Capitulo 34

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A la mañana siguiente

— Bebeeeeé... bebeeeeé—Alex estaba sentado en posición de indio en la cama donde Lucía dormía plácidamente, toda estirada y de costado con su estómago mirando hacia el ojiverde. Esa posición le había favorecido a Alex para tener la panza de la castaña a una mirada de distancia. De hecho, apenas el pelinegro se levantó lo primero que hizo fue mirar la panza de Lucía, bueno tal vez lo segundo que hizo fue eso, porque teniendo a la castaña desnuda junto a él, otras cosas habían entretenido su visión por más de unos segundos. Pero luego de mirar por varios minutos a su chica, la cubrió con la colcha para no tentarse y luego sí se levantó, se puso sus boxers y volvió a la cama para sentarse y enfrentar a su hijo o hija—Bebeé—lo llamaba a susurros procurando no despertar a Lucía—Hola bebé—saludó agitando la mano hacia la panza de la castaña una vez que pensaba que había despertado al bebé con su llamado—Yo... yo...tu papá...—se tocó el pecho—Quería pedirte... mereces que... que yo te pida perdón por haber reaccionado así apenas supe de tu existencia—era al único que le faltaba pedirle disculpas—Lo hice porque tenía miedo y... y... según Jane soy un gran cobarde pero ya no—le aseguró agitando la cabeza—Ahora... ahora... ahora yo voy a ser el mejor papá del mundo—le dijo con confianza y sin darse cuenta de que había una castaña que se hacía la dormida, pero que estaba muy atenta a lo que el chico estaba diciendo. Después de las disculpas Alex suspiró profundamente y apoyando los codos en cada una de sus piernas miró intensamente al estómago. Volvió a suspirar—Bebé... bebeeeé ¿Te dormiste?—Alex suspiró—Hola bebé... Perdón por despertarte es que... lo hice porque... porque... quería decirte que... es lo último que te digo y te dejo dormir, quería decirte que te amo con todo mi corazón y con toda mi alma y que... que... que si llegas a tener un... un...—no estaba seguro si podía decirle esa palabra o no a un bebé que todavía no había nacido—...Bueno si llegas a nacer como yo, no te vamos a abandonar, ni te vamos a querer menos, ni nada... ni nada de eso—agitó su cabeza—Te vamos... te vamos a amar mucho, mucho más y yo... y yo... y Lucía también y tu hermana Camila te vamos a.... te vamos a proteger y cuidar y querer mucho, mucho y nunca te va a pasar nada de nada—Lucía sabía que el ojiverde tenía miedo de que a su hijo le pasara las mismas cosas que él había vivido—Además si... si... naces con un... con un... bueno como yo, no es tan malo porque... porque...—el pelinegro se acercó aún más a la panza—... a las chicas parece gustarle—le susurró en secreto. Susurro que hizo que Lucía tuviera que apretar sus labios más fuerte que nunca para aguantar su risa. A Alex le pareció notar que el cuerpo de la chica se movía y miró rápido la cara de su novia, pero sus ojos estaban cerrados así que volvió a concentrarse en el estómago de la chica, apoyó sus codos en sus rodillas y su pera en sus manos—Solo falta...—contó con sus dedos—Solo faltan ocho meses más o menos para verte—alguien estaba ansioso—Ojalá... ojalá... Cuando te vea por primera vez, te voy a dar mucho pero muchos besos y... y... no voy a poder dejar de mirarte y de cuidarte y... y... te voy a mimar y dar todo lo que quieras y vamos a dibujar las paredes de casa juntos—agregó haciendo la sonrisa de Lucía más grande aún—Pero ahora... ahora... tienes que portarte bien con tu mamá y no hacerla sufrir mucho...—Alex se frenó y pensó para de nuevo arrimarse a la panza de Lucía—Si quieres... puedes darle muchas pero muchas ganas de tener....—se volvió a frenar, esa palabra tampoco debe estar permitida—Muchas ganas de recibir amor de mi parte—Alex sonrió orgulloso de sus palabras y volvió a advertir que el cuerpo de Lucía se movía un poco. Rápidamente giró su cabeza para ver si la castaña ya estaba despierta pero nuevamente la encontró con los ojos cerrados, el pelinegro suspiró aburrido, quería que su novia se despertara para jugar con ella a los besos y a las caricias.

Se sentó en la misma posición de nuevo y torció su cabeza para volver a mirar al estómago de su novia, iba a volver a tratar de hablar con la panza de Lucía, cuando vio que la puerta de la habitación se abría y dejaba ver a Camila. El tatuador notó que la pequeña estaba con su cabecita mojada, sus rubios rizos caían formando pequeñas ondas en sus puntas y al parecer le habían puesto ropa limpia. La pequeña parecía lista para empezar su día. La sonrisa de Alex creció y haciéndole una señal a la pequeña para que guardara silencio le agitó su mano para que se trepara a la cama con él y Lucía. La pequeña rubiecita tardó dos segundos en subirse a las piernas cruzadas en forma de indio de Lucía y desde su posición Lucía no pudo evitar sonreír cuando vio que la pequeña se cruzaba de piernas también y sin saber que miraba el ojiverde adoptaba la misma posición que ella.

𝑵𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 - Lucialex (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora