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—¿Tu novio? —preguntó Wilmer captando la atención de Brandon quien colgó la llamada.

—¿Cómo lo sabes?

—Los vi en la playa el día que dejaste tu billetera. —respondió el pelinegro poniéndose de pie.

Wilmer no necesitaba dirección, entendía a la perfección lo que esa llamada significaba para Brandon, y era el volver con aquel que recibiría su calidez por el resto del día. La calidez que recibía él era prestada, era un fragmento que no debía ser de él, y no pudo evitar sentirse mal por aquello, por ser alguien que le robaba la calidez a Brandon cuando esa debía ser para otro, otro que no era él.

—¿Tienes novio Wilmer? ¿o novia? —preguntó Brandon poniéndose también de pie en la roca.

—No...

Era cierto Wilmer no tenia, la última vez que alguien había tocado sus labios había sido hace ya más de un año cuando decidió probar una aplicación de citas, la cual solo terminó en un revolcón con un chico universitario en su departamento. Nada fuera de lo común, nada especial, Wilmer no se sentía especial en ese entonces, así que aceptaba que no debería porque recibir algo así, eso estaba guardado para gente como Brandon, gente a la cual la multitud le abría caminos.

Ambos bajaron del mirador caminando a paso lento.

—¿Hace cuánto están juntos? —preguntó Wilmer.

—Poco más de seis meses...—respondió Brandon tratando de forzar una sonrisa.

—Es un chico guapo, tiene buen estilo.

León era lo contrario a Wilmer, era un chico elegante de actitud elevada, creía en que todo lo que quisiese podría tenerlo, quien a diferencia de Wilmer siempre vestía deportiva y tenía una actitud más distante, creyendo que nunca obtendría nada aun así luchara con todas sus fuerzas por ello.

—Si, es un buen chico...—respondió Brandon.

Eso quería creer, y comprendió que, entre la comodidad, la tranquilidad y la seguridad de estar con León también estaba eso, que era un buen chico, aun cuando claramente no lo era. Brandon sabía que León estaba viendo a otro, y por un momento pensó que talvez fue eso lo que inconscientemente le hizo acercarse a Wilmer, una forma de venganza, despecho, pero no, aquello había nacido desde el verdadero interés por conocer aquel chico sobre la roca, aquel que pasó desapercibido para todos, menos para él.

Siguieron bajando por las escaleras de Valparaíso hasta acercarse al centro de la ciudad, donde vieron a varios feriantes comenzando a armar un par de puestos artesanales ya que el aniversario y los fuegos artificiales serian solo en un par de semanas.

—¡Brandon!

El grito a lo lejos hizo que el castaño mirara y viera a Sebastián acercándose rápidamente mientras atravesaba la calle hacia ellos.

—¿Ya regresaste? —preguntó Brandon.

—Si, las charlas las hicieron en pocos días...—respondió el flaco y rapado chico mirando a Wilmer. —Hola...

Sebastián sonrió, pero solo recibió una expresión seria de Wilmer con un movimiento sutil de su cabeza.

—Ya me voy. —dijo Wilmer dándole una sonrisa de despedida a Brandon quien solo movió su mano algo descontento de que el día con el pelinegro hubiera terminado.

—¿En serio? —preguntó Sebastián mientras veían al chico irse caminando.

—¿En serio qué? —preguntó Brandon sin quitarle los ojos de encima a Wilmer hasta que se perdió entre la gente.

—¿León lo sabe? —preguntó Sebastián.

—¿Desde cuándo te importa León?

—No es que me importe, es solo que me gustaría verle la cara de sufrimiento a ese idiota.

No era de sorprenderse que Sebastián tampoco gustara de León, aunque lo escondía mejor que Loreto, una de las cosas que atesoraba de esa amistad era que Sebastián no temía decirle las cosas a la cara, verdades que dolían escuchar, al igual que Loreto, y una de esas verdades reluciría al día siguiente.

Sí o sí te atraparé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora