22 | Epifanía

1.6K 140 86
                                    

Siento la humedad en mis ojos, pero parpadeo furiosamente para detener las lágrimas que amenazan con deslizarse por mis mejillas.

Antes de que pueda volver a pensar en lo que acabo de decir, siento sus manos acunar mi rostro.

—No tienes idea de lo que acabas de pedir, niña —susurra.

—Jódeme —repito—. Hiéreme, acaba conmigo, Braxton.

—Si hago lo que me pides, no habrá un tercer día de resucitación, ¿entiendes eso?

—Lo entiendo.

—Sigues respondiendo sin pensar... Debo detenerte, Artemisa. Tenemos algo bueno llamado amistad, dejémoslo así.

Mis manos cobran vida y aferro la tela de su camisa, necesitando sentirlo más cerca de mí.

—Quiero todo de ti —digo—. Muéstrame tus demonios, tus heridas, lo bueno y malo que hay dentro de tu ser... puedo manejarlo, Braxton, déjame demostrártelo.

Una exhalación ruidosa acompañada de un gruñido sale de él y sé que, finalmente, he conseguido doblegarlo porque su mano se cierra sobre mi muñeca y me tira contra su cuerpo.

El corazón se me acelera cuando soy guiada y empujada por él el resto del camino hacia la salida de su oficina.

—Cancela todas mis citas de esta tarde —lo escucho decir.

No detenemos el paso hasta que estamos en el estacionamiento y me empuja dentro de su auto, colocándome el cinturón de seguridad; siento su respiración en mi cuello.

—¿Sí o no? —dice, en mi oído—. Decide ahora.

—Sí —respondo, sin titubear.

No sé exactamente a dónde va a llevarme esta respuesta, pero de algo sí estoy segura y es de no arrepentirme, pase lo que pase, estaré feliz de al menos conseguir una parte de Braxton Airlie. Su pasado, su presente, todo lo que ha hecho en su vida... quiero conocer absolutamente todo de él, pero también quiero que sea decisión suya mostrarme sus miedos y sus demonios, sé que no puedo obligarlo a que me diga todo, pero no está de más un pequeño empujoncito.

Puedo ser capaz de sentir la tensión dentro de los confinamientos del auto; la forma en la que va su respiración e incluso, podría apostar que sus manos están temblando mientras las aferra al volante.

Después de un tiempo, que me parece una eternidad; los neumáticos emiten una especie de chirrido y el motor del auto cesa.

—No habrá vuelta atrás —dice, probablemente esperando a que yo me rinda y decida no seguir adelante.

—Lo sé —respondo.

Él deja escapar una exhalación, luego, soy sacada del auto y mi cabeza da vueltas cuando él me carga como si fuese un costal de papas. Podría decir que estamos en su casa o algo por el estilo, porque puedo asegurar que está subiendo escaleras conmigo sobre su hombro.

—¿Dónde estamos? —pregunto.

—Lo sabrás en un momento —responde, al tiempo que soy tirada sobre algo suave; probablemente, un colchón.

Trato de afinar mi sentido auditivo en conjunto con mi tacto, pero no soy capaz de descubrir nada, excepto el hecho de que estoy sobre una cama y sin tener idea de dónde está él.

Antes de que pueda reaccionar, él me levanta de la cama y solo entonces, me doy cuenta de que no lleva puesto la parte superior del traje. En un segundo, me da la media vuelta y mi espalda choca contra su pecho desnudo, enviando ondas de electricidad por todo mi cuerpo.

ARTEMISA©  | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora