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Un miércoles al mediodía, Maya pide al doctor Carmona verse horas después, debido a que quiere comentarle algunas cosas que no pueden posponerse más.

Dando las cinco de la tarde, Santiago deja el trabajo de la clínica para dirigirse a la residencia Valencia, lugar donde lo espera su mujer.

-¡Hola, mi amor! -expresa Maya, estando en la sala con la computadora.
-Amor mío, ¿cómo estás? -dice Santi, al besarla y sentarse a su lado.
-Bien, hermoso. ¿Y tú? ¿Cómo te fue en la clínica? -pregunta con cariño ella.
-Bien, gracias a Dios todo en la clínica está perfecto, pero no hablemos de eso ahora, mejor dime ¿qué querías enseñarme? -dice él, y la acaricia.
-Mira, he estado cotizando salones de fiesta, pero para elegir uno, primero tenemos que decidir dónde nos vamos a casar -comenta Maya, mientras él observa las fotografías y precios de los salones.
-Y la pregunta es... ¿Dónde nos vamos a casar? -señala el doctor.
-Exactamente... -confirma ella.
-¿Dónde te gustaría casarte, preciosa? -le pregunta con amor él.
-Pues es que no hay muchas opciones, Santiago -responde Maya, y voltea a verlo.
-Claro que sí, mi vida. Está México, Veracruz... ¿No te gustaría una boda en la playa? -propone Santiago, y ella se emociona.
-¡Claro que me gustaría casarme en la playa, mi cielo! -contesta la escritora ilusionada, y lo besa en la boca.
-Pues basta con que me lo pidas para que nos casemos ahí -exclama Santi, con una sonrisa.
-¿Es en serio? -pregunta muy sorprendida.
-Por supuesto que es en serio... Mira, yo había pensado en Puerto Vallarta -confiesa Santi, y los ojitos de Maya brillan.
-¡Amor, sería genial casarnos ahí! Tú sabes lo mucho que me gusta esa playa y lo especial que es para nosotros -expresa ella muy, muy feliz.
-Obviamente, yo lo sé. Por eso pensé en ese lugar para nuestra boda -responde él, al abrazarla y besarla.
-Sería una boda hermosa... pero no, mi cielo -comenta inesperadamente la escritora.
-¿Por qué no? -cuestiona Santiago desconcertado.
-Porque no. Porque en el mar hay demasiado viento, y éste vuela la arena y entonces los invitados no comerían ni estarían a gusto por estar cuidando que no le entre arena o polvo a la comida... Además, para organizar la boda allá, tendría que ir y venir seguido, y es mentira que voy a poder hacer eso -argumenta acertadamente la escritora.
-Tienes razón -reflexiona el doctor.
-Pero no te preocupes, a Puerto Vallarta podemos irnos de luna de miel -menciona Mariela, mientras lo acaricia-. Aunque yo había pensado en Los Cabos para eso -agrega, y él frunce el ceño-. Ya sé que tú vas ahí seguido, pero yo siempre he querido conocer esas playas -justifica ante la expresión de su futuro marido-. ¿Podemos ir, por favor? ‐insiste como una niña ilusionada, con uno y otro beso.
-Bueno, está bien -acepta enamorado de su sonrisa-. Por eso no hay problema. Podemos ir unos días a Vallarta, y otros a Los Cabos -sugiere enseguida.
-¡Gracias, mi cielo! Eso sería perfecto -dice ella, mordiéndole los labios-. Amor, pero francamente la luna de miel ahorita no me preocupa. Dime, por favor, ¿qué vamos a hacer con la misa? -exclama de pronto, retomando el tema.
-Dices que aquí en la ciudad, ¿no? -pregunta Santi, y ella responde que sí.
-Mira, a mí me gusta mucho como da misa el padre donde Marijó hizo sus sacramentos, no sé a ti qué te parezca -comenta el novio.
-A mí también me agrada ese padre. Además esa iglesia está muy bonita y tiene espacio suficiente para nuestros invitados -responde muy animada la novia.
-¿Entonces, ahí? -le dice él.
-Yo diría que sí -expresa con un beso la joven.
-Entonces, tenemos que ir a hablar con el padre cuanto antes, para que empiecen a correr las amonestaciones y podamos casarnos el día que acordamos -indica Mariela.
-Estoy de acuerdo, amor, y opino que vayamos hoy mismo -contesta Santiago.
-¿Tú crees? -menciona con inseguridad ella.
-Sí, apenas son las seis, podemos llegar antes de la misa de siete y hablar con él o con la secretaria -asegura él, viendo el reloj.
-Bueno, vamos y luego regresamos acá porque todavía tenemos muchas cosas que hablar tú y yo -acepta Mayita, y apaga la computadora.

Los novios avisan a Cecy que irán a la iglesia a hablar con el sacerdote y apartar la misa para la boda.

La Morena les comenta que ella también saldrá un momento, ya que debe ir a la academia a dar un par de clases.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora