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Amanece con un cielo totalmente nublado y una temperatura que casi llega a los cero grados.

La escritora despierta cerca de las diez, con un profundo suspiro y una sonrisa da gracias a Dios por un nuevo día junto al hombre que ama.

Con delicadeza acaricia cada línea del rostro de Santiago, los ojos, las cejas, la frente, la nariz, las mejillas... y finalmente le regala un rico beso en los labios.

Con esto, el médico también se despierta y se voltea para abrazarla.

En total silencio se cubre y cubre a su pareja de pies a cabeza, para acariciarla y volver a besarla bajo las sábanas.

-¡Qué rico beso! ¡Me encantó! -expresa con muy baja voz Mariela-. También es rico y me fascina despertar a tu lado -aumenta, acurrucada entre sus brazos.
-¡Ay, ajá! Anoche no decías lo mismo -responde Santo y ríen, mientras le muerde el labio interior.

Esa pareja deja a un lado los problemas y continúa demostrándose su amor bajo cálidas cobijas, para posteriormente levantarse y disfrutar de un día más con su hija.

Sin duda alguna será un fin de semana totalmente familiar, pues la casa de Santiago y Maya vuelve a ser el punto de reunión para todos.

Andrea, Betty, Paloma, Carlos, Marco, Palomita, Cecy, Jorge, Sara, Ricardo y Estela visitan al matrimonio dispuestos a pasarla excelentemente bien.

Por suerte la futura mamita se siente perfecta y puede salir de su recámara y estar un buen rato en la sala platicando y conviviendo con sus seres queridos.

Obviamente Santi mima y consiente todo el tiempo a su pareja, complaciéndole hasta el más mínimo antojo.

Por todos es notado el cambio de actitud radical en los esposos, pero de nueva cuenta nadie comenta nada al respecto.

En los siguientes días de noviembre la salud de Mayita mejora en muchos sentidos, permitiéndole realizar diversas actividades.

Issabella viaja a Guadalajara prometiendo volver en un par de semanas para estar presente en el próximo ultrasonido de su cuñis.

Ha llegado ya la muchacha que Tina recomendó a sus patrones para ayudar a atender a la escritora y con el trabajo de la casa.

El tiempo camina y con él, los planes y preparativos para la nueva vida de Aidé y Alejandro, y es que es esa la última semana que la locutora pasa en la Ciudad de México.

Es el jueves por la noche que el doctor Méndez invita a su novia a cenar a un lujoso restaurante, para aprovechar las pocas horas que les quedan juntos.

Aidé se pone más bella que nunca, luciendo un sencillo pero coqueto vestido negro, accesorios de color dorado y un peinado totalmente recogido.

En esos mismos momentos, a Santo lo invade el amor por su mujer y durante el trayecto a casa, se detiene para comprarle un detalle que la sorprenda y la haga feliz.

Es así como a las ocho Aidé y su novio salen rumbo al restaurante, mientras Santiago llega a su hogar.

-Buenas noches, doctor. ¡Qué lindas rosas! -saluda Tina, al verlo entrar con un ramo de rosas rojas.
-Gracias, Tina... ¿Y mi mujer? -pregunta y sonríe él.
-Aquí estoy, mi vida -responde de pronto Mayita, saliendo con Marijó de la recámara.
-¿Qué haces en la silla? -comenta Santo, y se agacha frente a ella con las flores.
-Quise aprovechar que me siento bien para esperarte y cenar juntos -explica y le da un beso en los labios.
-Te traje un regalito -dice el médico, y la ayuda a tomar el ramo de rosas.
-Gracias, mi cielo. Pero hoy no es un día especial ¿o sí?... Dime que no me olvidé de nada, por favor -expresa la escritora asustada, y su esposo ríe.
-No, tontita. No olvidaste nada, pero para mí sí es un día especial por el simple hecho de tenerte a mi lado y poder decirte que te amo -aclara con amor Santi, y la besa tiernamente.
-¡Eres hermoso, mi amor! ¡Yo también te amo muchísimo! -responde con caricias ella, y su mirada brilla como nunca antes-. Están divinas y huelen muy rico -exclama al observar sus rosas, mientras Marijó sonríe y suspira.
-Son dignas de una hermosa princesa -señala con un beso más él.
-Tina, ¿me las pones en agua, por favor? -pide la señora.
-Claro que sí -contesta Tina, al tomar las flores y llevarlas a la cocina.
-Qué romántico eres, papito -le dice y lo abraza Marijó.
-Por supuesto que es romántico, amor. No por nada me enamoré de él -agrega Maya con un suspiro, y los tres ríen.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora