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Por fin amanece el viernes 28 de marzo, el día tan esperado por Mariela y todos sus seres queridos.

Desde las siete de la mañana los rayos del sol se cuelan por las ventanas de la recámara del matrimonio López, pero es hasta las siete con quince que la alarma del despertador interrumpe su sueño.

-¡Mmmmmm! -emite Maya, al dormir desnuda, abrazada a su marido.
-¡Llegó el día, Mayitis! -exclama Santo y apaga el despertador, mientras ella abre los ojos y empieza a besarle el pecho.
-No vayas al trabajo -pide ella, y lo abraza.
-Tengo que ir, amor. Tengo una cirugía muy importante -responde con caricias él.
-¿Prometes volver temprano? -pregunta viéndolo a los ojos.
-Claro que sí, sólo voy a la cirugía y me regreso... Hoy es un día especial y quiero pasarlo junto a ti, hermosa -asegura Santi, y su pareja sonríe.
-¡Hoy es un día especial! Todos los días especiales tú me regalas rosas... ¿Por qué hoy no me diste rosas? -comenta Maya, con cara triste.
-Señora López, el día apenas empieza. ¿Quién le dijo que no le voy a dar rosas? -contesta Santiago, algo nervioso.
-¡Ay, ajá! ¡No seas mentiroso! Si no te digo, ni te acuerdas -exclama ella enseguida.
-¡Claro que sí me acordaba! -afirma y ríe él.
-¡Júramelo! -pide y lo ve a los ojos.
-¡Te lo juro! -responde Santiago, con un beso en los labios.
-¡Gracias por hacerme el amor! -le susurra al oído Mayita.
-¡Gracias por ser mi mujer! -exclama el doctor, acariciando con delicadeza la piel de su esposa.
-¡Te amo! -dice y lo besa ella.
-¡Yo te amo más! -agrega Santiago, con un fuerte abrazo.
-Vamos a bañarnos, se te hace tarde -señala la escritora sonriendo.

La pareja deja el calor de su cama y entra a ducharse rápidamente, mientras su pequeño sigue durmiendo como un angelito.

Luego de desayunar el doctor Carmona sale de su hogar para dirigirse a su trabajo.

-Santiago, ¿puedes pasar a la farmacia cuando vengas de regreso? -dice Mariela, cuando su esposo abre la puerta de la casa.
-Claro, amor. ¿Qué traigo? -contesta de prisa él.
-Leche y pañales, mi cielo -indica ella.
-Ok. Nos vemos más tarde -afirma Santi.
-Gracias. Vete con cuidado... ¡Te amo! -exclama sonriendo Mayita.
-¡Yo te amo más! -añade el médico, y se va.

Al quedarse sola en la sala de su hogar, Maya toma el teléfono y realiza una llamada a su madre.

-Hola, mamita. Buenos días -saluda con cariño.
-Mi amor, ¿cómo estás? -contesta Sarita.
-Muy nerviosa, pero bien. ¿Y tú? ¿Cómo pasaste la noche con tanta gente en casa? -pregunta la escritora.
-Bien, mi vida. Ya sabes, la casa es un caos pero todos estamos bien -responde la madre, y ríen ambas.

Tras una charla con su madre de casi media hora, Mariela cuelga el teléfono y se dirige a la recámara, dado que Marco Emmanuel la llama a gritos.

Con amor y sonrisas la escritora cuida de su pequeño, está con él en lo que Tina lo baña, lo viste, peina y perfuma, para posteriormente recibirlo entre sus brazos, arrullarlo y darle pecho.

Minutos después de las doce, suena el timbre del hogar de los López, y Sol es la encargada de abrir de inmediato.

-Buenas tardes, señor. ¡Adelante! -exclama con amabilidad la joven, al hacer pasar a la visita.
-Gracias -responde Diego, y entra a la sala.
-¡Hola, hola, suegrito! -expresa con gran sonrisa Mayita, al salir de la recámara.
-Hola, hija. ¿Cómo estás? -dice el señor, al abrazar a su nuera.
-Muy bien. Un poco nerviosa pero feliz -contesta Maya, invitándolo a tomar asiento.
-Yo también estoy feliz y muy orgulloso de ti -dice sinceramente Diego.
-Muchas gracias, señor -dice y sonríe ella.
-Cuéntame, ¿cómo están mis nietos? -se interesa él.
-Están perfectos, gracias a Dios. Ahorita Marco está dormido y Marijó en la escuela -señala la escritora, mientras Sol trae un vaso de agua a Diego.
-¿Y Santo? -cuestiona el suegro, luego de tomar un trago de limonada.
-Santo fue a una cirugía pero ya no debe tardar. Me prometió regresar temprano -menciona y sonríe Maya.
¿Sabes que últimamente he hablado más con él? -comenta con alegría él.
-Sí, me ha contado. Y estoy segura que muy pronto todo volverá a ser como antes entre ustedes -expresa la escritora.
-Eso espero -declara Diego, y se escucha el timbre nuevamente.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora