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El alba llega una vez más, y en punto de las siete Sara se levanta para iniciar sus actividades.

Lo primero que hace, es salir de su recámara y dirigirse a la de su hija menor.

Al pararse en la puerta, se encuentra con Mayita y Santiago aún dormidos, abrazados, con las piernas entrelazadas y dejando muy poco espacio entre ambos.

-Ay, Dios mío, no permitas que pase lo que me estoy imaginando, Señor, por favor. ¡Mi Mariela no! -piensa mientras suspira Sara María, y se retira del lugar.

Minutos más tarde, suena la alarma que Santiago programa diariamente para despertarse.

-¡Mmmmmm! -emite Maya, al escuchar el despertador.
-Es hora de irme, amor -indica Santiago, y apaga la alarma.
-No, ¡quédate conmigo! -le pide ella, al besarle el pecho y acariciarle la parte baja de la espalda.
-No puedo, mi cielo. Tengo cirugía a las nueve -responde con un bostezo él.
-No quiero que te vayas. ¡Quiero tenerte siempre aquí y despertar contigo todas las mañanas! -expresa Maya, mientras lo abraza y se acurruca en él.
-Ahora no podemos, mi vida, pero ya llegará el momento en que despertemos juntos cada día, y te aseguro que cuando eso pase no te escaparás de mí nunca más -menciona Santi, y la besa en la boca.
-¿Me lo prometes? -pregunta la joven, acariciándole el rostro.
-¡Te lo juro! -agrega el doctor, y vuelve a besarla con pasión.

Luego de varios minutos de besos y arrumacos, el doctor deja la cama, cierra la puerta de la habitación para asearse y vestirse rápidamente.

Así en punto de las ocho, se despide de su pareja, quien le da la bendición y le desea un buen día.

Maya por su parte, se recorre hacia el otro extremo de la cama para ocupar la almohada de su novio, abrazar a Marijó y seguir durmiendo tranquilamente.

El lunes, transcurre con normalidad.

El cielo de México está parcialmente despejado, lo cual comprueba una vez más que después de la tormenta, siempre llega la calma.

Cerca de las doce, Sara se dirige al curso de maestros que será impartido en la escuela donde trabaja, y Ricardo asiste a su primer día de clases e inicia un nuevo semestre en la universidad.

Paloma regresa a casa con sus hijos, pues aunque ellos tengan aún una semana más de vacaciones, las terapias de Palomita deben retomarse lo antes posible.

Maya también debería volver a terapia ya, sin embargo, su cuerpo no está aún en condiciones para ejercitarse y mucho menos, entrar al agua. Es por eso que se queda con la nana en casa, mientras Cecy va a dejar a Marijó con Estela y posteriormente se dirige a la academia de danza árabe.

Durante el martes, Santiago trabaja con entusiasmo y responsabilidad en la clínica atendiendo a más de veinte pacientes y practicando tres cirugías en compañía de Alex.

El miércoles, la escritora emplea parte de la tarde para redactar su columna y avanzar un poco en la elaboración de su tercer libro.

La noche del jueves, este par de enamorados se reúne para cenar en casa, platicar y ponerse de acuerdo para las cosas que realizarán juntos al día siguiente.

El viernes, la ciudad es nuevamente iluminada por los rayos de un hermoso sol.

Desde muy temprano Maya se pone en acción para arreglarse con ayuda de Cecy, desayunar y trasladarse hasta el hospital del doctor Morales para retomar su rutina de terapia física.

Obviamente, volver a rehabilitarse no es nada fácil para la joven, ya que pasó casi tres semanas sin asistir a las sesiones correspondientes.

Santiago, pone gran empeño en adelantar el mayor trabajo posible, dado que tiene planeado no volver a la clínica después del almuerzo.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora