24 | Vacío

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Han pasado casi dos semanas y media desde la última vez que escuché a Braxton; la tarde después de abandonar Airlie-Books, recibí una llamada de él, se disculpó por no haberse despedido de mí y me explicó que había salido de viaje, fuera de la ciudad.

Cada segundo que pasa, me siento más y más pedida, sin saber qué hacer ni a quién recurrir, porque todos están en contra de mis sentimientos hacia Braxton.

Algo dentro de mí, me dice que él no está pasando por un buen momento y quisiera poder estar cerca de él, hacerle saber que no está solo aunque piense lo contrario.

No sé por qué, pero el presentimiento de que pueda estar necesitando de alguien, hace que todo mi ser duela por él, que mi corazón se encoja al tamaño de una semilla y que sin tener una explicación creíble, las lágrimas se acumulen en mis ojos para que después se deslicen por mis mejillas con total libertad.

—Artemisa... —la susurrante voz masculina llega hasta mis oídos, poniéndome la piel de gallina.

Antes de que pueda ser capaz de responder, una mano se cierra sobre mi brazo y me jala, envolviéndome en un abrazo apretado; mi cabeza está firmemente presionada contra un duro pecho y puedo ser capaz de reconocer el aroma de esa fragancia masculina.

👓💑💼


Semanas atrás...


—¿No volveré a tenerte? —inquiere Quinn, mirándome fijamente.

Ignorándola, me volteo para tomar el teléfono y llamar al 911, necesito regresarla de nuevo al centro médico, no puedo con la idea de tenerla cerca.

—Mírame cuando te hablo —ruge, tirando de mí, empujándome y sentándome en el sofá.

Parpadeo, atónito y sin palabras; nunca imaginé que ella pudiese tener esa fuerza, pero al parecer, Danna posee muchos rasgos de los que yo no tengo información, porque hace mucho... muchísimo tiempo, dejé de preguntar por ella.

—Eres mío —gruñe, al mismo tiempo que sus ojos se oscurecen—. Hiciste un pacto, ¿lo recuerdas?

—No soy una maldita pieza de exhibición —rechino—. Tú no eres mi dueña, hace mucho que dejé de ser ese adolescente al que manipulaste a tu antojo... No soy tu maldita marioneta.

Apartándose de mí y aun manteniendo sus ojos en los míos, arrastra las manos por sus piernas hasta llegar al elástico de sus bragas; sin decir palabra alguna, desliza la íntima prenda hasta deshacerse de ella.

—Sé que recuerdas esto —murmura, quitándose el sucio vestido.

La silueta de su cuerpo desnudo es algo aterrador de mirar; por alguna extraña razón, no puedo evitar comparar su cuerpo con el de Artemisa Graham y, volviendo las cosas más extrañas, la parte baja de mi anatomía reacciona ante esa imagen.

La diferencia es demasiado grande y abrumadora. La piel de Dana tiene algunos rasguños aquí y allá, luce más pálida de lo que recuerdo, a comparación del cuerpo de Artemisa; quién aún estando desnuda, desprende ese aire de inocencia pura; las claras imágenes de cómo la tomé sobre el capó del BMW invaden mi mente y mi pecho se contrae ante dicho recuerdo.

¡Estás pensando en otra, ¿verdad?! —exclama, totalmente furiosa.

Apenas tengo tiempo de parpadear cuando siento algo duro golpeando mi cabeza; después de eso, tengo vago presentimiento de caer al vacío oscuro y desesperanzador.

Un dolor punzante en mi cabeza hace que despierte, abriendo los ojos poco a poco; intento llevarme la mano a mi frente, pero me topo con un impedimento.

ARTEMISA©  | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora