— ¿Algún problema?—preguntó.
Alex fruncía cada vez más el ceño de su cara al no obtener una respuesta de las dos chicas, esto no le gustaba nada. Todas sus alarmas empezaban a sonar, ya había cedido la comodidad de su casa por obligación de su psicóloga, no quería perder su segundo hogar tampoco. Sacudió la cabeza y trato de tranquilizarse—¿Qué... qué hacen aquí?—les preguntó un poco nervioso
— ¡MIREN ESTO!—Mateo se había levantado de su puesto y se acercaba al grupo—GRAN P NUEVAMENTE DEJANDO CHICAS CON LA BOCA ABIERTA—festejó caminando hacia Alex—No te cansas de hacerlo ¿Cierto?—le dijo riendo al pelinegro para luego aprovechar para abrazarlo.
Todo para Lucía era algo absolutamente nuevo en ella, en un abrir y cerrar de ojos pasó de estar aterrada por una aguja clavándose en su cuerpo a estar intrigada por cada tatuaje en el cuerpo del ojiverde. Para nada consideraba atractivo semejante cantidad de dibujos en la piel de una hermosa persona, es más de hecho solía cruzar de calle cuando alguien así se le acercaba, pero en Alex era otra cosa. Claro que el abrazo entre Alex y el otro chico logró que Lucía no pudiera distinguir los dibujos, y empezó a preguntarse, porque el pelinegro se alejaba de ella mientras que las otras personas podían abrazarlo, no lo entendía. Justo cuando varias preguntas iban a salir de su boca, a la morocha que había estado esperando en los sillones la interrumpió.
— Alexis—con una voz sensual y con un vaivén digno de admirar la mujer se acercaba a Alex cual depredador a su presa. El vestido apretado y, si le preguntan a Lucía, de estilo ramera, que usaba, nada dejaba libre a la imaginación—Que lindo verte de nuevo—dejó un beso en la mejilla del chico haciendo que el mismo agachara avergonzado su cabeza, Lucía quiso sacarle de un cachetazo la sonrisa de bobo que puso ante la chica y restregarle con un trapo la cara hasta que se le saliera la pintura labial que la estúpida le había dejado—Ya te estaba extrañando—seguían los elogios.
La rabia de Lucía aumentaba a niveles inesperados. Un abrazo de un chico es normal, pero un beso de una descarada mujer ya era mucho. ¿Por qué todo el mundo tenía derecho de tocarlo, si a ella se lo negaban?
Aún avergonzado, Alex alzó los ojos hacia la morocha—¿Estás lista?—preguntó de forma profesional—¿Te preparaste como te pedí?—al parecer el tatuaje de la mujer requería ciertas cosas de alguna determinada manera.
— Por supuesto—la mujer giró dándole la espalda al ojiverde—¿Esto está bien?—para nada lenta, la mujer agarró el final de su vestido y lo levantó dejando ver una reveladora tanga. Apenas se veía una tirita de estampado de leopardo.
Lucía sintió a Soledad murmurar un "Dios mío" y no pudo evitar girar los ojos, un silbido que provino de Mateo hicieron que los volviera a girar por segunda vez consecutiva y además hizo que la mujer que aún tenía levantado el vestido sonriera sin pudor. Pero la cara de Alex, que era el destino de la mirada de Lucía, estaba totalmente inmutable. Miraba el trasero de la chica como Picasso debe haber mirado sus lienzos. Para el pelinegro esa era su hoja en blanco.
— Perfecto—concluyó Alex—Yam—miró a la jovencita—¿Puedes acompañar a Tamara a mi oficina? En unos minutos estoy ahí, ve preparando todo por favor—pidió con amabilidad para después volver hacia la mujer ahora vestida—ya estoy contigo—le dijo
La mujer le sonrió y se acercó aún más a él— No te demores—susurró para nada suave y dio media vuelta para seguir a Yam y para que ambas desaparecieran por la puerta que estaba en la pared del fondo.
— ¡GRAN P VUELVE A ANOTAR!—gritó Daniel para hacer reír a Mateo también Alex estaba cada vez más colorado.
— ¡GRAN P EL IMPARABLE! ¡GRAN P CONQUISTA EL MUNDO!—gritaba Mateo con tono de emperador.
ESTÁS LEYENDO
𝑵𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 - Lucialex (Adaptación)
FanfictionESTA NO ES MI HISTORIA, ES UNA ADAPTACIÓN CRÉDITOS A SU MARAVILLOSA AUTORA Lucía, una millonaria inversora llega a la ciudad de New York acompañada de su socia y mejores amigas con el propósito de arrasar con todo y agregar más logros y millones a s...