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—¿Vamos a mi casa? —preguntó Loreto. —Mis padres están...

—En el casino. Lo sabemos. —completó Sebastián.

—¿Te animas? —preguntó Brandon. —Solo nos sentamos en la terraza a conversar y beber...

—Vamos, no seas tímido Wilmer. —insistió Loreto. —Me lo debes por la uña.

Wilmer con expresión optimista asintió y todos partieron una vez los fuegos artificiales se terminaron. En el bus hasta su casa simplemente estuvieron en silencio. Ninguno de los dos decía nada, parecía que de hacerlo despertarían de ese sueño, de esa sensación a la que se aferraban pues al fin era tangible y no solo un pensamiento de que "¿que sería?".

Al llegar, Wilmer se percató que la casa de Loreto era enorme, pero de una forma completamente diferente a la suya, su estructura, sus pilares y sus más de tres pisos de elegancia pura, a diferencia de su vieja y antigua casa en el cerro de Valparaíso.

—Iré al baño. —dijo la chica mientras ellos entraban directo a la terraza.

—¿Bebes? —preguntó Sebastián a Wilmer quien negó con la cabeza. —¿Bebida? —preguntó nuevamente Sebastián haciendo que Wilmer asintiera. —Bebida será.

—Si te sientes incomodo podemos irnos de regreso a Valpo. —dijo Brandon mirando al pelinegro y notando que cerca de la comisura de su labio inferior tenían un pequeño tajo debido al golpe que León le había dado de regreso. —¿Te duele? —preguntó pasando su pulgar por la piel suave y lisa de Wilmer.

—No, no, está bien, solo es extraño... —respondió Wilmer retirando la mano de Brandon de su labio.

—¿Loreto y Sebastián?

Wilmer soltó una risa.

—No, me refiero a esto, a este cambio... —dijo mirándolo a los ojos.

—No lo sientas así, me tuviste desde el momento en que te vi sobre esa roca...—dijo Brandon.

—¿Por qué? —preguntó el pelinegro.

—Porque sabía que eras más que solo esa expresión fría y distante en tu rostro. —respondió el castaño.

—Hay más, mucho más. —afirmó el pelinegro. —Quiero que lo veas, que veas que en realidad soy más que solo una cara distante y fría.

—Eso lo sé...—rio Brandon. —Lo sé a la perfección. —Agregó besándolo.

—Ya sepárense, me dan nervios. —interrumpió Loreto volviendo con un par de mantas ya que, aunque el cielo estuviera estrellado la noche estaba algo fría.

La chica se sentó en la terraza con ellos mientras esperaban a Sebastián.

—Tengo preguntas...—dijo ella sacando un cigarrillo de su bolso. —¿No te molesta? —le preguntó a Wilmer con respecto a su cigarrillo, quien negó con la cabeza, pues se había acostumbrado al olor de su casa, pero le preocupaba que el humo pudiera ser malo para Brandon, así que lo miró algo preocupado.

—Tranquilo, no funciona así...—dijo el castaño sacándose su gorra.

—¿Ya le contaste? —preguntó Loreto algo sorprendida.

—No me quedaba de otra.—respondió Brandon.

—Bien...—respondió con una sonrisa prendiendo el cigarrillo. —¿Quién eres? —soltó la chica hacia Wilmer.

—No entiendo...—respondió el pelinegro .

—Me refiero a que llegas y haces que Brandon abra los ojos finalmente, eso es un punto a favor para ti, nos sacaste al idiota de encima, y lo siento no lo volveré a nombrar, pero dios como odiaba a León...—soltó con un suspiro haciendo que Brandon riera. —Pero tú ya me caes bien, además.... o dios, tu mano, ¿estás bien? —preguntó al ver que sus nudillos estaban rojos y algo despellejados debido a cuando golpeó a León.

Sí o sí te atraparé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora