A había recorrido esos caminos durante los días anteriores. Eran conocidos para el caminar lento y cabizbajo de Wilmer al cual acompañaba el caminar animoso de Brandon, que trataba de infundirle su calor y brillo al chico a su lado, cosa que no daba resultado. Caminaron hasta un pequeño negocio y Brandon compro dos botellas de agua, un par de galletas y dos empanadas para luego seguir caminando, ya que esta vez el camino sería más largo y más silencioso.
Las escaleras siguieron hasta que se convirtieron en calles, y luego de horas en un grupo de pesadillos mal olientes y algo tenebrosos que los guiaron hasta otro pequeño mirador rodeado de un pequeño bosque de pinos que crecía aferrándose en un barranco aledaño. Solo tenía unas piedras pintadas que servía como bancas y se podía acceder solo caminando. Brandon se sentó en una de esas piedras e invitó a Wilmer.
—Descansemos, aún queda un poco más...— dijo el castaño mientras Wilmer se sentaba a su lado y tomaba un poco de agua.
Wilmer no dijo nada, solo se quedó ahí recobrando el aliento luego de una caminata de más de una hora.
—Sigamos. —Brandon rápidamente se puso de pie y dio a entender que su resistencia era mucho mas fuerte que la de Wilmer, quien aún tenía ganas de quedarse otro rato, pero no demostraría cansancio, seguiría el ritmo del castaño.
Caminaron a través de aquel pequeño bosque ladeado cerca del mirador hasta que finalmente se toparon con una gran roca de más de seis metros de altura.
—Hay que subir...—dijo Brandon haciendo un piso con sus manos para ayudar a Wilmer primero. —Vamos, te ayudo.
—Puedo solo. —respondió el pelinegro pasando de largo y subiendo rápidamente la roca.
Wilmer llegó a la cima y Brandon le preguntó si estaba todo bien, pero no recibió respuesta, entonces este sonrió y comenzó a escalar. Sabía que Wilmer quedaría anonadado, sabía que esta vez no le respondería así que escaló lo más rápido que pudo y lo vio embobado con los ojos abiertos de par en par mirando hacia el horizonte. Wilmer pensó que esa roca en la playa era lo más alto que podría estar sobre el mar sin que nada entorpeciese su vista, pero se había equivocado, este era el lugar más alto en que Wilmer estaría por ahora, y el más cálido también.
Era un gran peñasco de roca que sobresalía de la tierra y lo dejaba sobre el mar a cientos y cientos metros de altura, era como si pudieran tocar el cielo y solo un enorme precipicio los separara del océano.
—¿Lindo no? —preguntó Brandon al costado de Wilmer con voz orgullosa viendo como este ni siquiera pestañaba.
Entonces Brandon lo notó, ese brillo, un brillo como el de la piedra que había encontrado en los roqueríos de la playa, pero esta vez ese brillo estaba en los ojos oscuros de Wilmer. El pelinegro se sacó su capucha lentamente y el viento hizo que un par de sus cabellos se desprendieran del cintillo que tenía puesto, ahí, justo en ese momento, una sonrisa, una amplia sonrisa de felicidad que provino de un lugar olvidado dentro de Wilmer, un lugar que pensó se había extinguido con la partida de su madre.
Wilmer sonrió y el viento lo acaricio como un regalo por volver a hacerlo, como una palmada en el hombro, una suave caricia en su mejilla y una mano gentil que acomodo sus cabellos detrás de su oreja.
—Libertad...
Esa palabra fue lo primero que dijo Wilmer y Brandon la sintió como si la estuviera tatuando en su piel.
—Ven... —agregó Brandon ayudándolo a que se acercara un poco más a la orilla de la gran roca en el barranco, pero Wilmer se rehusó diciendo que ahí estaba bien. —Que vengas, es mejor acá, dijiste que querías una vista única ¿no?
—¿Me vas a tirar hacia abajo a ver si me salen alas? —preguntó Wilmer.
—¡Recuperaste tu sentido del humor! —gritó Brandon sorprendido soltando una risa contagiosa y extendiendo nuevamente su mano hacia Wilmer. —Ven...
—Nos vamos a caer, me voy a caer —contestó Wilmer algo temeroso.
—No te dejaré caer, te atraparé, vamos confía...
Palabras llenas de significado, palabras que surcaron ente los poros de Wilmer rompiendo el esquema de dudas, soledad y silencio que se arraigaba desde su corazón hasta su piel. El pelinegro miró los ojos marrones de Brandon y efectivamente eran como fuego, abrasador y energético, eran como el sol, y no había dudas de aquello.
Wilmer dio dos pasos y quedó junto a Brandon con quien dio otros dos pasos hasta la orilla de la roca.
Un suspiro ahogado y tembloroso se desbordó por los labios delgados de Wilmer.
Estaba flotando, estaba volando, estaba en el cielo, no era un ave, pero estaba envuelto en libertad sin nada más que el, el cielo, el mar, y Brandon.
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Sí o sí te atraparé!
Teen Fiction「Terminada」El primer verano luego de graduarse de la preparatoria había llegado, y él solo miraba el cielo, o quizás mas allá. Estaba sobre ese roquerío en la playa, no buscaba broncearse, solo calidez y libertad, pensaba que era el único, pero en r...