23

142 7 2
                                    

Amanece de nueva cuenta, iniciando una semana más para todos.

Cabe mencionar que en ésta, el matrimonio López vuelve a la realidad, y por lo tanto, a sus actividades cotidianas.

Es por eso que en punto de las seis, el médico se levanta en total silencio y se mete a bañar, mientras Tina prepara el desayuno y despierta a Marijó.

Durante una hora Santo se arregla, revisa algunos documentos de la clínica y toma un licuado de frutas en compañía de su princesa.

Al dar las siete con quince regresa a su habitación, y con un rico beso despierta a su mujer.

-¡Mmmmmm! -emite dormida Maya.
-Ya me voy, amor. ¿Cómo te sientes? -dice él, con caricias.
-No sé, creo que mejor -responde sin abrir los ojos ella.
-Si te sigues sintiendo mal, no vayas a terapia -indica Santo.
-Tal vez me componga de aquí a las diez -comenta la escritora.
-Me hablas cualquier cosa, por favor -pide con preocupación el esposo.
-Sí, mi cielo, vete tranquilo... Oye, si voy terapia, después iré a ver a mi mamá -señala Mayita, abriendo los ojos.
-De acuerdo, mi vida. Yo vendré a comer cuando traiga a Marijó del colegio -exclama él.
-Sí, amor, yo no pienso tardar mucho allá. Sólo quiero saludar a mi mamá y saber cómo está, luego me regreso a la casa para que Tina haga la comida -asegura sonriendo la esposa.
-¡Te amo, preciosa! -expresa él, y la besa.
-Y yo a ti, hermoso... ¡Dios te bendiga! -agrega Maya, al verlo salir.

Santo sale de casa de la mano de su pequeña, a quien con amor despide en la puerta de la escuela.

Transcurren las horas y Maya más que recuperarse, se siente peor.

En punto de las diez, Tina toca a la puerta de su patrona y le hace saber que es momento de alistarla para ir a terapia. Sin embargo, la escritora se niega siquiera a levantarse de la cama, expresando que el dolor que tiene en el cuerpo es bastante fuerte.

Tina se muestra muy preocupada ante esto, y para reanimarla la convence de comer aunque sea un poco de fruta y jugo de naranja.

Es verdad que desayunar da fuerzas a Mayita, pero no tantas como ella quisiera para arreglarse e ir a visitar a su madre. Es por eso que su mejor opción es quedarse un par de horas más en camita.

Tina aprovecha que la escritora se queda dormida para ponerse a guisar y preparar un caldito de pollo y verduras que seguramente, le ayudará a aliviarse de todos sus malestares.

Es hasta el mediodía que Mariela tiene más fuerzas y con apoyo de la amable Tina se da una ducha, la cual la reconforta y hace sentir mucho mejor.

Vestida con pans, tenis y muy poco maquillaje, se dirige en su silla de ruedas hacia la cocina, con la intención de ver que todo esté en orden y descubrir que guisó Tina que huele tan rico.

Mientras espera que llegue su marido, toma el teléfono de la casa y desde la sala llama a su madre para saludarla y decirle cuánto la extraña.

Pasando de las dos de la tarde, el doctor Carmona vuelve a su hogar, y es recibido con un delicioso beso de su esposa.

-¿Cómo estás, mi amor? -pregunta Santi, al notarla decaída.
-Me siento un poco mejor, pero no tuve fuerzas ni de ir a terapia ni de ver a mi mamá. ¡Me levanté hace dos horas! Me siento muy débil -expresa Maya.
-Te ves muy pálida, Maya. Voy a tomarte la presión -indica Santi, preocupado.
-Tina me la tomó hace rato. La tengo normal. No entiendo por qué me duele todo. La cadera, la cintura, la espalda, la cabeza, las piernas... -exclama desesperada ella.
-¿No tendrás temperatura? -señala Santiago, tocándole la frente.
-No, amor... Ya comí, me dormí, me bañé, me relajé. Ya no sé que más hacer -contesta Maya, muy inquieta.
-Pues vamos a ver a Lidia -propone él.
-Sí, pero ven. Hay algo que no te he dicho -responde Maya, yendo a su recámara en la silla de ruedas.
-¿Qué cosa? -cuestiona Santiago, caminando tras ella, y dejando a Marijó en la sala.

"El pedacito de cielo de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora