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¡Por fin!

Llegó el sábado 25 de mayo e instantes posteriores al alba, inician las actividades para los Valencia y los Carmona, quienes se encuentran a unas horas de convertirse en una sola familia.

Luego de un ligero y rápido desayuno, Jorge y Ricardo salen rumbo al salón donde será la fiesta para verse ahí con Betty, y con ella auxiliar y supervisar todo lo referente al adorno del lugar.

Mientras Issa, Andrea y Ángela se reúnen para hacer lo mismo en la iglesia.

Con alegría y un gran estilo todos cooperan y dan lo mejor de sí mismos para que ambos lugares queden y luzcan espectaculares, dignos de una ocasión tan especial como la boda de Maya y Santiago.

La escritora entra en acción pasando de las ocho, y a través de llamadas telefónicas mantiene una constante comunicación tanto con los que están en la iglesia, como en el salón.

Por su parte el doctor, recoge en el aeropuerto a Gustavo, Mariana y Marcos, quienes viajaron a primera hora desde Querétaro y Coatzacoalcos.

Luego de hospedar a su suegro en un hotel cercano a la iglesia, Santi se dirige de nuevo a casa en compañía de los abuelos de Marijó.

Los nervios están a flor de piel para los novios, y es que aún no pueden creer que en cuestión de horas serán oficialmente marido y mujer.

Aunque Maya se siente un poco mal debido al embarazo, también está feliz y dispuesta a gozar ese día al máximo.

-Toma tu celular, Mariela. Tienes como cien llamadas perdidas de Santo -comenta Cecy, entrando a la recámara de Maya.
-¡Mensa! -responde la escritora y agarra enseguida el teléfono.

En ese instante, vuelve a entrar una llamada del doctor López Carmona.

-¡Hola, mi amor! -contesta de inmediato.
-¡Vaya! ¡Al fin contestas! -exclama él.
-Discúlpame, mi cielo, pero Cecilia me acaba de devolver mi cel apenas... ¿Cómo estás? -dice ella apenada.
-Bien, princesa. Voy llegando de dejar a tu papá en el hotel -cuenta Santi, y se sienta en la cama.
-Y ¿cómo te trató? -cuestiona la joven.
-Pues bien, hermosa. No le queda de otra más que aceptarme -contesta él, y ríen los dos-. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes? -añade interesado.
-Más o menos, mi vida. Tengo un poco de nauseas, pero espero se me quiten pronto -confiesa Maya, y escucha a lo lejos el timbre de la casa.
-¿Ya comiste algo? -pregunta Santo.
-Es que no tengo hambre, Santiago. Siento que cuando coma voy a vomitar -expresa la escritora, y acaricia su vientre.
-Intenta desayunar algo, amor. Verás que te sentirás mejor -asegura él sonriendo.
-Voy a tratar y me voy a apurar porque no tardar en llegar JD para maquillarme -dice Maya, al ver el reloj.
-Ok, preciosa, entonces te dejo para que hagas tus cosas tranquila -exclama Santiago.
-Te amo, Santiago. ¡Muero por ser tu esposa! -expresa emocionada Mayita.
-Yo también, mi vida. ¡Ya falta poco! -responde él, con la misma emoción.
-¡Te amo! -exclaman los dos, y termina la llamada.

Mariela respira profundamente y acaricia suavemente su vientre.

-¡Ayúdame, mi amor! Permíteme sentirme bien hoy, mi cielo -dice la escritora a su bebé, mientras alguien llama a la puerta de su habitación.

Cecy entra corriendo al lugar y le avisa a su hermana que JD ha llegado para arreglarla y dejarla bellísima.

Antes de comenzar con su arreglo personal, Mayita hace caso a las palabras de su futuro marido y baja a desayunar un plato de fruta y yogurt.

Al terminar, entra a darse una ducha refrescante con ayuda de su hermana.

En punto de las nueve y media, la novia regresa a su recámara con Sara y JD, y con los nervios de punta inician un largo pero excelente proceso de maquillaje.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora