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Cerca de las once, los López Valencia se encuentran cansados y listos para dormir.

La princesa se mete a la cama y pide a su papito quedarse con ella hasta que se duerma.

Mientras tanto Maya, toma su celular para revisar y enviar algunos mensajes de WhatsApp, además de subir unas fotos a su página de facebook.

También está muy pendiente del reloj, pues falta ya muy poco para las doce y quiere ser la primera en felicitar a su marido por su cumpleaños.

Cuando la niña está completamente dormida, Santi la cubre con una ligera sábana, se levanta silencioso de la cama, entra un momento al baño, apaga todas las luces de la habitación y se acuesta junto a su esposa para comenzar con una serie de besos, arrumacos y palabras en baja voz.

-Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a los esposos muy guapos se las cantamos así. ¡Despierta, Santo, despierta! Mira que ya amaneció. Ya los pajarillos cantan, la luna ya se metió -le canta Mariela a su pareja, en punto de las doce de la noche.
-¡Feliz cumpleaños, mi cielo! Espero que Dios te permita vivir muchísimos años más. Que te siga guiando e iluminando para ser un hombre bueno y noble, un profesionista exitoso, un padre maravilloso pero sobre todo, ¡el mejor de los esposos! ¡Dios te bendiga siempre, mi vida! Estoy muy orgullosa de ti y te amo. ¡Te amo muchísimo! -expresa la escritora, y besa con amor a su marido.
-Gracias, mi amor. Yo ya he sido bendecido al tener la mejor de las familias, pero principalmente por tener el amor de la mujer más bella e increíble de este mundo. Yo también te amo mucho, y jamás dejaré de agradecer a Dios haberme puesto frente a ti -responde Santiago, con muchas ganas de llorar.

Un largo y apasionado beso es lo que prosigue a este hermoso acto, en el que Maya le demuestra a su esposo lo mucho que lo ama y lo dichosa que es con él.

-Este será el mejor cumpleaños de mi vida -exclama Santi, abrazando a su mujer.
-¡Ay, ajá! -dice ella, besándole el cuello.
-En serio. ¿Sabes por qué? -responde él.
-¿Por qué? -cuestiona Maya, acariciándole el rostro.
-Porque lo voy a pasar contigo -señala Santo, y la vuelve a besar.
-¡Es cierto! Es el primer año que pasamos juntos -menciona la escritora.
-Los años anteriores había tocado que tú estuvieras en Veracruz y yo en Vallarta -comenta él, acariciándola bajo las sábanas.
-Oye, amor, ¿no te gustaría que nos quedáramos un día más aquí? -pregunta ella repentinamente, metiendo la mano en el bóxer de su marido para acariciarle la pelvis.
-No, preciosa. Quiero regresar a México cuanto antes -contesta el doctor enseguida.
-¿Por qué? ¿No te gustaría festejar aquí tu cumple? -cuestiona la esposa.
-Sí, estaría genial pero la verdad, no quiero -declara él bastante seguro.
-Pero ¿por qué? -interroga desconcertada.
-Porque el mejor festejo que puedo tener es sentirte cerca, tocar tu piel, besarte, ¡hacerte el amor! Y obviamente, eso no sucederá aquí porque mi hija está de por medio -confiesa y explica Santiago, viendo a su mujer a los ojos.
-Bueno, pero si hubiese alguien de confianza que se quedara y cuidara a Marijó mientras tú y yo nos vamos solitos por ahí, ¿te gustaría quedarte? -inquiere Mariela.
-Ah, en ese caso por supuesto que sí. Pero no pensemos en algo que no ocurrirá, amor. Mejor pensemos en lo que pasará mañana que lleguemos a casita -exclama pícaramente el doctor, y muerde los labios de su pareja.
-Ok, mi vida... Oye, ya estás viejo, amor -bromea espontáneamente ella.
-Óyeme, no. Yo no estoy tan viejo aún -aclara él, al instante.
-Pues no tan viejo, pero ¡ya nada más te faltan seis años para ser un cuarentón! Muy guapo por cierto, pero cuarentón a fin de cuentas -se burla la bella escritora.
-¡Ja-ja-ja! ¡Muy graciosa! Seguramente tú tienes quince años -señala Santiago.
-Pues no quince, pero no llego ni a los treinta, papacito -responde Mayita.
-¡Pero vas que vuelas para allá, mamacita! -agrega con audacia y estilo Santo, para molestar a su esposa-. Bueno, y ¿me vas a seguir queriendo cuando sea un anciano, viejo, gordo y panzón? -pregunta de repente.
-Claro que sí, mi amor. Yo te amaré siempre, siempre. Aún cuando estés viejito y sea yo quien tenga que atenderte y darte de comer en la boca -asegura Maya, al besarlo una y otra vez.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora