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El día llegó. Las enfermeras lo despertaron temprano y el rápidamente miró su celular, pero no tenía el mensaje de Wilmer; el único que realmente quería recibir ese día. El pelinegro parecía haberse desvanecido de la faz de la Tierra. Brandon puso una expresión fría y distante, pensó por un momento que Wilmer se había olvidado de él, por un momento pensó que tal vez debajo de todo eso Wilmer solo había querido usarlo y luego desecharlo, pero no, esos pensamientos rápidamente se deshicieron y Brandon fue preparado para cirugía mientras su madre llegaba a su habitación, donde el castaño vestía una gorra y una bata sin nada mas de ropa.

—¿Estas bien? —preguntó su madre al ver que el chico estaba serio.

—Si, no... —dudó Brandon. —Wilmer no me respondió.

—Loreto me hablo de él, dijo que podrías ponerte así si no recibías una repuesta de él...—contestó su madre sosteniendo sus manos.

—No entiendo, porque no responde mis mensajes...—musitó algo abrumado el castaño.

—Hijo, debes enfocarte en esto ahora, debes ser fuerte me escuchas, no se te ocurra...—dijo su madre sollozando cambiando completamente la atmósfera de la habitación.

Brandon comprendió que el sufrimiento de su madre era el más importante ahora; su incertidumbre, porque si el moría, el ya no sufriría, no sentiría nada, a diferencia de aquellos que si quedarían ahí, su hermano, sus amigos, su madre...Wilmer.

—Mamá, no voy a morir...—soltó Brandon son una sonrisa forzada.

—¿Listos? —preguntó una enfermera, mientras Brandon les pedía solo un minuto más.

Tomó su celular y mientras su madre salía de la habitación, este escribió un mensaje extenso y liberador, un mensaje que mientras formaba las palabras Brandon soltaba unas cuantas lagrimas que le indicaban que no podría robar más tiempo, ya se había agotado, no quedaba más, solo esos últimos segundos en los que le hubiera encantado escuchar su voz por última vez, pero no sería posible, el destino lo quiso así, una despedida silenciosa, una donde ahora Brandon era el que caía rápidamente hacia la incertidumbre.

La enfermera, junto a un paramédico y el doctor German se acercaron a la camilla de Brandon cuando este dejó su celular en su velador y comenzaron a llevarlo por los pasillos, hasta que este finalmente llegó a un lugar donde se despidió de su madre, quien lloraba.

—Mamá, no voy a morir...—rio Brandon. —Tranquila...

E doctor German y la enfermera siguieron con él por un largo pasillo silencioso mientras el paramédico se quedaba con su madre al otro lado de la gran puerta de vidrio puerta.

El castaño entro finalmente al quirófano donde había varias personas, pensó que era exactamente como en las películas, y le causo algo de gracia, aunque la verdad no tenía nada de gracioso. Lo movieron a otra camilla y prontamente el anestesiólogo comenzó a ponerle diferentes vías intravenosas, mientras el castaño solo miraba hacia arriba, a esa enorme lampara sobre él, la cual tenía varios círculos que lo iluminaban.

—Bien, ¿cómo estamos hoy? —preguntó un hombre de piel trigueña entrando con sus brazos en altos mientras una enfermera lo ayudaba a secarse y le pasaban los guantes y los implementos.

—Muy bien doctor. — respondió German y algunas enfermeras.

El hombre se aceró a Brandon quien yacía ahí mirado hacia todos lados y la paranoia comenzó a apoderarse de él, hasta que vio el rostro del doctor sobre él, o al menos parte de él, pues usaba una mascarilla, vio sus ojos verdes, tan verdes que le parecieron lentes de contacto, pero no.

—Brandon Gutiérrez...—soltó el Doctor. —¿Eres chileno? —preguntó calmado a su lado.

—Si...—respondió Brandon algo nervioso.

—¿De dónde? —preguntó el hombre de forma relajada mientras algunas enfermeras se movían alrededor acomodando otro par de cosas, los últimos movimientos.

—Valparaíso...—respondió.

—¡¿En serio?! —preguntó sorprendido el hombre. —Yo soy de Viña, ambos somos porteños, o algo así.

—¿Usted es de Chile? —preguntó Brandon sorprendido.

—Si, y hasta rimamos, me llamo Aarón. —dio el hombre soltando una risa. —Dime, ¿todo sigue igual?

—Creo, nada cambia mucho por ahí...—respondió Brandon sonriendo nervioso.

—Si, en eso tienes razón. Bien, ¿estas listo? —preguntó el doctor Toledo.

Brandon sintió su pecho apretarse mientras el hombre se movía hacia la parte de su cabeza y las demás enfermeras se callaban esperando una respuesta del joven, pero el castaño tenía miedo, tenía tanto miedo que sintió que caía a una velocidad inimaginable.

—Yo...—dijo con ojos lagrimosos.

¿Porque lloro? Dios, que me pasa... pensó.

Entonces el doctor volvió a su costado.

—Todo saldrá bien...—dijo con calma. —Se que es malditamente miedoso estar ahí, puedo imaginármelo, pero ¿no crees que es también esperanzador el pensar en volver al lado de los que amas?

Las lágrimas de Brandon corrieron por un costado de su rostro mojando la camilla.

—No vas a morir. —dijo el doctor Toledo. —Hoy no vas a morir.

—No quiero caer...—soltó de pronto Brandon mientras le doctor no entendía lo que quiso decir.

—No caerás. —respondió con calidez. —¿Sabes que me ayuda cuando siento que estoy algo nervioso y con miedo? Algo la música...—dijo mirando a un costado ordenándole a una enfermera que tomara su celular y pusiera una canción. —¿Cual ponemos? ¿Alguna que de ánimos? Escoge...

Una canción que signifique algo...pensó al recordar las palabras de Wilmer. Jamás le dedique ninguna canción...

—Something I Need de One Republic...—soltó Brandon.

El doctor asintió ante la petición de Brandon, y la música comenzó a sonar al mismo tiempo que el Doctor Toledo se situaba en la cabeza del castaño, y le daba la orden silenciosa al anestesiólogo de que lo durmiera. El anestesiólogo inyectó la anestesia por la vía intravenosa del castaño y esta viajó hasta él haciéndolo dormir a los segundos.

—Es una buena canción...—dijo Aaron mirando a German a su lado. —¿Era una dedicatoria? —preguntó al aire recordando viejos tiempos donde él también dedicaba canciones. —Bisturí. —ordenó.

Sí o sí te atraparé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora