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Esa misma noche, Loreto invitó a Sebastián y Brandon a su casa ya que había vuelto del norte con sus padres. Sebastián estaba en el departamento de Brandon así que ambos salieron untos, sin embargo, el mejor amigo del castaño no logró evitar captar que Brandon sonreía, no solamente con su boca, sino con todo el, Sebastián vislumbró que jamás lo había visto así, sonriendo como si de verdad lo sintiera. Desde que lo conoció era un chico simpático, alegre y cálido, Sebastián se sintió atraído hacia esa calidez y prontamente se convirtieron en mejores amigos en preparatoria, era típico ver siempre alegre a Brandon, pero poco a poco Sebastián comenzó a diferenciar entre una sonrisa verdadera y una para simplemente mantener esa actitud vibrante. Eran muy pocas las veces que Sebastián lo había visto sonreír así, pero jamás, jamás vio que León fuera el causante de eso, ni siquiera cuando se conocieron. Pero ahora, ahora sonreía de una forma diferente, Sebastián siempre pensó que la sonrisa reflejaba más que las palabras, así que no necesitaba preguntarle a su amigo que sucedía, entendía a la perfección, entendía que Brandon veía a Wilmer tal como Sebastián veía a Loreto, aunque en este último caso, las cosas eran un poco más complicadas.

Al llegar a casa de Loreto a las afueras de Viña del Mar camino a Reñaca, los chicos se dieron cuenta que la chica estaba sola, al parecer sus padres habían partido al casino y estarían hasta la madrugada en aquel lugar. La chica los recibió bien vestida con ropa ajustada y su cabello suelto, era de esperarse de ella, era así siempre, no necesitaba visitar un club o un elegante restaurant para vestir como una dama de la clase alta, o más bien adinerada, cosa que era obvia al ver su enorme casa y su ropa de marca, además de sus cinturones Chanel.

—¿Como te fue en tu viaje? —preguntó Brandon sonriente entrando a la casa de Loreto causando extrañes en ella.

—Fue una mierda...—dijo ella con una expresión extraña como preguntándole a Sebastián que sucedía con Brandon, pero este último solo negó con la cabeza. —Casi no pude salir, estuve todo el día cuidado a mis primos chicos, una verdadera mierda...—agregó la chica  mientras Sebastián la saludaba con un beso en la mejilla.

—¿Por eso volviste antes? —preguntó el chico delgado y rapado.

—Si, o sea se supone que volvería mañana...—dijo ella mientras los seguía hasta la terraza. Los chicos conocían esa casa como la palma de su propia mano, habían estado ahí más veces de las que los padres de Loreto hubiesen querido, aunque finalmente se acostumbraron a que su hija no tenía amigas, pero si dos chicos bastante guapos y fuertes que la cuidarían. —En fin, no quería perder mas tiempo en un lugar aburrido cuando tengo a mis amigos acá a mi disposición, y debo disfrutar a uno en particular...

Brandon enroló los ojos.

—No debemos hablar de eso. —ordenó el castaño y sus dos amigos asintieron. —Además, solo admite que nos extrañabas. —soltó Brandon una vez llegaron a la terraza de la chica cerca de la gran piscina y se sentaban en los sillones de mimbre mientras Loreto prendía un calentador eléctrico de exteriores cerca de ellos.

—Si eso también...—sonrió ella algo sarcástica dando un respingo mirando hacia todos lados de forma asustada como si se hubiese percatado de algo.

—¿Qué sucede? —preguntó Sebastián.

—No escucho esa voz...—dijo ella con un rostro algo paranoico.

—¿Qué voz? —preguntó Brandon.

—¡La del desagradable de León! —gritó ella largándose a reír junto con Sebastián, haciendo que Brandon solo enrolara los ojos, también riéndose. —Lo siento, no pude evitarlo, es que me encanta cuando solo estamos los tres...

—Si, pronto seremos cinco...—susurró Sebastián en un tono lo suficientemente fuerte para que Loreto lo oyera.

—¿Cinco? —preguntó la chica mientras Sebastián se iba a la cocina rápidamente en busca de un par de cervezas y otras cosas. —¿A qué se refería? No me digas que este imbécil encontró novia...

Sí o sí te atraparé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora