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Santiago, ayuda a su mujer a bajar del coche, en lo que Alex les trae la silla de ruedas.

-Maya, nunca olvides, ni dudes que te amo con todo mi ser, y que tú y Marijó son lo más importante en mi vida -expresa Santi, al tener a Maya de pie frente a él.

Mariela no responde ante esto, lo único que hace es besar sus labios y abrazarlo con todas sus fuerzas.

Alex, se aproxima con la silla y auxilia a ambos para que Maya se siente en ella.

Luego de asegurarse de que la escritora esté cómoda, entran al restaurante, donde una linda dama los lleva hasta su mesa.

Santiago, acomoda la silla de su mujer frente a la mesa, y posteriormente toma asiento junto a ella.

Un mesero les trae amablemente las cartas con los menús.

-Maya, ¿qué opinas sobre el posible negocio que estamos por hacer? -pregunta Alex.
-Me parece muy bien. Creo que es una excelente oportunidad para mejorar la clínica -contesta Maya sonriendo, mientras Santiago la toma de la mano.
-Eso es cierto, aunque te confieso que al principio no me agradó la idea de que personas ajenas invirtieran en ella, ya que los únicos que la hemos trabajado y sacado adelante hemos sido Santi y yo -le cuenta a su amiga Alex.
-En eso tienes razón, brother, pero finalmente los socios mayoritarios y dueños seguiremos siendo nosotros... Créanme que jamás dejaré que eso cambie -les asegura Santiago, y una bella mujer se acerca a ellos.
-¡Miren que mujer tan hermosa acaba de llegar! -exclama Alex, y se levanta rápidamente a saludarla.
-Hola, guapo. ¿Cómo estás? -responde ella, y lo besa y abraza.

Mariela, observa a esta chica de pies a cabeza, y a decir verdad no le agrada en lo más mínimo.

-Santi, ¡qué alegría volverte a ver! -expresa Marissa, y le da un abrazo.

En ese momento Maya siente una rabia inmensamente grande, además de unas ganas tremendas e inexplicables de agarrar a cachetadas a Marissa. Sin embargo, toma aire, controla sus impulsos y sonríe falsamente.

-Igualmente, amiga... Mira, te presento a mi pareja, Mariela Valencia -comenta Santiago, refiriéndose a Maya.
-Hola, soy Marissa Oropeza. Me da muchísimo gusto conocerte en persona -dice Marissa, dándole la mano.
-Gracias, igualmente -contesta Maya educadamente.

Todos toman asiento de nuevo, y un mesero les trae una carta más.

-Marissa, muchísimas gracias por todo lo que has estado haciendo por nosotros -agradece Alex, antes que nada.
-No tienes nada que agradecer. Lo hago con mucho gusto, y por la amistad que nos une -les contesta ella, y le guiñe el ojo.
-¿Quieren algo de tomar? -ofrece el joven mesero.
-Sí... amor, ¿qué se te antoja? -le dice Santiago a su novia.
-Un refresco de manzana -indica la escritora.
-Ok... a nosotros nos trae dos refrescos de manzana por favor -pide el doctor al joven, y éste toma nota.
-¿Por qué no mejor un tequilita? Se antoja con este calor, ¿no? -comenta Marissa, y la escritora voltea a ver discretamente a su novio.
-Estaría genial, Marissa, pero a las cinco tengo una cirugía y no puedo llevarla a cabo con unos tequilas encima -dice Santiago.
-Ni hablar... tú si me acompañas con un tequilita, Alex, ¿verdad? -responde Marissa, al ver a su amigo.
-Lo siento, amiga, pero yo entro a cirugía con Santi -comenta Alex, rechazando su invitación.
-Bueno, pues siendo así, tráigame un agua de naranja por favor -señala Marissa y sonríe.
-Pero cuéntame, ¿qué ha sido de tu vida? -pregunta emocionado Alex.
-Mi vida va muy bien. Tengo mi clínica y me ha traído buenos resultados. Me dedico a mi trabajo, como siempre -cuenta la doctora, mientras Maya la observa.
-¿Y tienes novio? -inquiere Alejandro curiosamente.
-En este momento estoy sola, pero ando en busca de un novio guapo -exclama Marissa riendo.
-¡Qué coincidencia, amiga! También yo ando en busca de una novia guapa, como tú -le dice él, de una manera muy coqueta.
-Muy bien, amigo. ¡Sigue buscando y algún día la encontrarás! -asegura ella, y Santi y Maya se carcajean.
-¡Sas! ¡Eso duele! -comenta Santiago, burlándose.
-Por lo visto sigues siendo el mismo coqueto y don Juan de hace años... Lástima, ¡tan bien que te veías cuando eras decente! -menciona Marissa, y Santiago muere de risa.
-¡Óyeme, yo soy decente! Sólo me gusta disfrutar la vida -aclara Alejandro, mientras les traen las bebidas.
-¿En serio disfrutas la vida utilizando a las mujeres? -cuestiona espontáneamente Maya.
-¡Corrección! Yo no utilizo a nadie. ¡Ellas disfrutan la vida conmigo! -aclara Méndez y ríen todos.
-Deberías aprender de Santiago, que a pesar de todo finalmente encontró a alguien con quien de verdad es feliz -expresa Marissa con una sonrisa.
-Eso es enamorarse y yo jamás vuelvo a cometer ese error -les dice Alejandro, y bebe un trago de refresco.
-¿Tanto te dolió la traición de aquella mujer? -pregunta Maya, viéndolo a los ojos.
-Mayita, no hablemos de eso ahorita, ¿quieres? -contesta Alex.
-Por cierto, Maya, me da gusto que Santi haya encontrado en ti lo que le hacía falta para ser feliz... Me alegró mucho cuando me contó en Cancún que tenía ya a alguien con quien rehacer su vida y que estaba perdidamente enamorado -expresa sinceramente Marissa.
-Y es que así es, amiga. Maya lo tiene todo, incluso más de lo que yo me imaginé -agrega Santiago, al besar la mano de su mujer.
-¡Realmente hacen una bella pareja! Y, Maya, eres muy afortunada al tener a un hombre así a tu lado -dice la joven doctora.
-Lo sé, Marissa. ¡Muchas gracias! -responde la escritora con una linda sonrisa.
-Pues ni tan afortunada, porque te ha costado un buen volver a domesticar a mi querido brother -señala Alex, carcajeándose.
-Bueno, es que todo lo que vale la pena cuesta trabajo, amigo -le contesta Maya, y ríe también.
-A propósito, Maya, me encanta ''Angelitos en la tierra,'' no me la pierdo por nada del mundo -dice de repente Marissa.
-¿Ya leíste sus libros? Son fabulosos -añade Alejandro.
-Tengo el de "Angelitos en la tierra" y me fascinó. "El sueño de un ángel" aún no lo compro pero en esas ando... En verdad, ¡es un placer leerte! -asegura Marissa, y ambas sonríen.
-Te lo agradezco -responde Maya, al ser alagada.
-Bueno, es que mi Maya es genial en todo lo que hace -menciona Santiago, y ríen.
-Brother, tu opinión aquí no cuenta -bromea Alex.
-Ay, ¿por qué no, grosero? -cuestiona Mayita.
-Maya, porque es tu pareja. ¡Jamás dirá que escribes feo! -exclama Méndez a carcajadas.
-Yo creo que es hora de pedir los platillos -indica el doctor Carmona.
-Estoy de acuerdo -responde Marissa, y toma el menú.
-Mi cielo, ¿qué se te antoja? -pregunta Santi a su novia, al abrir y ver juntos la carta.
-¿Qué te parece si recordamos viejos tiempos con un filete de pescado, arroz y ensalada? -propone ella, y se acerca a él.
-¡Me parece perverso! -contesta con cierta complicidad Santi, y ella lo besa en los labios.
-Yo quiero un caldo de pescado -ordena Alex, y el mesero anota.
-Y yo una orden de langostinos -dice Marissa.
-A nosotros nos trae dos filetes de pescado empanizado, con arroz y ensalada, por favor -ordena Santi, luego de besar a Mariela.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora