Carta de la autora

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Xalapa, Ver, junio de 2020.

Hola... Soy Mariela A. Valencia, autora de "El sueño de un Ángel" y "El pedacito de cielo de un Ángel."
Antes que nada gracias, muchas gracias por leer esta bilogía.

Ahora, quiero contarte algunas cosas...

Nací un 9 de diciembre de 1989 en Coatzacoalcos, Ver. Y efectivamente presento PARALISIS CEREBRAL, o mejor dicho, soy una chava con discapacidad física.

Efectivamente, la causa de mi discapacidad se debe a que cuando iba a nacer, tardaron mucho tiempo en atender a mi madre, pues a pesar de que ella les decía a los doctores que ya venía, ellos no le hacían caso, hasta que a mi madre se le rompió la fuente.

En ese momento se dieron cuenta de que la bebé, o sea yo, venía atravesada y enredada en el cordón umbilical.

Tuvieron que hacerle una cesárea de emergencia para que pudiera nacer, pero eso no fue suficiente pues al momento de llegar al mundo, me faltó oxigenación en el cerebro, lo cual provocó que se murieran algunas neuronas, principalmente las encargadas de dirigir la parte motora de mi cuerpo.

Estuve en incubadora y a los once días de nacida me entregaron a mi madre, diciéndole que había tenido un pequeñísimo problema al nacer y que por eso me tenía que llevar a terapias de rehabilitación, pues debido a ese pequeño problemita iba a tarda un poco más de lo normal en caminar, pero que no se preocupara.

Los médicos no tuvieron el valor de decirle lo que en verdad tenía, pues sabían que había sido negligencia médica y que podían ir a la cárcel por eso.

Mi mamá, al no saber la gravedad del asunto estaba tranquila, me llevaba a las terapias, me cuidaba, hasta que una doctora muy buena, le explicó lo que en realidad pasaba conmigo: que yo no iba a caminar nunca, que no iba a hablar, que no iba a ser como todos los niños, que lo yo tenía no se curaba con terapias, ni en uno o dos meses, le explicó que lo que tenía era PARALISIS CEREBRAL y que con eso viviría toda mi vida, pero sin embargo, las terapias me podían ayudar a mejorar mi cuerpo y quizás no podría valerme por mí misma, pero sí podría hacer algunas cosas con el paso del tiempo.

Cuando mi madre volvió al hospital donde había nacido para pedir una explicación a lo que me habían hecho, le dijeron que mi expediente se había perdido, y que no recordaban que había nacido ahí. De esta forma se lavaron las manos y se salvaron de pagar que gracias a ellos, cambió mi vida y la de mi familia para siempre.

Pasaron los años y sí, mi madre se dio cuenta de que su niña, era una niña especial, muy especial.

Es cierto que a los siete años de edad, entré al CAM 32 Beatriz Velazco de Alemán en la Ciudad de México, una escuela para niños especiales, como yo, pero con clases y conocimientos de las escuelas regulares. Ahí estudié siete años, uno de preescolar y seis de primaria.

Cuando tenía nueve años de edad, fui sometida a mi primer cirugía, esta fue realizada en la parte de las ingles y en mi rodilla derecha debido a que presentaba fuertes contracturas y luxación de cadera.

Dos años después, fui intervenida nuevamente. Esta vez fui operada de la mano izquierda. El propósito de la cirugía era que lograra cerrar la mano para poder sujetar objetos.

Gracias a esta cirugía con el paso del tiempo he logrado sostener algunas cosas con esa mano, pues es la que puedo controlar más e incluso, puedo llegar a escribir unas cuantas palabras con mucho trabajo y esfuerzo.

Es verdad que poco antes de salir de la primaria me invitaron a practicar un deporte especial para personas con parálisis cerebral, llamado BOCCIA, el cual requería la inteligencia del ajedrez y la dinámica del billar.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora