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El corazón de la escritora late con muchas más fuerzas que antes, y mientras hacen el amor, agradece de nuevo a Dios el haberle concedido la bendición más grande del mundo.

Luego de este hermoso acto, el doctor vuelve a recostar su cabeza sobre el vientre de Maya, y entre besos y caricias comienza a hablarle a su bebé por primera vez.

-¡Hola, mi cielo! Yo soy tu papito y quiero decirte que te amo muchísimo, y aunque la noticia de tu existencia me tomó por sorpresa, me hace muy, muy feliz saber que estás creciendo dentro de tu mamita -expresa el doctor con sentimiento, mientras su mujer le acaricia el rostro y el cabello.
-Ten por seguro que contaré ansioso los días que faltan para tenerte entre mis brazos, mi amor, y que a partir de ese momento dedicaré mi vida a cuidarte y hacerte el bebé más feliz del mundo -exclama Santiago, con muchos besos.
-¡Tú eres una bendición de Dios, lo más grande que nos ha dado! ¿Sabes? Él debe amarte mucho, pues te va a regalar a la mejor mamita que pueda haber en la vida... Ella es especial, ¡mucho, muy especial! Es tremendamente hermosa, es buena, noble, honesta, fuerte, admirable, inteligente, tierna, dulce, cariñosa, pero sobre todo, te ama desde siempre, bebé. ¡Incluso desde antes de darte la vida, mi amor! -platica Santi a su hijo o hija, y Maya llora una vez más.
-¡Los dos te amamos, mi vida! Eres el fruto de nuestro amor, y te juro que tu llegada será lo más sagrado que tengamos juntos -dice feliz Santiago, con un beso más.
-Te amo, Maya. Dios ha bendecido nuestro amor con un angelito hermoso, y te juro que ustedes dos y Marijó serán lo más grande y preciado que tenga en la vida -asegura él, al acercarse y besar la boca de su futura esposa.
-¡Yo también te amo, mi amor! Y soy yo quien jamás dejará de agradecer a Dios el haberte puesto en mi camino, porque tú y nuestro hijo son la bendición más grande que me ha dado -agrega Mayita, con amor y ternura.

Esa charla entre los futuros padres se prolonga por muchas horas más.

Ambos son felices imaginando cómo será su bebé, sacando la cuenta de los meses que faltan para poder abrazarlo, pensando si será niña o niño, a quién se parecerá y por supuesto, los posibles nombres que le pondrán.

Por su parte Maya, confiesa que le encantaría tener una niña, mientras Santo muere por un varón. Sin embargo, lo único que piden es que su hijo crezca sano, y que sea lo que Dios quiera.

También acuerdan no mencionarle a nadie absolutamente nada sobre el embarazo, dado que prefieren guardar la sorpresa para el día de la boda.

Las únicas a quienes le darán la noticia cuanto antes son Sara, Estela y Marijó.

Mientras tanto Sara, está furiosa porque Cecy le contó lo mal que se puso Maya en la tarde y que aún así se salió a la calle con Santiago.

Una y otra vez intentan llamar a los celulares y a la casa de él, pero en ninguno de esos lados los encuentran.

Cerca de la una de la mañana, Mariela se queda dormida con las manos sobre su vientre y una enorme sonrisa en los labios.

Santiago la contempla, observa y admira su figura. Al igual que ella, suavemente coloca la mano en su vientre, se acurruca a su lado y se duerme tranquilamente.

Amanece el jueves 16, y poco antes de las ocho el futuro matrimonio despierta con muchísima alegría y unos nervios infinitos, pues están ya a tan sólo nueve días de su boda.

Luego de saludar y hablar unos minutos con su bebé, la pareja deja la cama y entra a darse un rico baño.

Totalmente en ayunas salen del hotel y se dirigen a la clínica para que Santiago le practique a Maya los estudios indicados por la ginecóloga.

A todos les parece extraño que el doctor llegue con la escritora, y más aún cuando no son ni las nueve de la mañana.

Alex cuestiona la visita de Mayita tan temprano al lugar, pero ni ella ni Santo entran en detalles.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora