15 | Deseo

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Después de un día entero paseando por la ciudad, la noche me envuelve y nuevamente las imágenes de tomar a mi amiga están invadiendo mi mente, no sé qué hacer para detener estos pensamientos, para apartarlos de mí.

Doy vueltas en mi cama, sin poder dormir y solo puedo pensar en pegarme un tiro, o utilizar mi mano, otra vez.

Maldita sea —mascullo, apartando las sábanas, saliendo de la cama.

Dentro del cuarto de baño, me tiro agua en la cara, despertando de mi ensoñación y mi deseo reprimido.

Esto no puede continuar así, tengo y debo hacer algo al respecto, antes de terminar en un centro psiquiátrico por culpa de la necesidad de joder con Artemisa Graham.

Soltando el aire en mis pulmones, me pongo los zapatos y tomo mi chaqueta, decidido a acabar con esta agonía.

Conduzco por las calles secundarias de la ciudad, dirigiéndome al lugar que aún permanece arraigado en mi memoria, conociendo y sabiendo que estoy en uno de los barrios olvidados de Londres, tal vez uno de los más peligrosos.

Estaciono frente al local, dejando activas las alarmas del auto, avanzo hacia la puerta de roble cobrizo.

Parte de mí me grita que de la media vuelta y regrese a casa, porque tengo a una niña sola, durmiendo en una de las habitaciones, pero otra parte me pide que siga adelante, que nada malo le pasará a Artemisa, porque la casa cuenta con un sistema de seguridad único y eficaz.

Levanto mi mano, tocando el timbre y esperando que la puerta se abra; una exhalación de alivio escapa de entre mis labios cuando finalmente la maldita cosa cede y se abre de par en par, dándome una increíble vista de lo que encontraré dentro.

—¿Cuántos? —pregunta la mujer, mirándome de pies a cabeza y viceversa.

—Solo soy yo, cariño —respondo.

Ella esboza una sonrisa, mordiéndose el labio inferior, tirando de mí hacia adentro.

Lo siguiente que sé es que, estoy con la cabeza entre las piernas de la sexy y caliente rubia que me abrió la puerta.

Ella está atada al cabezal de la cama, y sus piernas están ampliamente abiertas gracias a que también até sus tobillos al final de la cama.

Una vocecita en mi cabeza me dice una y otra vez que esto está mal, pero mi necesidad básica y mi libido dicen todo lo contrario; necesito esto. Quiero esto, porque de otro modo, no voy a sobrevivir toda una semana en Londres con solo la compañía de Artemisa Graham.

Ella está apoderándose de mi mente y mi cuerpo está negándose a seguir mis instrucciones, porque, cada vez que Artemisa está cerca, mis partes bajas reaccionan sin que yo pueda hacer algo al respecto. Agradezco tanto que no pueda ver porque eso evita que me descubra en estado de excitación gracias a ella, y sé que, si lo descubre, más difícil será apartarla de mí.

¿Cómo alguien mentalmente bien puede querer entrar por sus propios pies a este agujero negro que soy yo? Esa chiquilla me desconcierta completamente, porque nadie que estuviese en su lugar, insistiría tanto.

Y la insistencia es el problema, porque estoy empezando a ceder, estoy empezando a derrumbarme porque cada maldito día se me hace más difícil rechazarla.

Para cuando llego a la casa, todo está en absoluta calma y me permito soltar un suspiro, sentándome en el sofá de lana, echando la cabeza atrás y cerrando los ojos.

Mi vida se ha vuelto una mierda. Es cierto que poco a poco, con la llegada de Artemisa a mi vida, todo ha ido cambiando, ya no me siento encerrado en una burbuja gris, ahora esa burbuja ha estado tomando color, tal vez no esté despejada completamente, pero el cambio se ha estado dando.

ARTEMISA©  | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora