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Amanece en la ciudad de la eterna primavera, los rayos del sol brillan con gran intensidad haciendo que el calor sea bastante abrumador.

La habitación de la familia López permanece en absoluto silencio, dado que la mala noche que pasaron los dejó agotados.

Es hasta después del mediodía que el doctor Carmona despierta, y al ver descansando aún a su mujer, se levanta sigiloso de la cama y se dirige al baño.

Haciendo el menor de los ruidos se da una rica ducha, se pone ropa fresca y ordena al restaurante algo de comer y beber.

También, aprovecha para llamar a recepción y posponer para más tarde la sesión de masaje especial que él y Maya tenían reservada para esos momentos.

Velando el sueño de su esposa, desayuna un plato de fruta con yogurt, para luego sentarse al pie de la cama y navegar en internet a través del celular.

Como médico sabe perfecto que a estas alturas el cansancio físico de Mariela es enorme y más aún, si se presentan crisis como la de esa madrugada, es por eso que la deja dormir y reponerse cuanto ella quiera.

Varias horas transcurren, y aproximadamente a las cuatro es que la señora López abre los ojos y lo primero que ve, es a su marido sentado frente a ella.

Enseguida él apaga su teléfono y se pasa a la cama para besar y acariciar a su bella mujer.

-¿Cómo te sientes, hermosa? -le pregunta luego de darle un beso.
-Mejor que anoche, mi amor... Oye, ¿qué hora es? -responde de inmediato ella.
-Van a dar las cuatro, flojita -indica él, viendo el reloj.
-¿Qué? ¡Nuestro masaje era a las doce! ¿Por qué no me hablaste? -exclama Mayita.
-¡Ssshh! No te preocupes por eso ahorita... Llamé y lo pospuse para más tarde -señala Santo, y vuelve a besarla.
-¿A qué hora? -pregunta preocupada.
-A la hora que mi princesa se sienta bien y esté lista para recibirlo -dice el marido, y ambos sonríen.
-Eres hermoso -expresa Maya, y ahora es ella quien lo besa.
-¿Quieres comer algo? -ofrece con amor él.
-Mi cielo, más que comer yo quiero bañarme. Me siento sudada e incómoda. Ayúdame, por favor -responde la escritora.
-De acuerdo, mi amor. Te baño, comemos y luego nos vamos al masaje -menciona el doctor.
-Me parece perfecto -añade con un beso más Mariela.

Es así como una hora después, la escritora se encuentra arreglada y lista para salir con su marido al área de SPA del hotel.

Ahí, dos amables señoritas los reciben con cortesía, una sonrisa y todas las comodidades y adecuaciones que Maya necesita.

Con ayuda de Santo, Maya se quita la mayor parte de la ropa que lleva puesta y solamente se cubre con una toalla, para finalmente acostarse en una cama de SPA especial para mujeres embarazadas.

Al instante en que su cuerpo descansa sobre dicha cama, ella se siente plenamente cómoda y feliz de poder relajarse y acostarse de una forma que hace meses no podía.

Y es que este tipo de cama está diseñado precisamente con un orificio en el centro, con el fin de que las futuras mamás puedan ponerse boca abajo sin hacerle el menor daño a su bebé.

Santi también recibirá un masaje relajante, por lo que se quita la mayoría de su ropa y ocupa una cama muy próxima a la de su esposa.

-¿Estás bien, amor? -pregunta el doctor, antes de empezar el masaje.
-¡Sí! ¡Hace meses que moría por acostarme boca abajo! -contesta sonriendo la escritora.

En un ambiente de tranquilidad, armonizado por velas, incienso y música clásica, esa pareja se deleita con un exquisito masaje que sin duda, los ayuda a liberarse del estrés y las tensiones que han tenido últimamente.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora