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"Las manos sangrantes de tanto jugar con las rosas."

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06/07/2020

Asqueroso diario:

Otro día más en la que estoy en el psicólogo. Maldita sea.

Ese maldito insoportable al que no quiero atribuirle un nombre me pidió que le trajese mi cuaderno de apuntes para ver no sé qué. Maldito imbécil. Quiero cortarle las manos y quebrarle los brazos. Odio que toquen mis cosas, y él está en frente mío manoseando mi libro. Tengo enormes ganas de apuñalado, de cortarle la garganta y verlo agonizar.

Tengo un par de cosas que contarle, entre esas, la más importante: casi me descubren. Mi hermana encontró sangre en la puerta de mi habitación.

¿Debo recalcar otra vez que esta no es una historia para moralistas sensibles? Esta es la vida real, mi vida real, no un cuento de fantasía en el que todo es amor y felicidad. 

Estuve contándome los dedos, como ya me es costumbre. Un día, sin motivo aparente, se me ocurrió la genial idea de derramar mi sangre en mi puerta. Quería pintarla con mi sangre. No me pude resistir a ese impulso así que comencé a hacerme leves cortes e irritarlos para poder sangrar, y dejé caer esas maravillosas gotas carmesí sobre el caoba de mi puerta aunque también hice salpicar un par y como no había calculado la velocidad del impacto terminé manchando un poco mi pared (es muy difícil de limpiar la sangre de las paredes, y quedan manchas). Además, dibujé una cara feliz y un corazón. Simplemente arte.

Aclaro por la dudas que la sangre quedó del lado de adentro de mi habitación, ¿entienden? Era algo que se suponía que solamente yo podía ver, porque mi familia nunca entra a mi habitación y cierran la pierde detrás de ellos.

Ya en contexto, procedo a contarles sobre el día de el incidente. Yo estaba en mi habitación encerrada escuchando música y dibujando tranquilamente en un viejo cuaderno de matemáticas. Mi hermana abre la puerta y asoma ligeramente su cabeza para decirme algo que no recuerdo. El día anterior, en mi casa un motor había dejado de funcionar, suponiendo que estaba quemado mi mamá decidió contactar a un técnico. Mientras mi hermana me hablaba, el electricista ingresa a mi casa y como mi hermana no quería que la viera, rápidamente entró a mi habitación y cerró la maldita puerta. Se quedó ahí pegada unos segundos, hasta que vio (o tal vez las tocó, no estoy muy segura) las manchas de mi puerta y empezó a inspeccionarlas. En ese momento sentí el verdadero nerviosismo. Le dije que estuve tratando de crear sangre falsa, y en modo de broma me dijo "que suerte, casi le digo a mamá para que vayas más tiempo al psicólogo". Me reí. Por suerte nunca se dio vuelta a mirarme, de otro modo mi expresión tal vez me habría delatado y se habría dado cuenta de mi extraña risa. Aparentemente me creyó, porque me dijo que mi "sangre falsa" me había quedado muy oscura y que en realidad no debería ser tan marrón.

Rememorando todo lo que pasó ese día, acabo de recordar que había mucha sangre en el piso (cuando digo "mucha" sólo me refiero a varios pares de gotas, no es como si me hubiese desangrado frente a mi puerta). Y solo las dejé allí, no la limpié inmediatamente, quedaron secándose en mi piso toda una maldita tarde. Definitivamente tendría que haber tenido más cuidado. Diría que aprendí de mi error pero eso sería mentir descaradamente. No voy a limpiar mi puerta, es una obra de arte, no quiero arruinar tan hermosa pieza de museo. 

A veces creo que yo nunca aprendo.

Atentamente, esta psicópata.

✞Psychopath✞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora