Yoongi sintió que su corazón podría salirse de su pecho al sentir los latidos golpeando sus costillas. Su pulso corría a gran velocidad, resaltando las venas de su cuello, haciendo que apretara los puños con fuerza y su mandíbula doliera por la presión. Estaba asustado.
Ni siquiera se atrevió a mirar a Jimin a los ojos, aunque quisiera no podría hacerlo, ya que una vez que vio a su padre apuntando el arma hacia su pareja, solo atinó a rodear su cintura con un brazo y estrecharlo contra él como una forma de protegerlo de cualquier amenaza. Al principio sintió el cuerpo de Jimin oponerse a su toque, pero sabía que estaba igual de asustado que él cuando el lobo escondió su rostro sobre su pecho y empuñó las mangas de abrigo.
-Me pregunto cuántas veces estuviste a punto de hacer lo mismo conmigo.-Escupió refiriéndose al arma con la que su padre amenazaba con herirlo.
-Eres mi descendencia, jamás atentaría contra mi familia
Yoongi sonrió cínicamente y negó con la cabeza, sin aflojar su agarre de Jimin
-¿Se supone que eso debería hacerme sentirme mejor? Justo cuando sigues apuntando, padre.-Escupió las palabras sintiendo la bilis por su garganta, ese lobo pudo haberlo engendrado, pero no tenía ni una pizca de respeto por él
-Sabes que no eres mi blanco, Yoongi. Dejémonos de juegos absurdos hijo, ahora, si me permites, tengo que cumplir con mi deber como líder y proteger a mi manada y ese que tienes ahí es un maldito traidor
-¿Traidor? Creí que era tu consejero, padre. ¿Acaso alguien te dijo tus sucias verdades y ahora quieres vengarte?
-Mocoso insolente, ese chiquillo no es nadie para decirme qué hacer, ni él ni su hermano me sirven y no estoy dispuesto a poner en riesgo mi posición ni mucho menos a todos estos lobos que he cuidado y criado bajo las enseñanzas de los antiguos líderes
Yoongi casi quiso rodar los ojos ante las palabras de su padre. Más que mantener la unión y la seguridad de una manada, su padre hablaba sobre una maldita monarquía, donde solo se sentaba a ordenar mientras los lobos más jóvenes aprendían de libros antiguos y costumbres que él consideraba absurdas
El alfa más grande seguía apuntando, sus hombres estaban buscando en los alrededores y solo bastaba una señal para llamarlos y rodear a su hijo, pero quería darle una oportunidad de pensar las cosas y que se deshiciera de la idea absurda de emparejarse con ese chiquillo
-¿No vas a disparar cierto?.-Dijo con cuidado, no queriendo tentar su suerte, pues podría equivocarse. No tenía la certeza de que su padre tuviera decencia y no se atreviera a herirlo
-Igual de atrevido que tu madre, Yoongi. Algo bastante molesto si me lo preguntas, aunque ella al menos sabía que las reglas aquí eran sagradas, ¿o por qué crees que fue mí querida omega? De no haber sido un enlace arreglado esa mujer jamás habría aceptado mi marca
-Eres un maldito bastardo.-Gritó sin poder controlar su furia, la ira burbujeando en su torrente sanguíneo y sin darse cuenta que estaba ejerciendo más de la fuerza necesaria al aumentar la fuerza de su agarre en Jimin, quien se sintió asqueado ante la confesión del alfa, pero ¿acaso él no era el mismo tipo de hombre? Se empeñó en luchar por Tae y reclamarlo como suyo, a pesar de que el omega ya tenía a alguien más que arriesgó su vida por él. Incluso ahora, en su posición, estaría dispuesto a enlazarse con alguna chica solo para salvar su honor dentro de la manada y demostrar que no era ningún traidor. Las lágrimas comenzaron a picar en sus ojos y se encogió más entre los brazos de Yoongi
-Ame a tu madre, hijo, de no ser así jamás la hubiese pedido como mi omega, además, me dio la bendición de darme a mi heredero, da igual la forma en que nos unimos, así que no actúes ofendido
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Noche de Tormenta
Hombres LoboTae encontró a su alfa de la manera menos esperada. Jungkook solo quería protegerlo de todo y hacerlo confiar en su amor