—¿Qué harás mañana? —preguntó Brandon mientras el bus camino a Valparaíso se movía rápidamente por las calles.
—No lo sé, pero hoy dormiré hasta la noche. —agregó Wilmer bostezando ya que había salido de la casa de Loreto antes de las diez.
—¿Te parece si vienes a mi departamento? —preguntó Brandon. —Mi madre saldrá a ver a mi abuela a Los Andes, y le puedo pedir a mi hermano que se quede en casa de su novia.
—¿Estás seguro? —preguntó Wilmer mientras se rehacía su peinado haciendo que Brandon sintiera cosquillas en su estómago. —No quiero causarte problemas Brandon, solo llevamos con suerte dos semanas conociéndonos...
—Y pareciera que fuera más que eso ¿no? —preguntó el castaño sonriente. —Vamos di que si... —agregó el castaño mirando tiernamente a Wilmer.
—Bien, pero no obligues tu hermano a salir de casa, pensara que es por mi...—respondió el pelinegro mientras sacaba su celular y notaba que casi no le quedaba batería.
—Lo obligaré a salir de todas partes si eso me pertinente estar contigo. —respondió Brandon besándole la mejilla notando que su parada se aproximaba. —Te hablaré a la noche...—dijo guiñándole el ojo mientras se paraba y tocaba el timbre del bus que viajaba a gran velocidad, el cual se detuvo dejándolo frente a una pasarela entre el límite de Valparaíso y viña del mar.
Wilmer lo vio bajarse y perderse entre las calles, mientras él siguió su rumbo a casa.
Caminó un par de cuadras mientras se ponía los audífonos, la lista de reproducción fue aleatoria y la música comenzó, entonces finalmente lo sintió, esa alegría desbordante en todo su cuerpo que lo hizo sonreír poco a poco mientas caminaba. Caminó por el borde de la acera, dio un brinco por ahí y por acá, miraba el cielo y movía su cabeza como si todo lo malo se hubiese ido, como si no hubiese nada más que él y el revuelo de maravillas que lo cubrían, sentía que caía en un mar de buenas cosas, y aquel chico de hace cuatro años volvía a la vida, volvía a reír mientras mechones sueltos y revoltosos se movía con la brisa matutina.
—Muy bien...—soltó su padre al verlo entrar al primer piso de la casa donde estaba trabajando dándole un susto a su hijo.
—Lo siento...—soltó Wilmer algo avergonzado. —no te vi.
—Está bien...—respondió el hombre, quien con un overol manchado de aceite seguía sacando piezas de un automóvil antiguo.
—¿Lo vas a vender? —preguntó Wilmer.
—Si, algunas piezas, antes de que terminen por oxidarse por completo. —respondió su padre con un gesto de dificultad mientras volvía a meterse debajo del automóvil.
—¿Papá? —preguntó Wilmer haciendo que su padre se deslizara hasta dejarse ver. —¿Te molesta que tu hijo prefiera estar con un chico en vez de una chica?
Su padre solo lo miró.
—Wilmer, ve y hazte de comer...—ordenó su padre para luego volver a meterse bajo el automóvil. —Y preocúpate por vivir tu vida, no la que los demás esperan que vivas.
—¿Porque de repente eres así?
Su padre suspiró dejándose ver nuevamente desde debajo del automóvil.
—Porque un chiquillo me llamó un alcohólico de mierda, y si, te lo vuelvo a repetir porque creo que nadie me había dicho algo así en toda mi vida, y no lo esperé de mi propio hijo, pero fue lo mejor... —sonrió el volviendo a trabajar.
