Incómoda. Necesitada. Burlada.
Así me he estado sintiendo desde la otra noche; desde el momento exacto en que Braxton me dejó allí en la cama, semidesnuda y esposada, deseosa de saber y sentir lo que es la conexión humana.
Es un imbécil. Un jodido imbécil que me tiene hecha un desastre, uno al que mi cuerpo no puede resistirse.
—¿Aún de mal humor? —se burla. Puedo escuchar la risa en su tono de voz y eso me molesta, me irrita.
—Uhmmm.
—Artemisa, lo siento —dice, ahora con algo de seriedad—. Sé que no estuvo bien lo que hice la noche pasada, pero debes entender que...
—No soy lo suficientemente valiosa e interesante para ti —interrumpo.
—Sabes bien que no se trata de eso.
—Eso dices, pero yo sé que sí se trata de eso, que no quieres tocarme e ir más allá por que no te importo hasta ese nivel.
—Nena, me importas más allá de todos los niveles —dice, y siento la calidez de su mano contra la mía.
—Braxton, mantengamos esto en santa armonía. Ya no voy insistir con algo que jamás me darás.
—Me alegra que finalmente estemos en la misma página.
—Sí. Así que... quiero volver a Estados Unidos —digo—. Quiero regresar a casa con mi familia y olvidarme de todo esto.
—Missy... Vamos a volver, sí. Pero no hoy, no cuando ni siquiera hemos tenido la oportunidad de hablar con el doctor Donovan.
—Bien —accedo—. Pero en cuanto ese médico diga que él tampoco puede hacer nada por mí, nos iremos y no volveremos a hablar de este tema.
—Acepto.
Dejo escapar un suspiro. Soy incapaz de decirle a Braxton que no. Él solo habla y yo estoy derritiéndome a sus pies, volviéndome un charco de emociones tontas y de fantasías y sueños ilusos.
Sí, es claro que tengo miedo, ya he pasado por esto antes; las mismas cosas, la misma situación, y sé... tengo la seguridad de que esta vez no será diferente. Nada ni nadie puede hacer algo por mí, la medicina no va a estar de mi lado, nunca.
Pasamos el resto del día conversando de todo y nada a la vez, hablando de cosas sin importancia y me doy cuenta de algo: Braxton jamás confiará en mí lo suficiente para hablarme de su vida privada.
—¿Tu hermana aún vive con ustedes? —pregunta, mientras cenamos.
—Ajá. No ha querido abandonarnos, aunque, viaja muy seguido.
—Dijiste que estaba en una obra...
—Sip. En Fantasy, estará en Liberty dentro de dos semanas.
—Vaya, Nueva York. Eso es algo impresionante.
—Ella es muy buena. La crítica la ama —digo, con orgullo—. ¿Y tus hermanas? Dijiste que ellas son tu mayor tesoro, al igual que tu madre y tu padre.
—Lo son. Las adoro. Aunque hace ya mucho tiempo que no nos vemos.
—¿Por qué?
—Porque ambas están viviendo en diferentes países. Anne es una prestigiosa pediatra que, después de su primer viaje a África, decidió unirse a Médicos sin Fronteras y hacer o más bien, ofrecer sus conocimientos y servicios de manera altruista.
Sonrío, porque la forma en que habla de su hermana me demuestra lo feliz y orgulloso que está de ella.
—Victoria es un huracán —continúa—, ella es periodista y casi siempre está metiéndose en problemas, pero es también gracias a eso que ha tenido y recibido muchos premios y reconocimientos.
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ARTEMISA© | TERMINADA
عاطفيةArtemisa tiene diecisiete años. Vive en Carolina del Norte. Tiene un perro labrador y un gato blanco, o al menos ella supone que ese es su color. Su padre es contratista, su madre es diseñadora y programadora web y su hermana, bailarina profesional...