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Esa misma tarde la futura mamá asiste a su segundo chequeo mensual con la ginecóloga, y esta ocasión es acompañada por Estela, y por supuesto Santiago.

Lidia atiende a su paciente estrella con cariño y alegría, brindándole los mejores servicios.

Luego de una prolongada entrevista, la escritora pasa con su esposo a cambiarse de ropa para luego recostarse en una camilla y comenzar con su segundo ultrasonido.

A través de este estudio, puede observarse que el tamaño del bebé de Mayita es pequeño aún, pero se parece ya a un recién nacido, dado que su cuerpo empieza a crecer proporcionadamente.

A estas alturas, los sentidos de ese pequeño se encuentran en pleno desarrollo, sus ojitos empiezan a reaccionar a la luz y sus oídos a percibir sonidos externos.

He aquí donde Lidia indica que la voz materna es uno de los primeros sonidos que reconoce, y por eso es recomendable hablar suavemente con él y estimularlo con música relajante.

Sus huesitos se endurecen poco a poco, por lo que próximamente podrá hacer movimientos, lo cuales comúnmente se conocen como pataditas.

La doctora menciona que ya es posible saber el sexo del bebé realizando una ecografía. Sin embargo, la pareja prefiere mantener esa incógnita hasta el día del parto.

La futura mamita obviamente derrama unas lágrimas al ver la silueta de su pequeña o pequeño reflejada en la pantalla, al mismo tiempo que se escucha latir con fuerza su corazoncito.

Estela disfruta ese instante como ningún otro, le parece increíble que ese ser tan indefenso sea su futuro nieto.

Santiago se queda sin palabras ante esta incomparable experiencia. Una y otra vez sonríe al observar el fruto de su amor por Maya.

La consulta finaliza con un sinfín de consejos y recomendaciones para las siguientes semanas, los cuales la escritora promete cumplir al pie de la letra.

El jueves por la noche Santiago vuelve del trabajo algo cansado, por lo que es Tina quien ayuda a Maya a cenar y ponerse la pijama, mientras el doctor ve la televisión en la sala.

-Amor, ¿qué es lo que le sucedió a Alex hace años que no lo deja volver a amar? -cuestiona Mayita, al acercarse en camisón a su marido.
-No me preguntes eso, hermosa. Es algo de Alex que no puedo contarte -responde Santo, haciendo que deje la silla de ruedas y se siente en sus piernas.
-Pero es que Aidé está sufriendo -dice la esposa, y él le acaricia los muslos.
-Alex también, Maya, y así van a seguir hasta que acepten lo que sienten -asegura Santiago, y ella baja la mirada–. Oye, pero no hablemos de cosas tristes. Mejor hablemos de cosas bonitas -menciona él, y le sube lentamente el camisón.
-Ah, ¿sí? ¿Cómo cuáles? -pregunta coquetamente ella.
-Como que hoy cumplimos dos meses de casados y que te amo muchísimo... Eso hay que festejarlo, ¿no? -responde Santi, besándola una y otra vez.
-Y ¿cómo lo quieres celebrar? -pregunta con una sonrisa ella.
-Vámonos al cuarto y allá te lo explico -indica el marido, y se levanta llevándola en brazos.

El matrimonio se dirige a celebrar un mes más juntos, haciendo el amor en el interior de su habitación.

Llega una vez más el mes de agosto, los días avanzan, y con ellos el hermoso embarazo de Mariela Valencia.

Su cuerpo ha comenzado a sufrir los cambios que toda mujer presenta en esta bella etapa.

Muy lentamente su vientre ha crecido más, sus caderas se ensanchan unos centímetros, al mismo tiempo en que sus piernas adquieren firmeza y un poco más de volumen.

Los ascos y mareos desaparecen por completo, siendo ahora un gran apetito y muchos antojos los que tiene la escritora.

Como de costumbre, una mañana de martes, JD visita el hogar de los López Valencia, llevando consigo un delicioso pastel de chocolate para compartir con la futura mamita.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora