—¿Empanada?
Brandon estiró su brazo ofreciéndole a Wilmer quien se sacó los audífonos al ver que el chico estaba sentado en las bancas en la entrada de la playa al día siguiente. El cielo se había despejado recién a medio día y el mar era más azul que nunca, pero por un instante eso no importó, por primera vez en mucho tiempo Wilmer lo pasó por alto y solo vio la sonrisa de Brandon.
—¿Qué haces acá? —preguntó el pelinegro terminando de guardar sus audífonos en el bolsillo de su pantalón.
—La playa es publica ¿no? —respondió Brandon con la boca llena.
—Lo sé, me refiero a que estás haciendo acá, hablándome... —agregó el pelinegro.
—Si te incomoda solo dímelo. —dijo Brandon con una sonrisa, pero Wilmer no respondió.
No le incomodaba, extrañamente la presencia de Brandon era todo lo contrario a una incomodidad, era realmente algo... liberador.
—Bien. —asumió Brandon ante la inexistente respuesta de Wilmer. —¿Vamos?
—¿A dónde? —preguntó Wilmer.
—El agua esta congeladisima, además la roca esta toda mojada y no podrás subir, y la arena algo pegajosa. —respondió el castaño mirando la hora de su celular la cual marcaba las una de la tarde. —Vamos, ya es buena hora...—agregó poniéndose en marcha con actitud animosa mientras Wilmer se quedaba parado sin comprender.
—No entiendo, ¿A dónde quieres que vamos? —volvió a preguntar haciendo que Brandon se detuviera y se girara.
—Ya veras... —respondió el chico.
Wilmer sintió curiosidad, era como si de pronto volviera a ser un niño tratando de explorar lo desconocido, sin miedo, y sin siquiera una pizca de este, Wilmer se aventuró con ese chico extraño, con ese chico que no paraba de sonreír y emitir ese calor tan amable.
Brandon tomó su bicicleta que estaba apoyada en la banca y se subió a esta.
—Sube. —dijo Brandon.
—No, yo caminaré. —respondió Wilmer pasando por el lado de Brandon caminando por el paseo costero.
El castaño enroló los ojos y comenzó a pedalear suavemente a su lado mientras el pelinegro solo miraba al frente sin saber excantante hacia donde irían.
—¿Caminas si saber a dónde vamos? —preguntó Brandon.
—Si. —respondió Wilmer sin despegar sus ojos del frente.
—¿Por qué no subes? —preguntó el castaño haciendo referencia a su bicicleta.
—Porque no. —respondo Wilmer.
—¿Te da miedo? —bromeó Brandon.
—Jamás aprendí a andar en bici. —soltó Wilmer.
Brandon se largó a reír escandalosamente, pero luego vio que Wilmer no reia. No estaba bromeando. Wilmer no bromeaba con nada, es mas Brandon lo percibió al instante en que el pelinegro siguió caminando sin siquiera cambiar la expresión de su rostro, lo que hizo que se detuviera frente a Wilmer y lo mirara fijamente.
—No te dije que pedalearas, solo que subas, yo te llevo. —respondió Brandon sonriendo.
—Nos vamos a caer.
—No nos caeremos. —respondió el castaño.
Sin embargo, Wilmer siguió de largo, mientras Brandon solo suspiró. El trayecto se hizo mas largo de lo que el castaño pensó sobre todo con el silencio punzante de Wilmer quien no decía nada y solo se limitaba a seguir a Brandon, con quien comenzó a caminar por los cerros de Valparaíso, recorriendo los lugares donde las calles adoquinadas y los murales que vestían las estructuras antiguas de estilo inglés eran extremadamente llamativas.
—Siempre me ha gustado caminar por Valparaíso...
—La gente obvia lo hermoso de los cerros por el desastre que existen en el centro. —respondió Wilmer mirando la hora de su celular notando que eran las dos y media de la tarde.
El centro de la ciudad era conocido por no ser un lindo lugar, sus calles solían oler mal, estaban en mal estado sin contar con los rayados en las fachadas de los edificios, además de hacerle honor a su título de ciudad nocturna, pues aquellas avenidas principales que se conectaban entre sí como venas en el cuerpo, estaban plagadas de pubs, que sólo ayudaban a contribuir al mal olor y apariencia tétrica de muchas zonas centrales. Sin embargo, eso era el centro, los cerros aledaños, aquellos donde se esparcían la poblaciones más antiguas de la ciudad, era completamente diferente, cómo volver al pasado, transportarse a otra época.
—¿Tienes que hacer? —preguntó Brandon.
—No, solo quiero volver a la playa. —respondió rápidamente Wilmer mientras se adentraban por un pasadizo y callejones algo estrechos.
Asi fue por un rato más, caminaron en silencio y a paso lento un par de minutos hasta comenzar a ascender por uno de los cerros de Valparaíso. Ninguno decía nada. Wilmer miró de reojo a Brandon y notó que el castaño era solo un poco más alto que él, dos centímetros casi imperceptibles. Además, captó como caminaba sonriente entre la gente, quien a diferencia de él caminaba preocupado de no chocar con nadie. Existían dos tipos de personas en este mundo, aquellas que esquivaban a las personas para no chocar al caminar y aquellas que no, Brandon era de las ultimas, la gente se abría paso cuando caminaba como si fuera un ser completamente fuera de este mundo, quizás un ángel, o un dios...
No... pensó Wilmer.
No era un ángel o un dios, era tan humano que a Wilmer le asustaba, irradiaba esa luz que al mirarlo o estar cerca de él te motivaba a hacer lo que fuera, no se sabía si era por su voz o su mirada, o el sol chocando en su cabello castaño, o talvez todo él, todo su ser, Brandon no era un ángel o un dios, era un sol, y la gente se abría paso cuando el caminaba, mientras que Wilmer era algo diferente, algo inexistente para ojos ajenos, al menos se dio cuenta en ese momento que él pertenecía al grupo de personas que se abrían paso para dejar que Brandon caminara libremente, ni siquiera en su caminar Wilmer era libre, seguía siendo un ave sin alas dentro de la jaula que ahora se había extendido hasta el exterior de su hogar, pero aun así, aun sintiéndose atrapado por sus pensamientos, la sensación en su cuerpo era diferente, todo porque Brandon estaba a su lado, un chico extraño...
—Un sol... —susurró si querer Wilmer mientras subían unas largas escaleras por uno de los cerros de Valparaíso.
—¿Ah? —preguntó Brandon quien iba unos pasos más adelante. —¿Yo? ¿Sol? ¿Mucho calor? ¿Nos quitamos la ropa?
Wilmer abrió los ojos de par en par al ver que Brandon lo había escuchado y lo miraba algo perdido.
—No...yo... —soltó el pelinegro algo nervioso.
—¿Tu? ¿Solo tu? —preguntó Brandon coqueteado en tono de broma.
—¿Que...?—el nerviosismo de Wilmer hizo que Brandon se acercara y pusiera una mano sobre su hombro.
—Respira... —indicó Brandon respirando como enseñándole. —Es solo una broma, lo siento si aún no entiendes mi humor algo desagradable. —respondió el castaño dándole una palmada en el hombro. —Sigamos, ya estamos cerca. —agregó.
Un mirador, un mirador como todos los otros, no era especial, era común, era pequeño y al menos no tenía gente en él, pero fue decepcionante para Wilmer, ese lugar no producía nada, nada de nada, además la vista no era la mejor, pero Brandon se había esforzado por llevarlo ahí.
—Es lindo...—respondió Wilmer algo decepcionado mirando la hora de su celular. —Ya creo que deberíamos bajar...
—No, no, espera...—dijo Brandon. —Aun...
—Voy a bajar, quiero ir a la playa. —respondió Wilmer dado la media vuelta.
Brandon quedó algo descolocado porque el joven pelinegro no había visto nada aun, había caminado tanto para no ver lo que Brandon realmente quería mostrarle, un lugar totalmente diferente a lo que estaba costumbrado, pero Wilmer simplemente ya había comenzado a bajar los pasillos de concreto dejando atrás a Brandon, quien solo suspiró y comenzó a caminar detrás del pelinegro, parecía que sus amigos no se habían equivocado, Wilmer era distante y frio, y parecía gustarle ser así.
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Sí o sí te atraparé!
Teen Fiction「Terminada」El primer verano luego de graduarse de la preparatoria había llegado, y él solo miraba el cielo, o quizás mas allá. Estaba sobre ese roquerío en la playa, no buscaba broncearse, solo calidez y libertad, pensaba que era el único, pero en r...