las tomo eh intento ponérselas, más cuando recordó lo que hacía, se avergonzó y comenzó a colocaré sus botas.

||en otro lugar||

El olor de un almuerzo matutino abrió el apetito de el chico de cabello blanco, sus orejas de oso se movían con alegría. Las chicas reían con ternura, era como tener un hermanito.

Desde el día anterior, los cuatro se habían convertido en buenos amigos, a pesar de solo conocerte de un par de días, pues para ellas  el chico desprendía un aura que denotaba confianza,  esa sensación que no les dejaba dudar sobre lo que el ojiverde dijera o hisiera, era algo desconcertante.

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- entonces... ¿Te quedaras?- la rubia mayor tenía una tasa de té en las manos, aquella pregunta había surgido de su actual conversación.
                     - no lo sé, mi familia debe estar preocupada por mi... - 
                     - ¿tu familia?
Aquella pregunta hiso que el ojiverde dejara de comer y con una vista decaída mirara la mesa.
                     - si...si puedes llamar familia a quince monjes, un hermano y cuatro amigos... - la pelinegra le sonrió con pesar, el chico se veía algo decaído.
                      - claro que se le puede llamar familia... ¿Que crees que somos nosotras?  Una niña huérfana, una elfa desterrada y un golem de nieve hechizado... Que tiene eso de familia.... Pues... El amor que nos tenemos... - dijo la pelinegra con gracia en la voz, aquello le había tomado por sorpresa al chico... Más luego preguntaría... - aunque no me molestaría que hisieras nuestra familia más grande... - una sonrisa melancólica se formó en los labios de el más joven, más el solo hecho de  recordar los rostros de cada uno de los integrantes de el templo le hiso negar con la cabeza.
                          - tal vez no pueda quedarme aquí... Pero con gusto sería parte de esta su familia... -

La mayor de los cuatro miraba aquella ecena con tranquilidad, para ella era algo extraño que un chico como lo era el castaño, no hubiera crecido rodeado por su familia, aunque lo agradecida internamente, ya que una familia de cambia formas no era el mejor entorno familiar para crecer.
- y dime Rubén.. ¿Como se llaman tus amigos? - pregunto la menor de las chicas.
                     - pues... A mi mejor amigo le dicen Mangel, a mis otros tres amigos les dicen, lolito, Willy...y Samuel... - su voz había salido decaída y apagada, seguida de una mueca triste que se había formado inevitablemente en su rostro, las tres chicas lo habían notado.
-¿que sucede? ¿Te peleas te con tu amigo? - preguntó la mayor con curiosidad.
                       - pues... Algo así... El era muy importante para mí...pero justo ahora no se lo que siento la verdad... -
El pecho de el chico se encojio y su voz sonó casi quebrada, recordar el como le había gritado, le hacía sentir culpable.
                        - bueno... ¿Y como se llama tu hermano? - la pelinegra había notado la repentina tensión probiniente de el chico, lo cual la orillo a cambiar el tema.
                        - Pues el es...- de pronto un estruendo se escucho proviniente de la puerta, todos se habían sobresaltado en el comedor, lo cual era poco decir.

La mayor se puso de pie y se dirijo a la puerta, comenzó a abrirla con sumo cuidado encontrándose después con un soldado de la guardia real.

-señorita... Perdón que la moleste a esta hora, pero estamos alertando a los pueblerinos sobre un animal que se le ocurrió ase unos días matar un rebaño entero de ovejas en las orillas de el pueblo a mitad de la noche, le pido que si ve algo exrtaño durante el transcurso de el día nos avise y tenga sumo cuidado... - las palabras de el hombre con uniforme le helaron la sangre, algo andaba suelto en el bosque junto a su casa, y ella sabía perfectamente lo que era.
                       - gracias por la advertencia señor... Tendremos cuidado-

Una vez el hombre se fue las miradas espectantes de los tres menores en la cosina no se hicieron esperar, tenía un nudo de nervios en la garganta, miró con detenimiento al chico y después sonrió con culpa, ella no podía sacarlo... Pero si algo sabía era que tendrían que tener cuidado con lo que hacían.

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Holaaaaaaaaaaaaaaaa

Y adiossssssssss

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Corto

BAJO TU MIRADA //rubegetta//CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora