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Brandon miraba su celular por respuesta de Wilmer mientras esperaba abordar su vuelo a Barcelona, pero el mensaje no llegaba, es más, parecía que ni siquiera lo había recibido, lo había intentado llamar, pero inmediatamente el buzón de voz aparecía.

—¿Quieres que lo llame? —preguntó Sebastián a su lado mientras esperaban sentados a que se anunciara su vuelo.

—No, debe habérsele descargado el celular. —respondió Brandon sin despegar la mirada de la pantalla de su dispositivo.

—Dame su número, lo llamare más tarde. —anunció Loreto llegando con un par de jugos en caja, entregándole uno a cada uno.

—No, está bien, lo llamaré cuando este en España. Que idiota...—soltó molesto por no haberse podido despedir del pelinegro.

—Tranquilo...—dijo Sebastián girándose para mirar a la madre de Brandon. —¿Cuánto tiempo estarán afuera? —preguntó.

—No lo sé, Seba, todo depende de cómo salgan las cosas, esperemos todo bien así volveríamos en menos de un mes. —respondió ella.

—Wow, eso está bueno...—respondió volviendo su mirada a Brandon. —¿Ves?, en un mes volverás, tu tranquilo... —agregó Sebastián tocando el hombro de Brandon mientras este movía su pierna rápidamente, hasta que finalmente se anunció que debían abordar su vuelo.

—Mierda...—murmuró el castaño a la vez que su madre se ponía de pie.

—Llámame a penas llegues a Barcelona, no estés nervioso y por favor no te mueras. —pidió Sebastián al momento de ponerse de pie.

—Lo que él dijo, y vuelve pronto, te estaremos esperando. —agregó Loreto.

Brandon abrazó a los dos, los abrazó fuerte y sintió el olor del champú de Loreto y el perfume de Sebastián, no sabía si volvería a estar con ellos, y no quería ser negativo ni pesimista pues entendía que ellos también estaban nerviosos por él. El castaño se alejó y finalmente abordo el avión durmiendo todo el viaje, hasta que finalmente aterrizó en el aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El prat a las doce de la tarde.

—Vamos... —soltó su madre despertándolo y ambos bajaron del avión.

Tomaron un taxi hasta un hotel cercano al hospital en el cual se quedarían, dejaron sus maletas y partieron rápidamente al hospital, pues así lo había solicitado el doctor que tomaría el caso de Brandon.

Subieron los escalones que daban a la entrada con puertas de cristal del gran Hospital Clinic Barcelona y pidieron instrucciones en la mesa de informaciones, donde fueron guiados al ala de neurología, donde tendrían su primera reunión con uno de los médicos a cargo de su caso.

Brandon estaba algo nervioso, miraba a todos lados en busca de algún rostro conocido, pero era absurdo, no habría nadie. Finalmente, entre pasillos llegaron a una sala donde un doctor de tez morena los recibió.

—Adelante...—dijo el hombre calvo y de no más de cuarenta años, invitando a Brandon y su madre a tomar asiento frente al escritorio donde el moreno se sentó. —Soy el Doctor German Mallorca, y soy uno de los doctores que asistirá al Doctor Toledo en el caso de Brandon. —soltó con una sonrisa.

—Si, fue el quien nos dijo que entre antes viniéramos mejor...—soltó la madre.

—Ahora mismo él está en cirugía, es más tiene todo el día ocupado...

—Oh, debe tener varias cirugías...—dijo asombrada su madre.

—No, solo es una, dura catorce horas... —sonrió el doctor ante su normalidad. —Bien. Pedimos los exámenes del joven al hospital de Valparaíso en Chile...—hablaba con un tono español demasiado marcado incluso más que en las telenovelas mientras revisaba algunas cosas en su pantalla. —Asi que haremos exámenes nosotros también.

Sí o sí te atraparé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora