Rato después – Oficina de Lucía
Lucía había decidido que era mejor que ella misma acompañara a Alex hasta el estacionamiento. No porque no confiaba en Olivia, sino porque primero que la mujer aún no salía del estupor de ver al tatuador desnudo y segundo, y no menos importante, si la castaña lo acompañaba, de esa manera podía aprovechar el ascensor para repasar las partes de la boca que tanto amaba y dejar que Alex esculcara su boca como él quisiera, o podía aprovechar la poca luminosidad del parqueadero de autos para, apoyados en el camioncito de helados, repasar el contorno del pene del ojiverde con sus propias manos y de paso, también podía dejar que Alex se desquitara jugando un rato con sus pechos. En fin, hicieron todo eso y un poco más. Toda la diversión terminó cuando el guardia del estacionamiento encendió el pitido que avisa la entrada de un nuevo auto y la castaña le dio el último y profundo beso a su novio para dejarlo ir todo rezongando por su erección sin tratar. La sonrisa que Lucía portaba en su rostro a medida que caminaba por el edificio le dio que sospechar a más de uno de sus propios empleados. La castaña no sabía si la miraban por eso o por su raro caminar, sea por lo que sea, Lucía lo llevaba con orgullo, la sonrisa porque tenía un novio que la hacía enamorarse cada vez más y su caminar, porque para ella era una medalla de honor, no cualquier recibe el exclusivo trato del rarón y vive para contarlo.
— Olivia...—llegó al escritorio de su secretaria
— ¿Se encuentra bien Señorita Sandoval?—la mujer la miraba como una madre preocupada mira a su hijo.
Lucía alzó una ceja y contestó—Estoy perfecta Olivia, gracias por preoc...
— ¿Está segura? Porque... disculpe si me meto pero... es que... como decirlo... lo que vi es... es... es...—la preocupación de la mujer no encontraba palabras.
— Olivia—la frenó Lucía—Estoy muy bien. Agradezco tu preocupación de todas maneras—Tampoco había tanta confianza entre ellas—¿Terminaste con tus tareas?—le preguntó.
— Por supuesto Señorita Sandoval—le aseguró orgullosa de su propio trabajo—Ya limpié su agenda de hoy como usted me ordenó y todos los asuntos urgentes ya están solucionados—informó
— Perfecto—dijo Lucía—Da el aviso de que todos los empleados tienen el resto del día libre y después de eso puedes retirarte, muchas gracias por todo Olivia—le dijo a su empleada—¿Algún problema?—la mujer se le había quedado mirando como si de su boca escupiera fuego.
— Disculpe pero... ¿Me podría repetir lo que acaba de decir Señorita Sandoval?—pidió con respeto la mujer
— Olivia—Lucía se resignó—No has escuchado mal ni nada por el estilo. No tengo la cabeza en el lugar correcto para trabajar esta tarde—la cara de pícara de Olivia lo dijo todo—¡Exacto!—Lucía le adivinó el pensamiento—Ya sabes dónde está mi cabeza y por eso si yo no trabajo, no puedo obligar a mis empleados a hacerlo también, por lo tanto tarde libre para todos, no pasa nada si en una tarde no trabajamos—anunció retirándose para su oficina—Hazte cargo por favor—ordenó suavemente. Olivia miró el teléfono sabiendo que le esperaba una difícil tarea de convencer a los empleados de que lo que decía no era una broma.
Apenas Lucía entró a su oficina se encontró con la mirada de Soledad sobre ella. La morena estaba sentada sobre el escritorio y la miraba seriamente y de brazos cruzados. Lucía le respondió mirándola con la misma seriedad. Soledad fue la primera en quebrarse cuando de su boca salió una mueca de burla y le abrió los brazos a su amiga.
— Sol...—Lucía corrió a los brazos de su amiga y se fundieron en un fuerte y acogedor abrazos de esos que compartían en verdaderos momentos de necesidad y que Lucía solo recordaba haber compartido con Soledad cinco de ellos, uno cuando ganaron su primer campeonato Nacional de porristas, otro cuando Soledad le confesó a Lucía que era lesbiana, un tercero cuando Mariana le dijo a Soledad que estaba enamorada de un chico, el penúltimo cuando Lucía y ella se abrazaron luego del test de embarazo negativo que la castaña se tuvo que hacer porque pensaba que estaba embarazada de Benjamín y el quinto y último hace unos días luego de que Mariana anunciara su noviazgo con Daniel. Este era el sexto en casi veinticinco años de amistad—Soy tan feliz—le confesó Lucía.
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𝑵𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 - Lucialex (Adaptación)
FanficESTA NO ES MI HISTORIA, ES UNA ADAPTACIÓN CRÉDITOS A SU MARAVILLOSA AUTORA Lucía, una millonaria inversora llega a la ciudad de New York acompañada de su socia y mejores amigas con el propósito de arrasar con todo y agregar más logros y millones a s...