Wilmer sonrió de regresó y subió al segundo piso, pasado por la cocina y haciéndose un emparedado de queso para seguir caminando hacia su habitación. Se estiró y simplemente se quedó mirando el techo de su cuarto. Wilmer había sido por años la definición exacta de una persona que tropezaba y caía con cada paso que daba, era la definición perfecta de alguien a quien la vida lo había apaleado sin medirse, hasta este verano, donde todo pareció volver a tomar forma, una forma agradable y armoniosa que encajó en su vida, sin embargo, no todo estaba bien, no todo fluía nuevamente, aun quedaba aquello en Brandon que lo alejaba, poco a poco, Wilmer recordó lo que hace unos días pensaba, que estaba robando la calidez de Brandon, entonces entendió que el castaño también estaba robando, robaba tiempo, robaba risas y momentos porque no quería deprimirse, no quería dejarse destruir por lo incierto que era cada vez que se iba a dormir, sin saber si despertaría para ver nuevamente a aquellos que amaba. Brandon era la definición exacta de alguien quien usaba una sonrisa para enfrentar el mundo, para alejar lo malo y atraer lo bueno, y el pecho de Wilmer se apretó, pues no quería dejar de verlo sonreír, a aquel que le había mostrado como estar cerca del cielo y sobre el mar, aquel que le había prometido que estaría para atraparlo, no quería perderlo...
—Solo un poco más.
Susurró pidiendo con sus ojos cerrados que Brandon se quedara con el solo un poco más, aun cuando el castaño estaba por partir lejos de él en cosa de minutos.
—¿Qué es esto? —preguntó Brandon al entrar a su departamento y ver varias maletas hechas.
—Tus exámenes llegaron y no podemos seguir esperando más Brandon, nos vamos hoy...—respondió su madre mientras caminaba de un lado otro terminando de arreglar algunas cosas mientras Matías, su hermano mayor, solo lo miraba.
—¿Qué? —preguntó Brandon.
—Nos mandaron un correo de España, entre mas esperes peor será, sobre todo con el ultimo incidente que tuviste, el doctor pidió que volaran lo antes posible... —respondió Matías acercándose a Brandon.
—¿Hoy? —preguntó Brandon.
—Si...—respondió Matías poniendo su mano en el hombro de su hermano menor. —Llamé a Sebastián y Loreto...
Brandon no esperó que su hermano terminara de hablar y salió corriendo del departamento mientras su hermano lo llamaba de regreso, pero este lo ignoró, sacó su celular y comenzó a llamar a Wilmer, sin embargo, su celular no sonaba, estaba descargado, Wilmer dormía, y Brandon se detuvo a medio camino recordando que era estúpido, era estúpido correr hacia él, por qué terminaría haciendo que esa bomba en su cabeza los destruyera a los dos. El castaño estaba afuera del edificio y sujetaba su teléfono en su mano con fuerza mientras las lágrimas caían por su rostro, no solamente porque se alejaría de Wilmer, sino porque tenía miedo, miedo a morir, miedo a no despertar, miedo a olvidar y al sin número de cosas que podrían sucederle debido a la operación. Las lágrimas corrieron por sus mejillas mientras sollozaba y notaba el calor del sol sobre su cabeza rapada. Su mandíbula se tensó y finalmente tomó una gran bocanada de aire, se repuso y caminó hacia su departamento.
—¿A qué hora es el vuelo? —preguntó Brandon con los ojos rojos.
—A las seis, tus amigos dijeron que irían con nosotros a Santiago. —dijo Matías.
—Bien...—soltó Brandon caminando a su habitación.
Sumadre había empacado por él, casi toda su ropa se había guardado en maletaspues no sabían cuando volverían. Solo quedaban algunas cosas en su velador y elcargador de su celular, el cual enchufó y mandó un mensaje para Wilmer diciendoque apenas despertara o estuviera disponible le respondiera, pero esa respuestaestaba lejos de llegar.
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Sí o sí te atraparé!
Teen Fiction「Terminada」El primer verano luego de graduarse de la preparatoria había llegado, y él solo miraba el cielo, o quizás mas allá. Estaba sobre ese roquerío en la playa, no buscaba broncearse, solo calidez y libertad, pensaba que era el único, pero en r...